jueves, 6 de marzo de 2008
Zorgo: Megalomanía irreverente
La sombra de la escuela Bruguera, esa que tan bien ha retratado Antoni Guiral en dos libros de lujo imprescindibles, es alargada. Para comprobarlo basta echarle un vistazo al trabajo de Hernán Migoya y Juaco Vizuete Julito, el cantante cojito, o a este Zorgo, la creación de Luis Bustos que vio la luz en las páginas de la extinguida Mister K, y cuyas desventuras recopila ahora Dibbuks en este álbum unitario editado con exquisitez.
Zorgo es un villano megalomaníaco que pretende, como la mayoría de villanos megalomaníacos, conquistar el mundo y subyugar bajo su dominio a toda la humanidad. Pero como imaginará el lector a poco que contemple con atención la cubierta y las páginas del cómic, no estamos ante un individuo peligroso de verdad, como los múltiples villanos de la saga (literaria y cinematográfica) de James Bond, desde el Dr. No a Goldfinger pasando por Blofeld o Scaramanga. Tampoco descubriremos en Zorgo a un sosias del Doctor Muerte de Marvel Comics o el Lex Luthor que le hace la vida imposible al Superman de DC. Nos encontramos más bien ante un maloso de pacotilla más influido por autores como Vázquez o Jan que por las obras y personajes aquí citados.
Y es que Zorgo, cuyo principal ayudante es el joven Manolito, y cuyos enemigos acérrimos son un agente especial de la ONU y Jonathan, el mismísimo presidente de los Estados Unidos, debe mucho a la factoría de Editorial Bruguera, y en particular a inmortales creaciones como Anacleto, agente secreto de Vázquez o Superlópez de Jan (sin ir más lejos, parodias propiamente dichas de los citados Bond y Superman, respectivamente).
Dado que estas aventuras de Zorgo (el volumen incluye 44 historias de una página) fueron publicadas en la citada Mister K, la propuesta de revista juvenil de los creadores de El Jueves, su contenido es más bien ingenuo, más propio de un público infantil y adolescente que de uno adulto, si bien este puede disfrutar de diversos apuntes que se sugieren en sus páginas, más aún si logra retrotraerse a sus más tempranas experiencias como lector.
Y es que el mero empleo de un villano como protagonista de las historias supone un atractivo atrevimiento por parte del autor madrileño, teniendo en cuenta que su destino eran las páginas de un magazine juvenil. Así, Bustos nos presenta a un supervillano cuyos compañeros de clase triunfarán más que él: en la escuela primaria se verá atormentado por un crío que no es otro que el futuro presidente de los Estados Unidos; años más tarde, Zorgo acabará por graduarse en la Universidad de Oklahoma en 1977 junto a un jovencísimo Bill Gates que, a su manera y de forma legal, acabaría también dominando el mundo.
Pero debido a su target potencial, algunas de las peripecias de Zorgo se nos antojan demasiado simples, recurriendo al chiste fácil o a ocurrencias demasiado manidas: así ocurre con historias como "Despiste mortal", "¡Todo va (demasiado) bien!", "Ayudando al prójimo" o "Zorgo está triste...". Lo mismo ocurre cuando la obra hace referencias a elementos demasiado coyunturales del momento, como es el caso del éxito de los reality shows televisivos, el movimiento metrosexual o el fenómeno mediático de Operación Triunfo.
Ahora bien, sucede todo lo contrario cuando Bustos alude a elementos más propios de una realidad política y económica más adulta, como es el caso de la especulación inmobiliaria, la manipulación de votos electorales, la figura del inspector de Hacienda como villano a temer, o sobre todo el empleo de la figura de un presidente de la nación más poderosa del mundo que, como ya señalábamos y en genial ocurrencia, fue compañero de escuela del pequeño Zorgo durante la niñez de ambos.
Además, cabe mencionar aciertos puntuales (y geniales) como la presencia de un robonazi con el cerebro clonado de Hitler, la invención del artilugio zorgómetro (tan destacable como el zapatófono de Maxwell Smart y Anacleto), o la pizarra que Zorgo usa para atormentar al presidente Jonathan, desde su cueva en la Isla Calavera (un obvio homenaje a The Phantom, el Hombre Enmascarado de Lee Falk), al final del relato "¡Bueno, bonito y barato!".
Todo ello, sin olvidar a los homenajes a los mad doctors, desde el Frankenstein de las películas de la Universal (y el Gene Wilder de El jovencito Frankenstein, claro), a creaciones de la factoría Bruguera como el profesor Bacterio de Mortadelo y Filemón de Francisco Ibáñez, o el malvado Escariano Avieso al que descubrimos en el álbum La semana más larga... del citado Superlópez, genial creación esta de Jan a la que sin duda el estimable Zorgo de Luis Bustos debe mucho de su existencia.
Título: Zorgo
Autor: Luis Bustos (guión y dibujo)
Editorial: Dibbuks
Fecha de edición: febrero de 2008
48 páginas (color) - 11 €
(+) Otros seriales de humor recopilados en tomo:
- Bok
- Federico Mendelssohn Bartholdy
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