Historias atroces, brutales, al límite de la comprensión humana y por tanto difíciles de creer y aceptar... Pero que, por increíble que pueda parecer, reflejan hechos que ocurrieron de verdad. Ese es uno de los platos fuertes del Festival de Cine de Sitges: reflejar en la gran pantalla los demonios que anidan dentro de todos nosotros.
Este es el caso de An American Crime, basada en un caso real que estremeció al mundo: los abusos y vejaciones que sufrió una adolescente por parte de una familia de clase media-baja en la Norteamérica de los supuestamente idílicos años 60, y que terminaron con su muerte y el posterior procesamiento de los culpables.
Este abobinable suceso, que sirvió igualmente de inspiración al escritor Jack Ketchum para escribir su contundente novela La chica de al lado (cuya adaptación oficial pudo verse también en Sitges), sirve al cineasta Tommy O'Haver para dar un giro de 180º a su filmografía, hasta ahora integrada por comedias románticas y adolescentes.
El resultado es un film digno, qué duda cabe, pero que lamentablemente no vuela tan alto como podría por culpa de la impericia de su realizador, que no sabe o no quiere dotarlo de personalidad propia, limitándose a poner en imágenes los hechos descritos en el guión (escrito por él mismo y su colaboradora Irene Turner) sin imprimir nada que se parezca a un toque personal en ninguno de los fotogramas. Además, opta por una narración plagada de flashbacks, partiendo del proceso judicial y las declaraciones de los imputados, lo que da a su película un molesto aroma a telefilm de sobremesa.
No obstante, An American Crime resulta un film que merece la pena verse, pues gana enteros al saberse basado en hechos reales (en esta ocasión, que el espectador esté informado a priori va en beneficio del film, y no al contrario). Esto incrementa la verosimilitud de la cinta mucho más allá de lo que lo podrían lograr sus responsables por otros medios, y permite que algunas escenas, por más que O'Haver no se recree en los detalles más escabrosos, resulten casi insoportables.
Por si esto fuera poco, An American Crime cuenta con un espléndido duelo interpretativo entre las dos protagonistas: Catherine Keener, estupenda intérprete de cine independiente, actriz fetiche de Tom DiCillo, y que habitualmente construye personajes más positivos, interpreta aquí a Gertrude Baniszewski, ama de casa de escasa fortaleza física y continuo estrés vital que acaba convertida en un verdugo sin piedad. Por su parte, como la víctima adolescente Sylvia Likens, destaca una portentosa Ellen Page, a la que descubrimos en Hard Candy (este sí un título que triunfó en Sitges) y vimos luego como la fugaz Kitty Pryde de X-Men 3; una actriz de la que nos declaramos rendidos admiradores desde ya, y que a buen seguro dará que hablar en el futuro.
Mucho más interesante que el film de O'Haver nos pareció Stuck, el nuevo trabajo del veterano realizador, especializado en el género del terror, Stuart Gordon: estamos, nada más y nada menos, que ante el director de la mítica Re-Animator.
Stuck refleja un acontecimiento real que resulta difícil de asimilar: una joven, para más inri enfermera de profesión, atropella por accidente a un hombre, que queda malherido y atascado en la luna delantera del vehículo. Ante el temor de los problemas que esto puede causarle (la mujer viene de una fiesta donde ha bebido alcohol y ha consumido drogas de diseño, y además está a la espera de un seguro ascenso en su trabajo), opta por encerrarlo en su garaje y dejarlo morir allí. Pero la víctima inocente no se dará por vencido tan fácilmente...
Este film es un trabajo de realización modélico, que dura 85 impecables y vertiginosos minutos, y donde Gordon da una lección de buen oficio detrás de la cámara. Podría utilizarse muy bien en clases de dirección cinematográfica (no en vano Gordon ofreció una clase magistral en Sitges, si bien la acompañó con la proyección de un episodio suyo para Masters of Horror). Por si esto fuera poco, los dos protagonistas de la cinta están impecables: Stephen Rea, como la víctima, realiza un trabajo excepcional, si bien esto no es ninguna sorpresa a estas alturas. Pero Mena Suvari, a la que descubrimos en la oscarizada American Beauty, ofrece su mejor trabajo hasta la fecha, en un personaje lleno de matices que evoluciona a lo largo de la película.
Una película, pues, a medio camino entre el drama y el thriller, que no debería tardar en estrenarse en la cartelera española, y que nos parece, por encima de la sobrevalorada Re-Animator e incluso de la reivindicable Dolls, la mejor obra de su realizador.
Finalmente, nos gustaría señalar, sin que vaya en detrimento de la labor de la premiada Manuela Velasco (por REC, la cinta de Balagueró y Plaza), que tanto Mena Suvari como un ex-aequo para Catherine Keener y Ellen Page habrían sido merecidísimos premios de interpretación femenina del palmarés del festival.
[Enlace recomendado: "El Horror, el Horror...", columna donde hablamos de la citada novela de Jack Ketchum y, curiosamente, de Hard Candy.]
[Fotografía: Stuart Gordon y Mena Suvari (izda.) en Sitges 2007.]
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