miércoles, 19 de enero de 2011
El eternauta: La vigencia de una obra maestra
¿Qué convierte a cualquier creación artística, sea del ámbito que sea, en eso que llamamos "una obra maestra"? Hoy intentaremos responder, aunque sea muy sucintamente, a esta cuestión a partir de una historieta considerada como tal de forma prácticamente unánime: El eternauta. Una obra que, dicho sea de paso, vuelve a estar de actualidad -¿acaso lo ha dejado de estar alguna vez?- gracias a esta nueva versión de la editorial mexicana con sucursal en Barcelona RM.
Escrita por Héctor G. Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López, El eternauta fue publicada por vez primera hace ya más de medio siglo, entre 1957 y 1959, en las páginas del magazine argentino semanal Hora Cero, que por aquel entonces dirigía el propio guionista. Muy pronto la revista fue sumando un gran número de seguidores que querían conocer de primera mano la evolución de aquel relato urdido por Oesterheld, que se publicaba de forma serializada, y que acabó por constituirse como la historieta más importante de la historia de Argentina: tanto es así que el 4 de septiembre, día en el que se publicó la primera entrega, está considerado hoy como el Día de la Historieta en aquel país.
Una historia como la de El eternauta, a priori, estaba llamada a convertirse en una más en la tradición de las historietas de género publicadas por entregas, primero porque -como veremos después-, no inventaba nada nuevo en el sentido estricto del término; y después porque padecía todas las servidumbres del grueso de relatos publicados por entregas, comunes también a otros medios como es el caso de los seriales televisivos y radiofónicos: para empezar, cada capítulo tenía una extensión muy breve, y estaba sujeto a la necesidad de terminar provocando en el lector una sensación de intriga (eso que en el mercado anglosajón recibe el nombre de cliffhanger, esto es, "quedarse colgado" a la espera de cómo se resolverá el conflicto que se ha creado); y además, era una historia sin extensión premeditada, y que Oesterheld iba, por así decirlo, improvisando sobre la marcha. Así pues, el relato duraría más o menos según la aceptación del público y el propio interés creativo de los autores.
Como ya hemos sugerido, este interés, tanto por parte de los responsables de la obra como de su público, fue más que considerable. Y lo fue porque pese a las características comentadas en el párrafo anterior, o precisamente gracias al soberbio uso de las mismas, El eternauta supo interesar a sus lectores como muy pocas obras lo han conseguido a lo largo de la historia de la cultura occidental; además, trascendió como antes y después harían otros clásicos del género la lectura de ciencia-ficción pura y dura con connotaciones políticas y sociales innegables. No en vano poco después Oesterheld pasaría a formar parte, lamentablemente, de la lista de desaparecidos durante la dictadura argentina.
Pero recordemos ahora qué cuenta El eternauta: la obra arranca haciendo uso de una versión de un recurso recurrente de la literatura mundial, presente desde siempre en clásicos de la talla de, sin ir más lejos, el Quijote de Cervantes, como es el del "manuscrito encontrado": aquí no es un texto escrito que se ha hallado, sino la narración oral que un personaje -el eternauta del título- transmite a otro (de oficio guionista de historietas, y al que podemos considerar sin ningún esfuerzo como un álter ego primero del propio Oesterheld, y luego del lector), lo que articula toda la obra. Este personaje, que ejercerá de narrador, se presenta como Juan Salvo, y le cuenta a su interlocutor lo que según su propio recuerdo le ocurrió a la ciudad de Buenos Aires, en realidad a todo el planeta Tierra (como se descubrirá después): primero una nevada mortal, pues el contacto directo de la piel con los copos de nieve suponía la muerte inmediata; y después una invasión extraterrestre, de cuyo ataque dicha nevada resultará ser solo el primer síntoma.
