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miércoles, 24 de octubre de 2007

Sitges (VII): El rey de la montaña y La habitación de Fermat



En el Festival de Cine de Sitges de este año, el cine español tuvo una relevante presencia: El orfanato de J. A. Bayona (de la que hablaremos aquí en breve) inauguró el certamen, y REC de Jaume Balagueró y Paco Plaza (que se estrena el próximo mes) fue una de las grandes triunfadoras del palmarés. Pero también pudimos ver otras dos producciones españolas que todavía no han llegado a la cartelera...



La primera de ellas, El rey de la montaña, es el tercer largometraje de Gonzalo López-Gallego tras Nómadas y Sobre el arcoiris, y se presenta como un thriller de escasos personajes y ambiente rural que podría poner, al fin, el nombre de su realizador al frente de un trabajo de más que probable eficacia comercial.



La película en cuestión está protagonizada por Leonardo Sbaraglia en la piel de un individuo que se dirige en coche al domicilio de su ex novia con la intención de intentar recuperarla. Al parar a repostar en una gasolinera, su camino se cruzará con el de una joven delincuente (interpretada por María Valverde) con la que tendrá un encuentro sexual en los servicios... y que acabará robándole la cartera. Pero lo que parecía un gran inconveniente se convertirá en el menor de sus problemas cuando, después de perderse en los intrincados caminos de la montaña y sin cobertura en el móvil, un desconocido comience a dispararle desde lo alto de los riscos.



Al final de la historia, que no desvelaremos aquí pero del que, inevitablemente, habrá que dar alguna pista, lo que parecía iba a ser un film sobre lo primario de la condición humana al estilo Deliverance deviene en una reflexión sobre la deshumanización de la sociedad actual, que hermana este trabajo de López-Gallego con una cinta como Ils (vista en el pasado Sitges 2006) y, sobre todo, con las radicales propuestas que conforman la filmografía del austríaco Michael Haneke.



Al film de López-Gallego se le pueden poner algunos peros, sobre todo en lo relativo al papel femenino protagonista, que no tiene la relevancia que debería, y cuya única razón de comparecer parece ser la de alargar la historia hasta alcanzar la duración de un film convencional. Pero, por lo demás, El rey de la montaña es una atractiva propuesta, dirigida con pulso, y que cuenta con un cuarto de hora final sobrecogedor y repleto de aciertos de puesta en escena por parte de su máximo responsable.



Igual de interesante, e incluso más comercial que la anterior, es La habitación de Fermat, debut en la dirección de los guionistas Rodrigo Sopeña y Luis Piedrahita (este último más conocido por su faceta como humorista en televisión y radio).



El film, protagonizado por Lluís Homar, Alejo Sauras, Elena Ballesteros, Santi Millán y Federico Luppi en la piel del Fermat del título, entra en la tradición de las películas con sorpresa protagonizadas por (algunos) fingidores e intencionadamente repletas de trampas, falsas apariencias y giros argumentales inesperados.



Obviamente, no está a la altura de ilustres cintas del subgénero como La huella, El golpe o Sospechosos habituales, pero a partir de la historia de cuatro matemáticos encerrados en una habitación menguante que deberán resolver una serie de acertijos si quieren escapar con vida, Piedrahita y Sopeña elaboran un thriller entretenidísimo que denota el oficio de guionistas de sus responsables, preocupados tanto por la definición de los personajes como por la credibilidad y funcionalidad de los diálogos.



En cuanto al reparto, todos están muy ajustados en sus respectivos papeles, si bien es de justicia destacar al siempre espléndido Lluís Homar, así como a un Santi Millán magnífico y alejado de los papeles cómicos que le han dado fama. Lástima que un intérprete tan excepcional como el argentino Federico Luppi no tenga un papel a la altura de sus posibilidades, si bien es pecata minuta impuesta por el lógico discurrir de la trama.

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