jueves, 6 de enero de 2011
Canciones de sangre: London Confidential
En un reciente programa de Nostromo, espacio cultural sobre libros de La 2 de TVE que dirige y presenta Ignacio Vidal Folch, los protagonistas fueron, además del escritor Andrés Trapiello, dos especialistas en el género negro (sobre todo el patrio) como Alicia Giménez Bartlett y Andreu Martín. Y dado que en esto de las recomendaciones literarias siempre resulta agradable contar con el apoyo de entendidos en la materia, resultó una gran satisfacción para un servidor comprobar que este último, autor de títulos como Prótesis, Bellísimas personas o Corpus delicti, destacó como recomendación personal por encima de autores más reconocidos (esto es, Stieg Larsson) la literatura de un escritor de culto como Jake Arnott.
Descubrimos a Arnott como el propio Andreu Martín: con la edición española de su primera novela, Delitos a largo plazo, que sirvió para inaugurar, dicho sea de paso de la mejor de las maneras posibles, la colección Roja & Negra que dirige Rodrigo Fresán para Mondadori. Y por nuestra parte no se nos ocurre mejor manera que inaugurar la lista de críticas literarias de este 2011 que con un título del año anterior que de momento habíamos dejado pasar imperdonablemente. Hablamos, claro está, de Canciones de sangre, segunda entrega de la llamada "Trilogía de Harry Starks", tres títulos que han encumbrado a su autor como uno de los nuevos valores de la novela policíaca del nuevo milenio.
Digámoslo ya: Canciones de sangre es tan buena como Delitos a largo plazo, aunque la (gratísima) sorpresa que supuso la anterior ya no puede darse y por tanto la fascinación que despierta esta nueva entrega puede ser -inmerecidamente- menor. No obstante, y como veremos a continuación, su autor no ha tomado el camino fácil de repetir ideas y estructura argumental y arriesgando mucho en la jugada amplía considerablemente las fronteras de su narrativa.
La acción de la novela vuelve a ambientarse en buena parte en el "Swinging London" de los años 60, tomando como centro neurálgico la celebración del Mundial de Fútbol de 1966 en Inglaterra y todo lo bueno y sobre todo lo malo que aquello supuso. No obstante, la acción no se limita a esta época emblemática de la capital inglesa y alcanza desde 1956 -un arranque a modo de flashback cinematográfico que explica el origen de uno de los personajes principales- hasta 1985, año en el que se cruzan los caminos de varios de los protagonistas culminando en un final tan violento como fatalista... que al mismo tiempo abre camino para la continuación: Crímenes de película, cierre de la trilogía que imaginamos publicará Mondadori a lo largo del presente año.
Los protagonistas del libro son tres: Frank Taylor es un policía con manga ancha para la corrupción cuyo compañero Dave Thomas ejerce de conciencia a modo de Pepito Grillo; Billy Porter es un exmilitar reconvertido en delincuente de baja estofa al que las circunstancias obligarán a convertirse en fugitivo de la justicia; finalmente, Tony Meehan es un periodista con ínfulas de escritor que no se atreve a salir del armario por trabajar en un ámbito marcadamente homófobo, si bien guarda un oscuro secreto mucho más temible que su homosexualidad. Alrededor de estas tres figuras Arnott construye un puzzle que se aleja de la estructura caleidoscópica de Delitos a largo plazo -donde cinco personajes daban su particular versión del gángster gay y psicopático Harry Starks- y que avanza linealmente a base de saltos temporales que no dejan respiro al lector.
Por supuesto, si el libro anterior supuso para su autor comparaciones generales con la literatura de James Ellroy -a Arnott se le ha llamado directamente "el Ellroy británico"-, Canciones de sangre no ha podido evitar vivir a la sombra de Los Angeles Confidencial, novela de Ellroy perteneciente al célebre "Cuarteto de Los Angeles" y que alcanzó su más alta popularidad gracias a la magistral adaptación al cine firmada por Curtis Hanson hace unos tres lustros. La comparación era inevitable habida cuenta de que en el libro que nos ocupa tenemos policías corruptos (unos más que otros), agentes de la ley con ansias de medrar, periodistas metomentodo... y hasta una bella prostituta que se interpone en la amistad de la pareja de policías protagonistas.
Pero no se llame el lector a engaño: Arnott ha demostrado su valía, y Canciones de sangre no es ni mucho menos una mera imitación. Una vez puestas las cartas sobre la mesa, la narración va creciendo y adquiriendo personalidad propia, y lo mismo se atreve a ser un police procedural con todas las de la ley (y perdón por el chiste fácil) que un relato alrededor de la figura de un sorprendente asesino en serie -y no nos referimos precisamente al delincuente Porter, para sorpresa de propios y extraños- o de un remake literario de Primera sangre, la novela de David Morrell que dio lugar a Acorralado, la primera cinta del John Rambo cinematográfico encarnado por Sylvester Stallone.
Por lo demás, cabe destacar que aquí se recupera, por supuesto, la figura de Harry Starks, si bien su importancia es mucho menor que en Delitos a largo plazo; también reaparecen otros personajes de aquel libro, como el citado periodista Tony Meehan y muy particularmente el político Teddy Thursby, quizás el personaje más sorprendente y memorable de aquel fulgurante debut literario. Y como ocurriera allí, aun tratándose de un libro de ficción podemos hallar la inspiración de Arnott en el mundo real: si Starks era un remedo del temible gángster Ron Kray, Billy Porter está inspirado también en un personaje histórico, Harry Roberts, que mató a tres policías... Téngase en cuenta que el título original del libro, He Kills Coppers ("Se carga a policías"), hace referencia al último verso del estribillo de una canción popular que los ciudadanos más contestatarios frente a la represión policial convirtieron casi en un himno.
Dicho todo lo cual, y sin ánimo de contar más de lo debido, por nuestra parte solo nos queda recomendar encarecidamente la lectura de Canciones de sangre, así como rogar por que alguna televisión española emita tanto la serie en cuatro partes inspirada en Delitos a largo plazo -y que protagonizó Mark Strong (especialista en villanos: véanse Stardust, Sherlock Holmes, Kick-Ass y Robin Hood) como Harry Starks-, como la más reciente miniserie de tres entregas He Kills Coppers, a la que pertenecen los fotogramas que ilustran esta nota.
Canciones de sangre
Jake Arnott
Barcelona, Mondadori, 2010
360 pp. - 14,90 €
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