Dicha invasión encontrará a Juan Salvo en su hogar, en compañía de su esposa Elena, su hija Martita y sus mejores amigos Favalli, Lucas y Polsky, con los que comparte una gran afición por la electrónica y los juegos de cartas como divertimento. A partir de ahí Oesterheld, con la complicidad de un Solano López espléndido (que compensa el estatismo en la composición de las páginas, característico de la época, con un dibujo naturalista repleto de dinamismo y verosimilitud), construye un relato que, como decíamos, no inventa nada nuevo, pero que recurre a historias conocidas por cualquier lector habitual y que han funcionado desde siempre: principalmente del clásico de comienzos del siglo XVIII Robinson Crusoe de Daniel Defoe, pero también de la inmortal novela fantástica de Richard Matheson Soy leyenda, publicada por vez primera apenas tres años antes que el arranque de El eternauta. A estas referencias pronto se sumará otra más, la de la novela de Jack Tierney La invasión de los ladrones de cuerpos, popularizada por la adaptación cinematográfica dirigida por Don Siegel y estrenada, no por casualidad, un año antes, en 1956.
Si El eternauta funcionó entonces y sigue funcionando hoy, es sobre todo porque con estos mimbres de sobra conocidos construye un artilugio que se percibe como novedoso y, lo que es más importante, con personalidad propia. Para empezar, Oesterheld se sirvió de su relato para poner de manifiesto su mirada del mundo: él no creía en el individualismo sino como manifestación de una lucha colectiva -la cita "El único héroe válido es el héroe 'en grupo', nunca el héroe individual, el héroe solo", sirve para encabezar el presente volumen-, y por tanto El eternauta acaba por constituirse en una suerte de relato de protagonismo coral donde destacan personajes como Franco, el joven Pablo, el periodista e historiador Mosca y sobre todo el citado Favalli, hombre de recursos pragmático hasta la médula que complementa a la perfección al más pasional Juan, y que se convierte prácticamente en el co-protagonista de la historia.
Por otra parte, y a pesar de la citada necesidad de ir alargando la historia ante el éxito de la serie, así como a crear intriga al final de cada entrega -que muchas veces se resuelve, claro, de forma inane-, Oesterheld supo dotar de interés casi a cada página de su obra, gracias a unos diálogos verosímiles y sobre todo a un relato que evolucionaba explicando, sin dogmatizar, la naturaleza humana: las actitudes de los personajes cambian según sus necesidades, y funcionan igual de bien los episodios más intimistas como las grandes escenas de acción con muchos personajes, a veces toda una lección de estrategia militar.
Todos estos elementos hacen de El eternauta una obra inmortal, por la que no pasan los años, y que se ha ganado el beneplácito de los artistas -sean escritores de narrativa o de cómic, incluso de directores de cine-, sobre todo los argentinos -lógicamente orgullosos de una de las obras mayores de su legado cultural-, a lo largo de los años: así, si la edición que publicó Norma Editorial a finales de 2007 con motivo del 50 Aniversario de la obra contaba con un prólogo del guionista Carlos Trillo, ahora es el también escritor de novelas Juan Sasturain (Manual de perdedores) el encargado de presentar el relato al lector. Igualmente, recordemos el acariciado proyecto de la cineasta Lucrecia Martel de llevar a la gran pantalla la obra de Oesterheld y Solano López, y que finalmente, lástima, quedó en agua de borrajas por las habituales discrepancias con los productores.
En resumidas cuentas: leí El eternauta de forma íntegra por vez primera cuando Norma publicó su versión -frente a la cual esta de RM respeta la edición original, con sus encabezamientos de cada capítulo y sus "Continuará" de rigor, además de contar con una cubierta espléndida-, y ahora que he vuelto a leerla la he disfrutado y valorado todavía más. Si a esto añadimos el hecho de que, aun habiéndola leído en este mes de enero, sé a ciencia cierta que estará entre las diez mejores obras de este 2011 cuando dentro de doce meses toque sacar cuentas de lo leído, podemos decir con total seguridad que El eternauta es una de esas obras maestras que dignifican las artes que en el mundo serán, son y han sido. Una adquisición absolutamente indispensable.
Título: El eternauta
Autores: Héctor G. Oesterheld (guión) / Francisco Solano López (dibujo)
Editorial: RM
Fecha de edición: enero de 2011
366 páginas (b/n) - 21 €
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8 comentarios:
Excelente artículo, coincido en todo. He visto la nueva edición y la portada es muy atrayente, pero no veo que modifique demasiado el contenido en extras, impresión o papel como para cambiarla por mi antigua edición de Normal. Eso sí, el que no la tenga, que ni se lo piense.
