miércoles, 27 de enero de 2010
Jiro Taniguchi, ayer y hoy
Jiro Taniguchi es, a día de hoy, uno de los más importantes autores de manga a nivel mundial, y no solo por la calidad de su obra, demostrada con creces una y otra vez cada vez que publica un nuevo título, sino también por el éxito que ha obtenido más allá de las fronteras de Japón y por las conexiones que ha establecido con la historieta y la sensibilidad europeas, especialmente con la bande desinée francesa, en donde ha creado escuela y ha supuesto un fuerte empujón a esa corriente que se ha venido a llamar nouvelle manga y en la que destacan la pareja (en sentido esctricto, aplicado a la vida real) formada por Frédéric Boilet (Ellas) y Aurélia Aurita (Fresa y chocolate).
Hay que agradecerle a la editorial Ponent Mon la continuada atención que están prestando a la figura de Taniguchi, y que después de un impasse en el que a finales del año pasado la editorial no aportó ninguna novedad haya regresado con fuerza convirtiendo a este autor nacido en Tottori en 1947 en el buque insignia de este regreso... ya que si ningún contratiempo lo impide en febrero aparecerá el primer volumen de Mi año (con Morvan) y en abril y junio las dos entregas de Blanco.
Decía Álvaro Pons en su reseña de Un zoo en invierno, título con el que la editorial abre su actividad el presente año, que lo peor que le podía pasar a esta última obra de Taniguchi es haberse publicado apenas un par de meses después de Una vida errante, la obra maestra de Yoshihiro Tatsumi publicada aquí por Astiberri en dos volúmenes, dadas las inevitables comparaciones. Bien es cierto que ambos títulos presentan algunas semejanzas, sobre todo en lo referente a su temática: en ambas sus respectivos autores relatan sus comienzos como autores de cómic, empleando un alter ego ficcional (Hiroshi en el caso de Tatsumi, Hamaguchi en el de Taniguchi), y mostrando los pros y los contras de una etapa muy especial y significativa de sus respectivas vidas. Pero ahí acaban las concomitancias y se destapan las diferencias.
En Un zoo en invierno Taniguchi nos lleva al Kyoto de finales de 1966, un lugar y una época en los que el protagonista, Hamaguchi, se muestra como una suerte de diseñador gráfico que trabaja para una pequeña empresa. Conforme pasan los días se va dando cuenta de que no se realiza en su trabajo, y un episodio en el que se ve inmerso sin querer (la hija del jefe decide fugarse con su amante, varios años mayor, mientras Hamaguchi actúa como vigilante de la susodicha) le servirá de empujón para abandonar su actual lugar de trabajo, en el que se encuentra en una posición muy incómoda, para marcharse a Tokio a buscar fortuna como autor de manga.
Como Tatsumi, Taniguchi refleja con acierto la atmósfera laboral que vivían los autores de manga en el Japón de los años 60 y 70: una época de esplendor para el cómic japonés que obligaba a sus artífices a manufacturar obras a velocidad de vértigo, de forma atropellada ante las siempre agobiantes fechas de entrega, y que obligaban a los autores más celebrados a tener varios ayudantes que entintaran, rellenaran espacios y trabajaran los fondos con el fin de poder cumplir con sus compromisos con las distintas publicaciones periódicas de historietas.
Pero, como decíamos, el autor de El rastreador toma un camino distinto, y lejos de querer ofrecernos un fresco histórico de un país y una era, incluso lejos de querer hacer uso de la intrahistoria para de paso mostrar lo anteriormente expuesto, opta por realizar un retrato mucho más intimista, en la línea de las obras que le han dado fama -como Barrio lejano o El almanaque de mi padre-, y donde lo que prima es, por un lado, la realización personal del protagonista; y, por otro, sus vínculos sentimentales con los que le rodean, particularmente con su hermano mayor (con el que vivirá un importante y emotivo acercamiento después de una etapa de separación) y con una joven que se convertirá en su primer amor verdaderamente relevante.
Todo ello se plasma en una serie de páginas que hacen gala de la particular y reconocible expresividad gráfica de Taniguchi, con un uso magistral de los silencios, si bien hay que señalar que en pos de la verosimilitud a la hora de reflejar las relaciones humanas también hay espacio para unos diálogos de gran naturalidad, más cercanos a las obras citadas en el párrafo anterior que a narraciones más contemplativas como la excepcional El caminante. El resultado de una perfecta amalgama de todos estos elementos es una obra deliciosa, llamada a crecer en consideración general con el paso del tiempo, y una manera inmejorable, en nuestra opinión, de empezar a leer cómics en este 2010.
