Abandonad toda esperanza

martes, 13 de febrero de 2007

Viaje al corazón de las tinieblas

En un país como este, al que se le suele acusar de que sus ciudadanos no hacen caso al resto, ¿sirve de algo todavía la crítica cinematográfica? Creemos que sí, aunque sea solo para una pequeña minoría, esa que el escritor Mariano Sánchez Soler afirma, seguro que con razón, ser la única que lee una revista como Dirigido Por (o que lee cualquier cosa que no sea el Marca o la prensa del corazón).



En la última entrega de "En busca del cine perdido", sección en la que se recuperan películas semiolvidadas y con la que se cierra cada número, el crítico Antonio José Navarro recomendaba vivamente Último tren a Katanga, producción de 1968 filmada por el habitualmente director de fotografía Jack Cardiff. Gracias a su breve ensayo hicimos por ver el film, y la recompensa a nuestro esfuerzo ha sido enorme.



El título original del film, The mercenaries, hace referencia a los personajes encarnados por Rod Taylor y Jim Brown, hombres de acción al mejor postor encargados aquí de rescatar un cargamento de diamantes en Katanga, territorio situado en el sur del Congo. A lo largo de su periplo aflorarán los sentimientos de todos sus hombres, moviéndose entre lo sublime (la camaradería, el honor) y lo abyecto (el racismo, la violencia).



Con esta cinta, Cardiff logró uno de sus mejores trabajos, que remite a la mejor novela y el cine de aventuras, un auténtico viaje a las tinieblas que no habría desechado el mismísimo Joseph Conrad, y cuyos fotogramas remiten a tantas y tantas joyas del género: de Sólo los ángeles tienen alas de Howard Hawks a El puente sobre el río Kwai de David Lean, pasando, claro está, por la soberbia El tren de John Frankenheimer; todo ello sin olvidar la influencia de los primeros spaghetti westerns de éxito, con las encarnizados enfrentamientos entre el héroe y su némesis, o esa partitura original de Jacques Loussier que recuerda tanto a las composiciones de Ennio Morricone dentro del género.



Si las películas construidas a partir de un viaje en coche constituyen el género de las road movies, con la citada cinta de Frankenheimer y otras muchas (El emperador del Norte, Nevada Express, El tren del infierno, etc.), Último tren a Katanga podría constituir casi un subgénero: el de las rail movies, aquí de manifiesto en una narración cargada de fisicidad, repleta de personajes memorables (el doctor alcohólico que no pierde la oportunidad de redimirse, el militar simpatizante de la causa nazi), y que muestra el lado más oscuro y primitivo del ser humano... sea cual sea el color de su piel.

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