Es una de las obras más agobiantes que he leido, que puede dejarte con el corazón en un puño, abofetearte y abrazarte a la vez en cuestión de una o dos páginas. Y esa mezcla de Sci-Fi clásica (serie B incluso) con la más modern y existencialista es para destacar. En estos casos si que es verdad que no hay demasiadas dudas: Obra maestra absoluta.
¡Genial el cartel fake!
Un saludo.
Compañero:
Efectivamente, no hay demasiados cambios en cuanto a extras -básicamente, un prologuista por otro-, pero hay que destacar que el principal cambio respecto de la edición de Norma es que la de RM respeta la edición original, sin remaquetados de viñetas, ni arreglos, ni nueva rotulación, etc. Es decir, para los puristas, mejor esta; y para los que prefieren la limpieza y la fácil lectura aunque implique cambios respecto del original, mejor la de Norma.
Y, efectivamente, el cartel de la falsa película es excepcional. Lástima que no llegaremos a ver, por lo menos, la versión de Lucrecia Martel.
Yo me hice con la de Norma hace tiempo y, al final, entre unas cosas y otras, no le he leído hasta hace unas pocas semanas... terminé apenas un par de días antes de que saliera esta nueva versión ¡ya es casualidad!
De todos modos, lo importante es el contenido y lo bien que aguanta el paso del tiempo la historia, a pesar de ese tono tan serie B que tiene y lo bien que siguen funcionando los cliffhangers. Cada vez que ponía el marcapáginas no podía evitar echar un vistazo a las siguientes y, claro, tenía que volver a ponerlo unas cuantas páginas más adelante y entonces...
Coincido, un comentario espléndido que comparto plenamente. EL ETERNAUTA es una obra apasionante, plena de vigencia, cargada de detalles que se aprecian en sucesivas relecturas y que se puede disfrutar desde multitud de ángulos y perspectivas. Desde políticas a emocionales, como aventura de contenido fantástico a enciclopedia sobre el comportamiento humano hasta libro de texto del cómic, en el que descubrir la maestría en todos y cada uno de los recursos narrativos de uno de los mayores genios del medio: H.G. Oesterheld.
Sin olvidar el soberbio dibujo, humanista, dinámico, de enorme poderío visual y conceptual de Solano Lopez. En este caso se trata sin duda de una suma de factores colosales que da por resultado una obra maestra sin paliativos.
Saludos en paralelo.
Hola que tal, siempre te leo para estar al tanto de novedades y he comentado un par de veces.
Soy Argentino y hay un par de detalles que no sé si haz tenido en cuenta, comentaste o estás al tanto sobre el Eternauta:
Su profunda reflexión política.
Cuando Oesterheld empezó la serie fue durante el transcurso de uno de varios golpes militares y hay que tener en cuenta que los gobiernos de factos solían disponer de una comisión especial que se dedicaba a revisar minuciosamente todo tipo de producción cultural (cine, música, literatura e Historietas) la cuestión es que artistas en general, lejos de dejarse intimidar, contraatacaban con criticas camufladas metafóricamente para poder esquivar la censura (o algo peor)
Uno de los cantantes más conocidos de acá Charly Garcia compuso muchos temas por el estilo en su banda de aquel entonces "Sui Generis ".
y las metáforas también están en El Eternauta:
- No era seguro andar por las noches en las calles.
- Agentes entraban a revisar domicilios de vecinos sospechados para "desaparecerlos".
- Los manos se encargaban de actuar y procesar a los rebeldes para "convertirlos" en Hombres Robots (sesiones de tortura en la ESMA).
- Los hombres robots en apariencia normales eran personas que perdieron la conciencia y capacidad de dialogar, sumisos al control de los invasores (a menudo se daban infiltraciones en familias y/o grupos de amigos de personas que buscaban "sospechosos" montando una autentica red paranoica de conspiraciones militares).
- en general los manos no eran más que otros esclavos controlados por los misteriosos "ellos" tan poderosos que nunca llegaríamos a conocerlos personalmente (El plan Cóndor en toda la región de LatinoAmerica promovido por la CIA.
- No hace falta repetir que además de "desaparecerlo" (sin proceso de enjuiciamiento previo)al autor también se llevaron con el a sus hijas, dejando a su esposa la única sobreviviente.
