A comienzos del presente año, Norma Editorial publicaba los volúmenes tercero (y en uno de los casos, también último) de dos series protagonizadas por sendos personajes femeninos determinantes en la historia del tebeo europeo del siglo XX: la escritora Adèle Blanc-Sec y la fotógrafa Valentina Roselli, dos aventureras (en ocasiones muy a su pesar) creadas respectivamente por el francés Jacques Tardi y el italiano (ya fallecido) Guido Crepax. En las líneas que siguen nos detendremos en comentar un tanto ambos títulos...
Con este tercer volumen, Las extraordinarias aventuras de Adèle Blanc-Sec llegan a su fin. Y llegan antes de lo previsto, pues en sentido estricto solo las cincuenta primeras páginas del libro están protagonizadas por el célebre personaje de Jacques Tardi: de hecho, estamos ante "El laberinto infernal", novena y última entrega de la serie. El resto del volumen lo conforman las dos primeras obras de Tardi, publicadas por vez primera en 1974: "Adiós Brindavoine seguido de La flor en el fusil" y "El demonio de los hielos". En el primer caso, estamos ante dos historias hilvanadas entre sí y, dado que están protagonizadas por un personaje secundario en la serie principal, Lucien Brindavoine, su inclusión aquí (si se quiere, a modo de "material extra") está más que justificada. No ocurre lo mismo con "El demonio de los hielos", novela gráfica en blanco y negro (a diferencia del resto de la colección, a todo color) que guarda escasa relación con la serie de Adèle Blanc-Sec más allá de la pertenencia al género de aventuras con elementos propios de la novela folletinesca. Pero bienvenida sea, a pesar de todos estos lógicos peros, al tratarse de una de las obras más interesantes de su autor (lo que no es poco decir).
Centrémonos por un momento en la citada "El laberinto infernal" (álbum 9)... Una vez leída esta historieta, es fácil adivinar que Tardi, consciente de que está ofreciéndonos la despedida de su protagonista, recupera un gran número de elementos de las historietas previas; particularmente, de las inmediatamente precedentes "Todos monstruos" (7) y "El misterio de las profundidades" (8), pero también de todas y cada una de los otros álbumes protagonizados por Blanc-Sec: "Adèle y la bestia" (1), "El demonio de la torre Eiffel" (2), "El sabio loco" (3), "Momias enloquecidas" (4), "El secreto de la salamandra" (5) y "El ahogado de dos cabezas" (6). Y con estos mimbres, y con el fin de cerrar el círculo, Tardi urde el relato más enloquecido y arriesgado de una serie que no se caracteriza precisamente por su conservadurismo formal.
Así, el título de "El laberinto infernal" parece referirse no ya solo al argumento en sí sino también a lo intrincado de su narración, donde los acontecimientos se suceden sin freno y donde nuevos puntos de vista y nuevos personajes -entre ellos el citado Brindavoine y hasta un trasunto del mítico Fantomas- aparecen y desaparecen sin solución aparente de continuidad lógica. Por supuesto, para disfrutar de Adèle Blanc-Sec en general y de esta historia final en particular hay que rendirse al dominio narrativo de Tardi -que, desde las primeras viñetas y por boca de su protagonista, ironiza sobre el propio relato, dirigiéndose al lector y rompiendo así con la cuarta pared-, y dejarse llevar por el juego que el autor propone. No todos lo conseguirán, pero para aquellos que sí, Las extraordinarias aventuras de Adèle Blanc-Sec pasará a ser uno de sus cómics predilectos.
Buena parte de los rasgos que definen a la serie principal ya estaban presentes en "Adiós Brindavoine" y "La flor en el fusil", respectivamente un relato de aventuras exóticas en el desierto y otro de corte bélico donde Lucien Brindavoine toma el relevo como personaje protagonista. Pero en este caso, quizá sobre todo en la primera de las historias, el acabado visual se nos antoja más conseguido si cabe que en los álbumes de Blanc-Sec, con un resultado bellísimo influenciado por el art déco tanto como por la narrativa de Hugo Pratt, sin olvidar el homenaje a Klimt o las huellas de los grabados arquitectónicos de Piranesi o Gaudí. Una delicia para la vista, en definitiva.
Finalmente, y como decíamos, "El demonio de los hielos" no guarda una relación directa con la serie de Adèle Blanc-Sec, pero su lectura merece sobradamente la pena: estamos ante un relato de aventuras de ambientación marítima que, en un principio, parece evocar los nombres de Robert Louis Stevenson o Jack London, aunque conforme avance la trama y se vayan descubriendo los secretos que esta esconde el lector se percatará de que la principal influencia a la que se somete aquí Jacques Tardi es el de las novelas de aventuras, fantasía y ciencia ficción de Jules Verne. En cuanto al apartado gráfico, de un subyugante y contrastado blanco y negro, hay que señalar que estamos ante uno de los trabajos más conseguidos del autor de El secreto del estrangulador. Hágase cargo el lector del alcance de tal aseveración, siendo Jacques Tardi uno de los nombres sagrados de la historia de la bande dessinée.
