Abandonad toda esperanza

martes, 1 de abril de 2008

Bodrios que hay que ver: Troll

Ya lo dijimos en su día: habrá películas peores que Troll 2; y mejores, desde luego que también, y por arrobas. Pero iguales, iguales iguales, ninguna. Ni siquiera esta Troll que ya hemos conseguido ver, y es que aunque por lo general estas cosas nos las tomamos muy en serio y hacemos por ver las sagas en orden, en el caso de Troll y su secuela da bastante lo mismo.



Pues sí: ya hemos visto la primera entrega de Troll 2, a día de hoy, posiblemente, el bodrio más inenarrable e inimitable de las varias docenas que ya han pasado por esta sección de los martes. Y como no podía ser de otro modo, la cinta original es bastante mala, pero no llega a los abismos abismales del film de Claudio Fragasso.

Troll cuenta la historia de la familia Potter, una pareja con dos hijos que se traslada a su nueva residencia, un piso en una comunidad que nada tiene que envidiar a la del 13 Rue del Percebe de Francisco Ibáñez o a la televisiva de Aquí no hay quien viva. Así, entre sus paredes habitan personajes tan variopintos como una vieja bruja que tiene varios siglos de edad, un ligón de playa con la cara y el cuerpo de Sonny Bono (el malogrado ex compañero de Cher, eterna como la susodicha bruja), un aventurero y veterano de guerra, y un enano profesor de literatura al borde de la muerte dada la enfermedad degenerativa que padece.



A entorno tan idílico llegan Harry Potter y su familia. Sí, han leído bien: el progenitor se llama igual que el mago adolescente creado por J. K. Rowling en su célebre ciclo de novelas, si bien la afición de este es el coleccionismo de viejos vinilos de rock and roll que llevan a su esposa por la calle de la amargura, ya sea por el espacio que ocupa la colección (aunque nunca llegamos a ver ni una parte, no debía haber presupuesto para comprar discos) o por el ridículo espectáculo que supone ver a tu amante marido y padre de tus hijos bailando enloquecido en el salón (en una de las escenas más sorprendentes del film).

La película, como buena producción de Charles Band que es, va al grano, y nada más llegar al edificio la niña baja al sótano jugando con su pelota y es secuestrada por Torok, el horrible troll del título, que a continuación y gracias a un hechizo de su anillo de poder, no muy distinto del de cualquier Green Lantern de segunda de DC Comics, toma su forma y la sustituye para, desde dentro, ir desmantelando a la comunidad, cargándose a todo bicho viviente, y recreando en el interior del edificio el mundo fantástico donde vivió hace siglos.



La idea de partida no es mala, pero conforme avanza la acción y la hija pequeña de los Potter empieza a mostrar síntomas de padecer la rabia o, sencillamente, ser una pequeña y odiable cabrona, la desidia invade al espectador, que asiste perplejo a la habitual desconfianza de todo el mundo hacia el protagonista, el joven Harry Potter Jr. Solo la misteriosa anciana que vive rodeada de elementos mágicos (entre ellos, una seta enorme con cara de ancianito y que murmura en cuanto le dejan) parece creerle, y después de un hechizo que la rejuvenece cosa mala, ayudará al pequeño Harry a enfrentarse al troll y a su ejército de criaturas del bosque.

Así, la película podría pasar por un relato fantástico en la línea de La princesa prometida, novela de William Goldman y film de Rob Reiner, y clara referencia, como dijimos en su momento, para Troll 2. Tampoco tendría mucho que envidiar a la fantasía revisionista del Neil Gaiman de Stardust o Los hijos de Anansi. Pero el talento del director John Carl Buechler y el guionista Ed Naha consigue que su cinta se parezca más a No desearás al vecino del 5º de Ramón Fernández o a ¡No hija, no! de Mariano Ozores.



Nada que extrañar, habida cuenta de que John Carl Buechler es un profesional, pero de los efectos especiales y el maquillaje, y a la hora de dirigir Troll solo había firmado anteriormente otra cinta, Dungeonmaster, igualmente producida por el inefable Charles Band. Después de Troll, su carrera sería lógicamente errática, y entre sus escasas películas se cuentan cosas como la séptima parte de Viernes 13, la tercera de los míticos (es un decir) Ghoulies, y la segunda de Proyecto: Terror (Watchers).

En cuanto al reparto de esta cosa, señalar el protagonismo de Michael Moriarty, el actor fetiche de Larry Cohen, como Harry Potter Sr., y de Noah Hathaway, que había sido el Atreyu de La historia interminable dos años antes, como su hijo Harry Potter Jr. En cuanto a la comunidad de vecinos, además del citado Sonny Bono, se cuenta con la presencia de Julia-Louis Dreyfus, popular luego como Elaine en Seinfeld, así como de Phil Fondacaro en un doble papel: Malcolm, el profesor de literatura, y el simpar troll homicida, bajo toneladas de maquillaje.



En fin, una película infausta que, no obstante, hará las delicias de los amantes del cine tontorrón, y pieza capital de la cinematografía mundial solo por haber dado pie a que pudiera existir luego algo como Troll 2.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero la caratula es genial, y poder exhibirla en cualquier estanteria es suficiente como para plantearse su adquisición.
Ismael, el Tití Ribiera.

RODERICK dijo...

POdras decir q es muy tonta la pelicula y los efectos,pero.. tonto!! no es una pelicula del 2008 no?? como q fue hace mas de 20 años q salio esa pelicula en el año 1986, y q esperabas?? animacion 3d?? cuando recien estaban con la vaina de gozilla (la peor cochinada q vi en mi vida), esta pelicula tiene mejores efectos, lo q pasa es q seguro tu no la viste cuando recien salio, x eso ahora te parece una tonteria,pero aquellos q la vimos cuando eramos niños, wow! daba mucho miedo... ya? looser man??


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