Una sonrisa como la de Tiburón
(Roger Ebert dixit)
(Roger Ebert dixit)
Charles Napier nunca fue una estrella... aunque su filmografía, si sumamos largometrajes y trabajos para televisión, cuente con casi dos centenares de títulos. Esto se debe a que Napier desarrolló su carrera como actor en películas hoy referencias clave de eso que se ha venido a llamar cine de culto pero que en su día pasaron muchas de ellas más bien desapercibidas, además de que muchos de los roles que interpretó fueron personajes secundarios al servicio de la estrella de turno.
Así, su debut tuvo lugar a finales de los años 60 en algunas series de televisión e incluso en un par de filmes hoy olvidados; pero en 1970 fue reclutado por el siempre particular Russ Meyer para participar en dos filmes: la reivindicable Beyond the Valley of the Dolls (Más allá del valle de las muñecas) y Cherry, Harry & Raquel!, su primera colaboración con el realizador, y donde interpretó al Harry del título. Podría decirse de este director, conocido por su aportación al género de las nudies y por su querencia particular por las mujeres de curvas exuberantes y escotes de vértigo, que fue el verdadero descubridor de Napier, con el que volvería a contar al año siguiente en The Seven Minutes y un lustro después en Supervixens: en esta cinta, una de las más emblemáticas (y alocadas) de su autor, Napier interpretó uno de los roles más recordados de su carrera: el de Harry Sledge, un sheriff psicópata que no está muy lejos, aunque en clave de humor, del Lou Ford de la novela Un asesino dentro de mí escrita por Jim Thompson.
Pero si hay un director que fue fiel a Charles Napier a lo largo de su carrera, ese fue sin duda alguna Jonathan Demme: desde que contara con él por vez primera en el thriller El eslabón del Niágara, ambos repitieron en las comedias Melvin y Howard, Chicas en pie de guerra, Algo salvaje y Casada con todos -en esta Napier hizo las veces de un divertido peluquero gay al servicio de Michelle Pfeiffer-, así como en El silencio de los corderos (allí fue una de las víctimas más recordadas del canibalismo de Hannibal Lecter), Philadelphia (donde encarnó al juez en el proceso judicial en el que Denzel Washington defendía a un oscarizado Tom Hanks) y El mensajero del miedo (remake de la película homónima de John Frankenheimer).
Dejando a un lado a Meyer y a Demme, la carrera como actor de Charles Napier combinó siempre trabajos para la gran y la pequeña pantalla. Para esta última realizó intervenciones en series tan emblemáticas como Mannix, Star Trek, Misión imposible, Kojak, Las calles de San Francisco, Starsky y Hutch, El coche fantástico, Dallas, El Equipo A, Se ha escrito un crimen o, más recientemente, Los 4400 -ya reseñamos su colaboración aquí-, CSI o Caso abierto, por citar tan solo algunas. Por su parte, pudimos verlo en los cines en títulos como Granujas a todo ritmo (The Blues Brothers), Los timadores, Un loco a domicilio, Los amos de Dogtown o la saga Austin Powers... si bien su personaje más popular es sin duda el de Murdock, el burócrata militar que se enfrentaba a John Rambo en Rambo: Acorralado parte II. Fue precisamente este tipo de personaje, el de militar intransigente, así como el de policía o sheriff duro de roer, un rol en el que Napier se especializó no sabemos si a conciencia o por casualidad.
Pero, como decíamos antes, la mayoría de sus trabajos para cine pasaron desapercibidos, y solo los aficionados al cine más abisal podrán recordarlo en filmes como la demencial Marine: Entrenado para matar, al servicio de Michael Paré; Bodycount, en la que encarnó de nuevo al sheriff de la función y donde coincidió con el citado David Hess; Deep Space (Del espacio profundo), dirigida por el todoterreno Fred Olen Ray; la tan absurda como divertida Aliens del abismo; Maniac Cop 2, secuela de un clásico del cine de culto contemporáneo; o la muy curiosa muestra de blaxpoitation a destiempo Original Gangstas de Larry Cohen. Pero fuera como fuese, con mayor o menor presupuesto, Charles Napier siempre hizo gala de una profesionalidad y sobre todo de una personalidad propia que le aseguran un lugar imborrable en nuestros recuerdos cinéfilos.
Charles Napier nació en 12 de abril de 1936 en Mt. Union, Kentucky, y falleció en 6 de octubre de 2011 en Bakersfield, California. Tenía por tanto 75 años. Descanse en paz.
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