Cuando los que somos aficionados al cine de serie B y de una u otra manera nos interesa o fascina su obra, esperábamos que en cualquier momento podría sorprendernos la lamentable noticia del fallecimiento de Jesús Franco, cineasta veterano que pronto cumplirá los 82 años. Pero la sorpresa acabó siendo otra muy distinta aunque igualmente triste: al tío Jess, como le conocen cariñosamente algunos de sus seguidores, se le adelantaba en el viaje al otromundo su esposa, colaboradora y musa: la actriz y directora Lina Romay. Un cáncer fue la enfermedad que se llevó a esta intérprete catalana, popular sobre todo por su relación sentimental y profesional con Franco, con quien acabó contrayendo matrimonio civil en 2008.
Lina Romay debutó en el cine (de Franco y en general) en el año 1972, y hasta su fallecimiento nunca dejó de trabajar detrás y (sobre todo) delante de las cámaras. Tanto es así que su filmografía como actriz acabó superando el centenar de títulos. En esta labor se especializó, de la mano de su pareja, en el cine de terror y el erótico, géneros que a veces trabajó por separado y la mayoría de veces juntos en un cóctel fácilmente reconocible e identificable con el estilo narrativo y visual del director de 99 mujeres.
En dicha filmografía destacan filmes como La maldición de Frankenstein, La hija de Drácula, Los ojos siniestros del doctor Orloff, Les avaleuses, Jack the Ripper, El sádico de Notre-Dame, Justine, Ópalo de fuego, Eugenie (Historia de una perversión), El sexo está loco, Aberraciones sexuales de una mujer casada, La chica de las bragas transparentes, Botas negras, látigos de cuero, La noche de los sexos abiertos, La tumba de los muertos vivientes, Gemidos de placer, El hotel de los ligues, Macumba sexual, Mil sexos tiene la noche, La sombra del judoka contra el doctor Wong, La mansión de los muertos vivientes, Los depredadores de la noche, Tender Flesh, Marie-Cookie and the Killer Tarantula o Paula-Paula, esta última su film testamento, rodado en vídeo en 2010. Títulos todos ellos dirigidos por el propio Franco, artífice tras la cámara de la mayor parte de los trabajos de Lina como actriz.
No obstante, Lina Romay también trabajó a las órdenes de otros realizadores, como Jorge Grau (en Cartas de amor de una monja), Carlos Aured (en la muy popular El fontanero, su mujer... y otras cosas de meter y Apocalipsis sexual), Ricardo Palacios (en Mi conejo es el mejor), o, más recientemente, Pedro Temboury; en este último caso nos referimos a la popular Kárate a muerte en Torremolinos, donde también aparecía el propio Jess Franco interpretando un rol secundario.
Como directora, Lina Romay realizó doce largometrajes en apenas cuatro años, de 1983 a 1987, todos firmados con seudónimos (los más populares y habituales: Candy Coster y Lulú Laverne) y pertenecientes todos ellos al género erótico, a veces muy cercanos al porno. Estos doce títulos fueron Confesiones íntimas de una exhibicionista, Una rajita para dos, Un pito para tres, El chupete de Lulú, Para las nenas, leche calentita, El mirón y la exhibicionista, Entre pitos anda el juego, Las chuponas, Las chicas del tanga, Phollastía y Falo Crest... Estas dos últimas una pareja de filmes que parodiaban en clave erótica desde su mismo título dos populares seriales norteamericanos de la década.
Su última aparición pública fue en 2009, cuando le concedieron a Jesús Franco un Goya de Honor por toda su carrera como cineasta. Lina Romay acudió al acto y subió al escenario acompañando al que por aquel entonces ya era su esposo, que contra todo pronóstico ha acabado por sobrevivirle... y esperemos que sea por muchos años.
Rosa María Almirall Martínez, llamada Lina Romay, nació en Barcelona en 25 de junio de 1954, y falleció en Málaga en 15 de febrero de 2012. Tenía por tanto 57 años. Descanse en paz.
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