Hace 33 años, tal día como hoy de 1981, y sesenta y nueve días después de que asumiera la presidencia, Ronald Reagan era víctima de un intento de asesinato al salir de una conferencia en el hotel Washington Hilton de la capital de Estados Unidos. El autor de los disparos que hirieron al presidente y a otras tres personas fue John Hinckley Jr., que finalmente fue declarado no culpable, diagnosticado como enfermo de demencia y finalmente confinado en una institución mental en la que todavía hoy sigue recluido.
Foto de la ficha policial de John Hinckley Jr.
La motivación de Hinckley fue su obsesión enfermiza por la actriz Jodie Foster y muy especialmente por el papel que esta, siendo apenas una adolescente, había interpretado en el clásico moderno de Martin Scorsese Taxi Driver, Palma de Oro en Cannes en 1976 y film que el frustrado magnicida había visto al menos quince veces durante el lustro transcurrido desde su estreno. Recordemos que el protagonista del film, Travis Bickle (al que encarnó un espléndido Robert De Niro), intentaba rescatar a una niña de doce años (Foster) del mundo de la prostitución, al mismo tiempo que también planeaba asesinar a un senador que se postulaba para el cargo de presidente de los Estados Unidos.
Jodie Foster en una foto promocional de Taxi Driver
Al parecer, Hinckley siguió a Foster por todo el país, le escribió numerosas cartas y la llamó por teléfono personalmente en un par de ocasiones. Convencido de que debía convertirse como ella en toda una celebridad para que la actriz y futura directora le hiciera caso, Hinckley comenzó a acechar al entonces presidente Jimmy Carter, y finalmente fue capaz de atentar contra la vida del recién llegado Reagan, a la sazón ex actor del Hollywood de los años dorados. Solo tras la detención de su acosador, Jodie Foster pudo dormir tranquila... aunque siempre ha manifestado que aquello fue una pesadilla que nunca olvidará y que todavía la atormenta de vez en cuando. Una siniestra efemérides.
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