Ha querido o bien el azar, o bien la voluntad de un editor que compagina un buen ojo comercial con un gusto impecable, que la editorial La Cúpula haya publicado en los últimos meses una serie de obras sobre la adolescencia, una retahíla de títulos protagonizados por personajes que se encuentran en ese período tan delimitado, social y biológicamente, de la línea de la vida, en el que los cambios -psíquicos y fisiológicos- son constantes, todo se sublima y se produce una falla insalvable entre la infancia y la etapa adulta.
Hoy le toca el turno a Skim y Trágame entera, pero no hay que olvidar que la editorial barcelonesa ha publicado también la primera entrega de El rey de las moscas de Mezzo y Pirus, que ha recuperado en un volumen único El resentido de Juaco Vizuete, o que sigue publicando en volúmenes recopilatorios la edición integral (e indispensable) de Odio, de Peter Bagge, sin olvidar los títulos de Joe Matt (Pobre cabrón) que tienen en catálogo. Estas obras -y otras en curso, como Wet Moon de Ross Campbell (Norma Editorial)- podrían considerarse el correspondiente en el ámbito del cómic a las famosas obras de William Golding o J. D. Salinger sobre la tumultuosa y pasional adolescencia, mucho más representativas que el Retrato del artista adolescente de James Joyce por más que su título nos sirva parafraseado para encabezar estas líneas.
Vayamos con la última obra en ver la luz: Skim es una novela gráfica escrita por Mariko Tamaki y dibujada por Jillian Tamaki, dos autoras a las que une, además de un vínculo familiar (son primas), una misma sensibilidad a la hora de acercarse a la adolescencia, representada en sus páginas por una protagonista memorable: Kim Keiko Cameron, apodada 'Skim' en referencia a la leche desnatada por algunos de sus más crueles compañeros de instituto, es una adolescente con sobrepeso, una joven gótica de sensibilidad extrema aficionada a la brujería, la astrología, las cartas del tarot y la filosofía, que día a día refleja en su diario privado sus vivencias personales y sus reflexiones vitales, sola o en compañía de su mejor amiga Lisa.
La acción de Skim arranca en 1993: las jóvenes alumnas del instituto privado femenino al que acude Kim ven cómo su universo particular se tambalea cuando a Katie Matthews, una de las residentes, la deja su novio. Pero lo que en un principio parecía un hecho sin más importancia que para la joven que lo vive en primera persona se convierte en una tragedia real cuando el chico se suicida. Pronto los rumores se extienden por todo el colegio, y la gente empieza a elucubrar sobre si el suicida mantenía oculta su homosexualidad...
Skim narra el devenir de la protagonista a lo largo de un año académico, con su tragedia particular sumergida en medio de otra más generalizada: para complicar aún más las cosas, la propia Kim empieza a plantearse su condición sexual al sentirse atraída por la profesora de literatura, con la que están leyendo Romeo y Julieta de William Shakespeare... Una relación complicada fruto de la diferencia de edad y de la relación profesor-alumno que las separa tanto o más que como las une.
El guión de Mariko Tamaki, de una gran calidad literaria -no piensen que esta es una obra que se limita a explotar comercialmente su obvio atractivo para las riot girls, suicide girls, chicas emo y demás- es plasmado por los lápices de su prima Jillian de forma exquisita, con un magnífico empleo del espacio en blanco, en el que las figuras, nada apelmazadas, se mueven con soltura... cuando logran moverse. En otras ocasiones parecen no saber muy bien adónde ir, fruto lógico de una de las etapas más complejas de la vida, que solo se relativiza cuando ya se ha superado dejándola atrás.
