Ya lo han recordado todos los periódicos digitales por activa y por pasiva: durante el lunes, el martes y el miércoles de la semana que hoy termina tuvo lugar la última edición de la Fiesta del Cine, un evento cultural (y promocional) que permite ir al cine por un coste mucho menor que el habitual. En esta ocasión se cobraba 2,90 euros por entrada... y sin necesidad de haber sacado otras a precio normal anteriormente; solo era necesario registrarse y descargarse una acreditación desde la web del evento.
Aunque un servidor dedicará en breve una columna de prensa a semejante acontecimiento y a las dos películas que pudo ver durante esos días (y que no fueron tres por la afluencia masiva que el público dio por respuesta), no quería dejar de reflexionar acerca de lo que se ha dicho en algunos reportajes -como este-: que mantener un precio así es inviable y que las empresas que gestionan las salas acabarían perdiendo dinero. No lo discuto, sobre todo porque como es lógico no tengo acceso a su contabilidad, y también porque les creo; pero unas operaciones matemáticas de lo más básico, al alcance hasta de los que como un servidor estudiaron Letras puras, dejan bien a las claras que si llenando las salas (al menos a la mitad) a un precio popular (digamos 3 euros) no les alcanza para cubrir gastos, menos aún deberían lograrlo con entradas más caras (de 6,60 a 8,40 euros en mi multicine habitual)... y salas prácticamente vacías, que es lo que me encuentro cuando acudo asiduamente al cine.
Así que, o bien los empresarios están mintiendo y quieren ejercer una, por otro lado muy justa, presión al Ministerio de Educación y Cultura para que baje ese sangrante IVA del 21% que tanto daño ha hecho al sector cultural, o bien se explica perfectamente los cada vez más numerosos cierres de salas y nos lleva a pensar que las que siguen abiertas lo hacen por amor al arte mientras sus gestores viven de otra cosa. En fin... Lo dicho: pronto, columna sobre El quinto poder, Prisioneros... y Capitán Phillips, aunque por esta tendré que pagar los casi siete euros habituales.
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