Otro nombre sagrado de la historieta europea, más si cabe todavía después de su fallecimiento en 2003, es el del milanés Guido Crepax. Y buena parte de la culpa de este estatus se debe a Valentina, la heroína compatriota suya cuyas aventuras están siendo recogidas en volúmenes de lujo por parte de Norma, y cuya edición ha alcanzado ya su tercera entrega... para la que hemos tenido que esperar más de dos años desde que se publicó el volumen anterior. Pero la espera, créanme, ha valido la pena.
El presente tomo incluye las siguientes historias: "Baba Yaga", "Barbablù", "Annette", "El pequeño rey", "La caída de los ángeles" y "Quién teme a Baba Yaga". No piense en lector que se trata de aventuras totalmente independientes recogidas aquí siguiendo solo el orden cronológico de publicación original; más aún que en las entregas precedentes, las páginas que conforman el presente volumen forman casi una única historia de más de 200 páginas, publicada por vez primera entre 1971 y 1973, en las que Valentina Roselli deberá enfrentarse a su némesis por antonomasia: la temible bruja Baba Yaga.
Valentina y Baba Yaga llegaron a los cines de manos
del realizador Corrado Farina
En estas páginas siguen vigentes los logros narrativos y formales de los que hablamos al comentar los volúmenes uno y dos de la colección, así que espero me disculpen la autocita: "desde el arranque se nos muestra el caos que reina en el universo de Valentina, un mundo surrealista y anárquico plagado de imágenes desconcertantes y sueños oníricos. La influencia de Jung y sobre todo del psicoanálisis de Freud es innegable, y eso hace que en estas historias primen las sensaciones por encima de la acción física (...). Y es que a la hora de crear a Valentina, Crepax venía del mundo de la publicidad -su campaña para Shell le valió la Palma de Oro-, y había realizado numerosas portadas de discos para músicos como Louis Armstrong, Charlie Parker o Fats Waller. Esto se aprecia en la atrevidísima composición de páginas de su obra, donde alterna páginas con bocadillos repletos de texto con otras sin el apoyo de estos, mostrándose muy permeable a influencias del campo de la publicidad visual, así como del pop art y de la libertad extrema que caracteriza a las partituras del jazz."
Más allá de lo expuesto en el párrafo anterior, en las historietas incluidas en este tercer tomo (que cuenta para la ocasión con un espléndido prólogo firmado por Antonio Altarriba, el guionista de El arte de volar y El paso del tiempo), Crepax potencia uno de los elementos por los que su Valentina es una creación inmortal de la historieta universal: el erotismo en general y el bondage en particular. Así, y a pesar de las desventuras a las que se ve sometida -desde el secuestro de su bebé a un intento de violación-, su heroína se muestra siempre atractiva, y sus curvas insinuantes y sus poses provocativas chocan frontalmente con el devenir de los acontecimientos, como se ve no siempre propicios a la relajación erótica, creando una fractura de lo más sugerente.
A estas alturas, decir que Valentina de Guido Crepax es una obra maestra del cómic europeo resulta una obviedad; y que el estilo del autor ha influido en artistas de lo más variopinto (sin ir más lejos, el Frank Miller de Sin City) parece una boutade de lo más molesta. Pero por si acaso queda algún rezagado que todavía no se ha enterado, entiéndase que ha quedado dicho aquí tal que así. Esto es: aunque el atrevimiento de su contenido y sobre todo lo experimental de su narración no serán del gusto de todos los lectores, no duden en hacerse con ella. Y esperemos no tener que esperar tanto como en esta ocasión para poder disfrutar de un cuarto volumen.
Título: Las extraordinarias aventuras de Adèle Blanc-Sec (y otros relatos) (Vol. 3)
Autor: Jacques Tardi (guion y dibujo)
Editorial: Norma
Fecha de edición: marzo de 2012
176 pp. (color y b/n) - 22 €
Título: Valentina (Vol. 3)
Autor: Guido Crepax (guion y dibujo)
Editorial: Norma
Fecha de edición: enero de 2012
240 pp. (b/n) - 20 €
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- Calle de la Estación, 120
- Cuerpo a tierra
- El secreto del estrangulador
- La guerra de las trincheras (1914-1918)
- Las extraordinarias aventuras de Adèle Blanc-Sec (Vol. 1)
- Las extraordinarias aventuras de Adèle Blanc-Sec (Vol. 2)
- Niebla en el puente de Tolbiac
- ¡Puta guerra!
- Una resaca de cuidado
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