A mi parecer, lo peor -por así decirlo- que podía pasarle a Un zoo en invierno a la hora de llamar la atención del público al que va destinado no es su coincidencia con la creación de Tatsumi, sino llegar a las librerías apenas un mes después que la edición integral de Barrio lejano, obra del propio Jiro Taniguchi y considerada casi por consenso universal uno de sus títulos capitales y una obra maestra del manga contemporáneo, y cuya lectura ya recomendamos hace unas semanas. Aunque, bien pensado, el efecto podría ser precisamente el contrario y los que descubran a Taniguchi a través de este Barrio lejano quizá se abalancen sobre otros títulos del autor disponibles en las librerías especializadas (que yo recuerde, todos de la mano de Ponent Mon con la excepción de la mencionada El almanaque de mi padre, editada por Planeta).
Ajena a la concepción autobiográfica de Un zoo en invierno, pero muy cercana a la plasmación de emociones vividas de primera mano vertidas en un relato ficcional, Barrio lejano efectúa un viaje (literal en el marco de la obra) al pasado, una reflexión acerca del peso del mismo en nuestro presente, convirtiéndolo en una manera de reflexionar sobre el hoy y una posibilidad de intento de cambiarlo. Esto es, un retrato del pasado desde la experiencia del presente, con todo lo que ello conlleva.
El protagonista del relato es Hiroshi Nakahara, un hombre de negocios centrado totalmente en su trabajo, lo que le ha llevado a dejar demasiado de lado a su familia en beneficio del anterior. Además, una cierta insatisfacción vital -muy similar a la del Hamaguchi de las primeras páginas de Un zoo en invierno- lo lleva a beber demasiado, en una situación que fácilmente podría caer en el alcoholismo. Pero un error (aunque podría debatirse si en realidad es tal y no fruto de una necesidad subconsciente) a la hora de coger un tren lo lleva a su barrio natal, a visitar el viejo cementerio de Genzen donde reposa su madre... y a efectuar un viaje a través del tiempo a la época en la que tenía solo catorce años y era un estudiante de educación secundaria más preocupado por encajar entre sus semejantes y por llamar la atención de esa compañera tan guapa que por lo general le ignoraba.
A partir de ahí, Taniguchi construye un relato que puede recordar a una obra también interesantísima pero muy alejada geográficamente como Inolvidable de Alex Robinson, tanto que me hace sospechar que el autor de Malas ventas muy bien podría conocer la obra del japonés. Tanto es así que en ambos títulos tiene una particular importancia la relación del protagonista con su padre, una figura ausente aunque lo sea por razones distintas: una enfermedad mortal que se lo arrebata en el caso de Robinson, un abandono voluntario en busca de un sueño personal en Taniguchi.
Poco más puede decirse que otros no hayan dicho ya y mejor de una obra tan redonda como Barrio lejano, que ahora Ponent Mon nos ofrece en una edición integral en sentido de lectura occidental adaptada por el citado Frédéric Boilet, el discípulo galo de Taniguchi por antonomasia, y supervisada por el propio autor de la obra. Lo que sí hay que subrayar es que Un zoo en invierno no merecería pasar desapercibida, pues considero que si no goza de la fama de este Barrio lejano se debe solo a que es una obra mucho más reciente y que todavía no han disfrutado generaciones de lectores como ha ocurrido con esta. Porque, en algunos aspectos, y quizá por las expectativas inevitables a la hora de leer Barrio lejano, me quedo antes con la delicadeza y sutilidad de Un zoo en invierno, que vuelvo a recomendar encarecidamente.
Título: Un zoo en invierno
Autor: Jiro Taniguchi (guión y dibujo)
Editorial: Ponent Mon
Fecha de edición: enero de 2010
232 páginas (b/n) - 16 €
Título: Barrio lejano [Integral]
Autor: Jiro Taniguchi (guión y dibujo)
Editorial: Ponent Mon
Fecha de edición: diciembre de 2009
408 páginas (b/n) - 18 €
(+) Previously on Abandonad toda esperanza, Jiro Taniguchi:
- El rastreador
- K / La montaña mágica
- La cumbre de los dioses
- Seton
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1 comentario:
Ay cachislamar, que acabas de reventar el final de Inolvidable a quien no lo haya leído... :D
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