El Festival de Cine de Sitges ofrece todos los años la posibilidad de conocer algo mejor los entresijos del cine de género, gracias a las clases magistrales impartidas por los cineastas que visitan el certamen: este año ofrecieron charlas los realizadores Juan Antonio Bayona, Alex Proyas, Tarsem Singh y Stuart Gordon, así como Douglas Trumbull y Syd Mead -respectivamente, creador de efectos especiales y director artístico de Blade Runner- y los responsables de los efectos especiales de El orfanato.
De la misma forma, se proyectaron también algunos documentales sobre cine. Este año tuvimos la oportunidad de ver dos. El primero de ellos, una producción española titulada Jesús Franco Manera (de vivir), dedicada a la figura del veterano realizador español, especializado en cine de género, y que iba a impartir también una clase magistral en Sitges pero que finalmente no pudo asistir al evento.
El documento, dirigido por Quique Mesa, parte de una larga conversación con el realizador, que se mantiene siempre presente durante los 82 minutos de metraje, alternando el plano medio y primer plano, junto a evocaciones en un lateral del encuadre sobreimpresas, a modo de virutas de humo.
Más centrado en los años de infancia, adolescencia y madurez del autor de Vampyros Lesbos y en sus vivencias personales como estudiante o músico de jazz, que en el propio cine, el documental apenas se detiene en algunos de sus títulos, siendo la película de culto Necronomicon y su trabajo como director de la segunda unidad de Campanadas a medianoche de Orson Welles los trabajos cinematográficos de los que más habla su realizador.
No obstante, como no podía ser menos, el espectador no echará en falta temas recurrentes como su relación (sentimental y profesional) con Lina Romay, la razón de ser de sus múltiples seudónimos artísticos (de Jess Frank a Clifford Brown, pasando por David Khune o los más sorprendentes Candy Coster y Lulu Laverne), la anécdota de su encuentro con Fritz Lang o un recuerdo para la fascinante figura de la malograda Soledad Miranda.
Lástima que el documental de Mesa no indague más en la obra fílmica de su protagonista, limitándose a darle rienda suelta para que este hable de aquello que más le apetezca. No obstante, el orador siempre impagable que es Jess Franco -no se pierdan sus declaraciones al respecto de Ed Wood, el peor director de cine de la historia- consigue mantener por sí solo el interés hacia un film que podría haber dado mucho más de sí.
Más interesante nos pareció Les enragés du cinéma coréen, documental rodado para el Canal + francés por Yves Montmayeur, y centrado en la aparición de una serie de nuevos cineastas que han hecho del cine de género el centro de sus respectivas filmografías.
Los directores de cine que protagonizan el documental son muchos, destacando algunos como Park Chan-wook, firmante de una obra maestra de la talla de Oldboy; Bong Soon-ho, autor de un film noir tan espléndido como Memories of Murder y de The Host, una de las mejores monster movies de todos los tiempos; Ryoo Seung-wan, firmante de películas de acción como Arahan o The City of Violence; o el muy (merecidamente) prestigioso Kim Ki-duk, autor de La isla y Hierro 3.
A lo largo de su conciso metraje (menos de una hora), Montmayeur demuestra que el centro de atención principal de las filmografías asiáticas ha ido cambiando con el paso de los años: si primero fue Japón el cine que más se exportaba a los festivales de todo el mundo, y después el cine de acción made in Hong Kong copaba las estanterías de los videoclubs y las videotecas privadas de los cinéfilos más curiosos, el cine coreano es ahora la indiscutible estrella del panorama cinematográfico oriental. Algo que no nos extraña dada la calidad del cine de género (del terror al thriller, de la comedia romántica al drama más desaforado) que se está rodando ahora mismo en aquellas latitudes.
Post Scriptum.- La proyección de Les énragés du cinéma coréen contó con la presencia de su realizador, Yves Montmayeur, de los cineastas coreanos Park Chan-wook (I'm a Cyborg but That's OK) y Ryoo Seung-wan (The City of Violence), así como de los críticos Roberto Cueto y Juan Zapater (coordinadores de un imprescindible monográfico de la revista Nosferatu sobre nuevo cine coreano). A continuación, un pequeño reportaje fotográfico del encuentro con el público que acompañó a la proyección.
(Nota: En la última fotografía, el autor de este vuestro blog junto al cineasta Park Chan-wook.)
[Fotografías: (C) C. Carrasco.]
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