En su fundamental La espada mágica, el crítico de cine Carlos Aguilar explica muy bien qué son los "mundos perdidos": lugares, fieles o no a un pasado histórico más o menos fidedigno, dentro de los cuales el paso de los años y hasta de los siglos se ha estancado a perpetuidad, en brutal contraste con el mundo exterior: sus pronteras, por consiguiente, son firmes y celosas, y velan, dado que salir es absurdo, que ningún elemento externo perturbe esta suerte de pertinaz hibernación. Incapaces de evolucionar o involucionar, de crecer o encoger, de dar o recibir, con una autoridad o sin ella, estos Mundos están Perdidos geográfica y cronológicamente, e implican una discordancia de lo más inquietante, puesto que impugnan el decurso y la preceptiva natural que supuestamente rigen la Tierra (op. cit., pp. 119-120).
Un mundo de estas características encontraremos en las páginas de Lost World, una de las obras primerizas del padre del manga, Osamu Tezuka, que ahora rescata la editorial Glénat en su colección dedicada al legendario mangaka, y que ya cuenta con títulos como Metrópolis o Next World (El mundo futuro).
La obra, como el propio Tezuka reconoce, roba con total impunidad el título a la novela El mundo perdido de Arthur Conan Doyle (el autor era un ladrón reincidente: recuerden el mencionado Metrópolis y el film homónimo de Fritz Lang), pero nada tiene que ver con aquella aparte de mostrar precisamente eso: un mundo perdido.
Ahora bien, la aparición de este último se reduce a la parte final de la obra, que se presenta dividida en dos: la "saga terrestre", ambientada en el laboratorio secreto del joven doctor Shikishima, y la "saga espacial", funcionando el despegue del cohete donde viajan los protagonistas, rumbo al planeta Mamango, como bisagra que une y separa a la vez ambos episodios.
Lost World, publicada por vez primera alrededor de 1939 o 1940 y recopilada luego en 1948, presenta un argumento decididamente pulp, repleto de científicos excéntricos, sectas secretas y experimentos genéticos (que convierten a animales, e incluso plantas, en trasuntos humanos), y donde el autor de Buda, siempre adelantándose a su tiempo, rompe con la cuarta pared imaginaria que separa la ficción de la realidad, el cómic del lector, y convierte a sus personajes en entes conscientes de protagonizar una historieta.
Una historieta, por cierto, donde no faltan homenajes explícitos a las influencias confesas de su autor y de los primeros mangas nipones: las animaciones de los estudios de Walt Disney y Max Fleischer, cuyas representaciones caricaturescas y su humor físico (puro slapstick) influyen y se dejan ver en cada una de sus páginas.
Para terminar, aclarar que no debe esperar el lector, claro está, una narración del empaque de algunas de las obras mayores (y maestras) del gran Tezuka, como Adolf o El árbol que da sombra (ambas publicadas por Planeta), pues Lost World es una obra más primeriza y menos ambiciosa de su autor, aunque en la época supusiera un auténtico fenómeno artístico y editorial. Pero si el lector actual consigue volver a ser el niño que una vez fue al menos por una hora, disfrutará sin duda con la lectura de esta novela gráfica que un día prácticamente inauguró, por sorprendente que hoy nos parezca, la corriente de los gekiga o mangas para adultos.
Título: Lost World
Autor: Osamu Tezuka (guión y dibujo)
Editorial: Glénat
Fecha de edición: septiembre de 2007
248 páginas (b/n) - 8,95 €
[Fotografía: Osamu Tezuka.]
4 comentarios:
Con lo que me gusta a mí Tezuka, y este tebeo lo he dejado en la estantería de la librería por lo chungo de su reproducción. Una pena.
Adolf es una indiscutible obra maestra, no sólo de Tezuka sino de la historia del cómic. Por cierto, vemos que estáis leyendo a Vila-Matas. Así que provechamos para comentaros que en nuestro blog Enrique Vila-Matas acaba de hacernos una visita...
Un saludo del Canibalibro.
Oye, que el título no lo roba de ningún sitio, simplemente lo escoge porque le parece "sonoro" lo explica perfectamente el autor en las notas del final.
No, si esas mismas notas que ud señala son las que he leído yo y de donde he sacado la información...
Tampoco vamos a discutir aquí las diferencias semánticas entre "coger" y "robar"... Es más, el propio Tezuka (a través de su traductor al español) señala: "simplemente, me apropié de él".
Y yo digo en la crítica: "La obra, COMO EL PROPIO TEZUKA RECONOCE, roba con total impunidad el título a la novela 'El mundo perdido' de Arthur Conan Doyle (el autor era un ladrón reincidente: recuerden el mencionado 'Metrópolis' y el film homónimo de Fritz Lang)".
Pues eso. Que no se lo tome todo tan al pie de la letra. No acuso de nada al señor Tezuka, Dios me libre, más allá de recoger sus propias declaraciones recogidas en el volumen, y a las que ud me remite.
Un abrazo.
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