En el ámbito del cómic de autor, el slice of life o relato costumbrista cuenta desde hace años con un nutrido corpus de obras: baste señalar, como ejemplos muy destacados a la par que heterodoxos por su afinidad al relato de género, Locas de Jaime Hernandez o Strangers in Paradise de Terry Moore. Y dentro de esta corriente, destacan particularmente aquellos álbumes de carácter autobiográfico donde guionistas y/o dibujantes -la mayoría de las veces, autores completos de una y otra faceta de la elaboración de una historieta- cuentan sus vivencias, más o menos interesantes, a sus futuros lectores. Lo que ya no es tan habitual es que se nos muestre el punto de vista del editor; y precisamente ese es el principal atractivo, al menos a priori, de una obra como PDM (Paquet de mierda), cuyo título juega con el significado ("paquete") del apellido de su guionista y protagonista: Pierre Paquet.
En efecto, PDM es una autobiografía parcial del fundador de la editorial suiza Paquet, que publicó el cómic en francés a comienzos del año pasado (en nuestro país la edición ha corrido a cargo de Dibbuks, que ya había dado a conocer la obra previa de su dibujante, el español Jesús Alonso Iglesias: El fantasma de Gaudí). A este respecto, cabe señalar que la decisión por parte de un editor de contar sus experiencias personales en la industria del tebeo es un tanto arriesgada, y aún lo es más -por muy lógica que resulte dicha opción- la decisión de publicarlo uno mismo: los prejuicios están a la vuelta de la esquina, y la sospecha de encontrarse ante un ejercicio de autocomplacencia resulta prácticamente inevitable. Pero, muy al contrario y tal y como hace sospechar su título, PDM es particularmente (auto)crítica y no parece erigirse en un retrato autocomplaciente de su personaje principal.
No obstante, aquellos que encaren la lectura de PDM con la intención de encontrar en ella el relato de las grandezas y miserias de la labor de un editor de cómics probablemente se sentirán defraudados: aunque algo de ello hay -sobre todo de los siempre difíciles comienzos, y también de algunas experiencias del propio Paquet en la relación con sus autores o con la asistencia a eventos especializados del sector-, esta novela gráfica se centra mucho más en las relaciones afectivas de su protagonista: primero con sus amigos y allegados (sobre todo, con su mejor amigo, David); después, con las mujeres con las que comparte experiencias sentimentales y/o sexuales (son particularmente relevantes dos, Nina y Anna, pero aparecen muchas más, en unas páginas que acercan la obra al género del cómic erótico).
No obstante, antes y después y al margen de la relación con sus semejantes, destaca muy especialmente el vínculo afectivo con su perro Fiston. Este animal se erige enseguida en el otro gran protagonista de la historia: no en vano el relato arranca precisamente, como pronto descubriremos, tras su muerte; y es el propio Paquet en su labor de narrador quien efectúa una serie de flashbacks para contar los acontecimientos que han marcado su experiencia desde que cuenta con la compañía de su mascota. Así, Fiston le acompaña y anima en los momentos felices y también en los más difíciles, y en ocasiones se convierte en el único asidero de su dueño y por tanto en la principal razón con la que este cuenta para no rendirse y seguir luchando. Por ello resulta particularmente emotivo el episodio de la excursión al bosque y la posterior desaparición del animal, uno de los pasajes más conseguidos de un álbum por lo general espléndido.
A esta valoración positiva contribuye y no poco la excelente labor gráfica de Alonso Iglesias, brillante tanto en las distancias cortas (la variada expresividad del protagonista, conseguida jugando con pocas líneas, es magnífica) como en las largas (las escenas corales, los espacios públicos y privados representados), todo ello retratado con suma precisión y una gran calidez. Por ello, su trabajo le convierte en el cómplice ideal de un guionista (y editor) que se desnuda no como profesional de la industria de la BD (aunque también), sino como un ser humano decididamente imperfecto (veánse sus decisiones empresariales arriesgadas o muy especialmente su cobardía a la hora de comprometerse en una relación sentimental estable), pero capaz de amar sin condiciones y con una gran generosidad a un ser vivo de otra especie.
Pierre Paquet y el fallecido Fiston
En resumidas cuentas: PDM se erige en una lectura memorable y por tanto muy recomendable... incluso si no te gustan demasiado los animales. Es más: incluso si no te gustan demasiado los cómics.
Nota bene.- En la última página del álbum, el propio Pierre Paquet revela la razón de ser última del álbum, que no es sin presentar en sociedad una fundación que concederá una recompensa anual a cualquier persona, física o jurídica, que ayude a una raza animal. Dicha fundación recibe, por supuesto, el nombre de Fiston, y su web es www.fiston.ch.
Título: PDM (Paquet de mierda)
Autores: Pierre Paquet (guion) / Jesús Alonso Iglesias (dibujo)
Editorial: Dibbuks
Fecha de edición: septiembre de 2016
256 pp. (color) - 25 €
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