Cuando un aficionado fiel a un género literario empieza a desencantarse por haberle dedicado al mismo horas y horas, lo que ha supuesto encontrarse con algún que otro bodrio con una asiduidad mayor de lo deseado, suele surgir una obra que hace que aquel vuelva a acercarse a su idolatrado amor artístico con interés renovado. Eso le ocurrirá a cualquier seguidor de la novela negra si cae en sus manos Un baile en el matadero de Lawrence Block.
La edición original de la novela, de título A dance at the slaugtherhouse, se publicó en el ya lejano 1991, y recibió el prestigioso premio Edgar Allan Poe, dedicado exclusivamente a la narrativa del género. Pese a ello permanecía inédita aquí hasta finales del 2006, cuando La Factoría de Ideas decide publicarla engrosando el ya goloso catálogo de su colección Calle Negra... Una línea que en sus títulos extranjeros todavía carecía de un clásico de peso, como ocurre aquí con Francisco González Ledesma y sus dos novelas recuperadas, Las calles de nuestros padres y Expediente Barcelona.
Así pues, el lector tiene una nueva oportunidad de acercarse a la certera prosa de Lawrence Block, de diálogos afilados como una navaja, inteligentes sin resultar inverosímiles, y que aquí dan forma a una nueva historia de uno de sus personajes emblemáticos, Matt Scudder, ex policía y detective sin licencia que arrastra el peso de su alcoholismo y de las imágenes de casos pasados.
El caso al que aquí se enfrenta Scudder es descubrir, por encargo del hermano de la víctima, si Richard Thurman, hombre de negocios de buena posición, es el culpable que está detrás del asalto a su hogar; un delito que se saldó con la violación y asesinato de su esposa embarazada.
Pero Block es perro viejo, y arranca su novela con un recurso más que inteligente: en lugar de ubicar el inicio en el habitual despacho del detective, con el cliente entrando por la puerta para ofrecerle el trabajo de su vida, sitúa al lector inmerso ya en plena investigación, colocando a Scudder y a su amigo Mick Ballou en un combate de boxeo celebrado en una de las zonas más deprimidas de Nueva York.
De eso precisamente habla Un baile en el matadero: de las zonas deprimidas, y no solo de las de las ciudades. También de los aspectos más ocultos y deprimentes del ser humano. Porque en su investigación, y de modo casual, Scudder se verá implicado en un asunto relacionado con una snuff movie, donde una pareja vestida con indumentaria sado asesina a un adolescente.
De ahí a mostrar el oscuro negocio de la prostitución juvenil y los chavales sin hogar, para Block va un paso. Como en Santuario de sombras, la estupenda novela de Amir Valle que comentábamos hace unos días, Block demuestra que el dinero no tiene dueño, pero las personas sí. O al menos eso piensan algunos, que trafican con seres humanos como quien compra o vende whisky. Ese whisky que, con entereza, Scudder se resiste a volver a probar, consiguiendo mantenerse alejado de la botella durante las más de trescientas apasionantes páginas de esta novela imprescindible.
Un baile en el matadero
Lawrence Block
Madrid, La Factoría de Ideas, 2006
320 pp. – 18,95 €
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3 comentarios:
Excelente. Magistral. Y tu exposición, lo mismo. Espero que le dediques en EPDV un salmo.
Un saludo,
José Andrés.
La verdad es que es un pedazo de libro, me tiene atrapado.
BLOCK. Un baile en el matadero
Block pasa por ser uno de los importantes de la novela negra norteamericana. Y eso es bastante porque en ese club y en ese país hay gente que escribe muy bien. Su personaje en bastantes ocasiones es el detective Matt Scudder.
Lo digo de entrada: la violencia y la sexualidad son bastante explícitas en esta novela, los malos son una pareja de psicópatas -él y ella- que graban abusos y torturas (snuff). Si se trataba de mostrar lo que el hombre es capaz de hacer, podía hacerse con algo de más gusto. Con este argumento es difícil no mencionar ese tipo de actividades, pero hay muchos modos de hacerlo.
Otra cosa. Si te saltas las reglas, acabas siendo como aquello que quieres perseguir. Scudder se despista por completo.
El personaje de Scudder y muchos de los secundarios están magistralmente retratados y los diálogos son de lo mejor que he leído -en este género- en mucho tiempo.
Estos comentarios bastan para que el lector inteligente se haga una idea y sepa lo que puede esperar.
Otros personajes de otras series de novelas suyas son:
Bernie Rhodenbarr, ladrón.
Evan Tanner, espía.
Keller, asesino a sueldo.
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