No es de extrañar por tanto que en los últimos premios Eisner, Skim fuera galardonada como mejor álbum del año. Y ojo con sus contrincantes: aparte de Paul Goes Fishing de Michel Rabagliati, que confieso no conocer, el resto de nominados eran La guerra de Alan de Emmanuel Guibert, el espléndido Tres sombras de Cyril Pedrosa... y precisamente Trágame entera de Nate Powell, la otra obra que hoy nos ocupa. Una obra mucho más arriesgada que esta Skim, y que por tanto, por un lado, puede resultar menos redonda, pero por otro se gana mucho más fácilmente nuestras simpatías, y no sé si nos quedaríamos antes con esta que con el libro de las Tamaki.
¿Qué cuenta Trágame entera? No es una cuestión fácil de responder, pero lo intentaremos... Empecemos con la contracubierta del álbum, ejemplar a la hora de llamar la atención al lector potencial sin revelar inconvenientemente demasiado de su argumento: "Trágame entera es una historia de amor conducida por una niebla ondeante, por una enfermedad terminal, alucinaciones, apofenia, ejércitos de insectos, secretos, fe inquebrantable y la búsqueda de un patrón clave para desenmarañar el lío de uno mismo... (...) explora los recodos más oscuros de la adolescencia; no los tópicos arrebatos melodramáticos de rebeldía, sino los incontables pequeños momentos de locura, al vago alivio que provee la medicación y las ventajas y desventajas de los lazos familiares. A medida que avanza la historia, dos hermanastros navegan juntos a través de la esquizofrenia, el trastorno obsesivo compulsivo, la descomposición familiar, la telepatía animal, el amor fallido y la leve esperanza de que algún día todo cobre sentido...".
Como puede verse, tampoco es que se cuente demasiado... pero eso es lo de menos: Trágame entera es un álbum en cierta medida cargado de autobiografía; Powell, un autor que apenas pasa la treintena, todavía recuerda de forma diáfana su etapa de adolescente -"sobre los 24-25 años tenía serias dudas sobre mi salud mental, pero todo eso pasó", ha llegado a declarar-; además, la esquizofrenia fue un drama que vivió muy de cerca, y todavía hoy trabaja con adultos discapacitados.
Así, por tanto, Nate Powell ha intentado -y a nuestro parecer, conseguido- reflejar en las páginas de Trágame entera que si la adolescencia es ya de por sí un período tumultuoso, azorado e inestable, lo es mucho más cuando se padece una enfermedad mental que lleva a asociaciones ilógicas de apofenia. De esta manera, el microcosmos que refleja Trágame entera, el de dos hermanastros a lo largo de los años, está plagado de disociaciones entre lo que forma parte del mundo real y el modo en que este se percibe.
Así, y siempre dentro de las fronteras de la narrativa gráfica, Trágame entera -que tampoco se ha ido de vacío en esto de los premios: entre otros, ganó el Ignatz al debut más destacado del año pasado- nos parece posiblemente el retrato más acertado de la adolescencia desde Agujero negro (curiosamente, o no tanto, también editado por La Cúpula); y es un retrato que, como la misma obra maestra de Charles Burns, se construye de forma tangencial, acudiendo al simbolismo y al horror de corte surrealista, con asociaciones oníricas y por tanto (aparentemente) ilógicas, para al final resultar, paradójicamente, mucho más fiel y veraz que otros acercamientos a la psique adolescente supuestamente mucho más realistas.
En definitiva: Skim y Trágame entera son dos de los cómics más redondos -a todos los niveles: la edición de La Cúpula es en este caso exquisita- que el lector puede encontrar ahora mismo en las librerías especializadas, en los que guión y arte se complementan a la perfección y que, además -y sobre todo en el caso de Skim, más accesible que la obra de Powell- podrían satisfacer a lectores no habituales del medio e iniciarlos en el mismo.
Título: Skim
Autores: Mariko Tamaki (guión) / Jillian Tamaki (dibujo)
Editorial: La Cúpula
Fecha de edición: abril de 2009
184 páginas (b/n) - 18 €
Título: Trágame entera
Autor: Nate Powell (guión y dibujo)
Editorial: La Cúpula
Fecha de edición: febrero de 2009
220 páginas (b/n) - 20 €
[Imagen 2.ª- Wet Moon.]
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