Por otro lado me alegra que el éxito de El Eternauta pueda trascender su propios origines y rasgos culturales, simplemente quería comentarles estos pequeños detalles que ayudan a darle más color, si se puede, a la historia original, Saludos.
Amigo Carlixyz:
Lo primero de todo, gracias por tu visita y tus palabras, pero sobre todo gracias por tus comentarios acerca de la realidad que sustenta una obra tan rica como "El Eternauta".
Por supuesto, no conozco la historia de tu país tanto como tú, ni mucho menos, aunque sí tengo unos conocimientos básicos de lo ocurrido... y, desde luego, se aprecian (y enriquecen) la lectura de la obra de Oesterheld y Solano López, aunque, insisto, un lector extranjero -siempre y cuando no se haya especializado en el tema y/o haya investigado al respecto- nunca apreciará tantos matices como un autóctono, en este caso el lector argentino.
Por ello, te agradezco los apuntes, tanto en lo que a mí me puedan beneficiar para futuras relecturas (que, en el caso de "El eternauta", seguro las habrá) como para los lectores de esta entrada que quieran acercarse un poco más "preparados" a tan inmortal historieta.
Lo dicho: muchas gracias, y espero seguir leyéndote por aquí (y que me leas, claro está).
Un abrazo desde Alicante, España.
Je, gracias por la respuesta, en realidad trato de exponer los comentarios sin ser inoportuno o inconveniente siempre cuando se trata de producciones culturales vinculadas con reseñas históricas o contextuales es difícil exponer circunstancias especificas ya sea por la angustia o la polémica que sucintan en cada quien, aún persisten conocidos que defienden el "proceso de reorganización nacional" (véase wikipedia) pero bien me imagino que durante el Franquismo se produjeron experiencias (similares quizá) que generan muchas sensaciones por el estilo, el otro día justamente hablando con un amigo llegamos a la conclusión de que si todo fuera perfecto siempre los artistas no tendrían nada que contar y por ende nos aburriríamos bastante ja ja,
en fin,Bueno Saludos y para redondear igual que el autor en el final de la historia, en una suerte de elipsis, surgía el mismo preguntándose a si mismo ¿que es lo que se debería hacer para evitar tanto horror ?
ótima análise, concordo com tudo. Sou brasileiro, conheci Buenos Aires há duas semanas e adquiri, no Club del Comic na calle Montevideo, dois Hora Cero e varios livros sobre e de Oesterheld (Ticonderosa, sargento Kirk etc).
Terminei hoje de ler El Eternauta e é realmente uma obra-prima: o que há de fantástico é muito simples, básico (a nevada mortal), e a história é como um grande Twilight Zone; o forte são as reações das pessoas, sua individualidade, o que elas sabem no momento.
Oesterheld respeita muito o "horizonte de conhecimento" (e da ignorância) de seus personagens em cada momento da história, e avança bem devagar, explorando minuciosamente todas as possibilidades. Resulta portanto muito verossimil, muito convincente.
a experiência de ter feito centenas de historietas de guerra com Ernie Pike aparece muito bem no guion de Eternauta.
As conotações ideológicas estão presentes, sem dúvida, mas não são o que fazem de El Eternauta obra de gênio - é como ele narra, como ele enxerga e acredita nos problemas que seus personagens enfrentam, como busca os recursos, é tudo muito natural.
Situações até banais criam suspense (como a nevada que se torna mais espessa e dificulta dirigir o camion).
A história termina bem redonda.
Mestre, mestre, mestre.
E como ele disse em quase todas as suas entrevistas, Oesterheld não lia historietas. Ele se vincula á tradição de Melville, Jack London, Emilio Salgari e outros grandes da aventura - e não perdia um Borges.
perdoname por no esbribir em castellano, espero que tengas leído bien, como me compreenderon hablando en Buenos Aires...
muchisimas gracias por el articulo, suerte!
PS - ahora para postar: "demuestra que no eres un hombre-robot... ha ha ha
PS2 - quizá Oesterheld tenga se inspirado en Gardel y Le Pera: "un rayo misterioso/ hara nido en tu pelo / luciernagas curiosas..."
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