viernes, 7 de diciembre de 2012
52: El año perdido (1 de 4)
Tras publicar Crisis infinita, la editorial ECC se embarca en la edición de lujo en cuatro tomos bimestrales de 52, la serie limitada que hizo historia no ya solo en el Universo DC, sino en el mundo editorial del cómic superheroico estadounidense. Durante un año, y a razón de una entrega por semana, los cuatro guionistas estrella de la casa urdieron una historia río que iba a recuperar el "año perdido" entre el final de la citada Crisis y el arranque de la línea One Year Later ("Un año después") que en ese mismo momento definía a las colecciones regulares de la compañía. Esta es la historia de una colección como no ha existido otra...
Parecía increíble, pero DC lo ha vuelto a conseguir... aunque en mi caso con varios años de retraso. Y es que como comenté al hilo de Crisis infinita, a estas alturas todavía no había leído nada de la presente obra por temor a perderme en los derroteros de un universo de ficción que no conozco en demasía. Pero ahora, después de disfrutar (mucho más incluso que con la miniserie anterior citada) de este primer volumen, me alegro de no haberla leído en su día, pues se me antoja que debía resultar complicado resistir la espera entre un número y otro aunque su cadencia fuese semanal, dado el interés que despiertan las distintas líneas argumentales que incluye.
Aclaremos estos dos últimos puntos: en DC se propusieron llevar a cabo un proyecto artístico y editorial que de tan ambicioso corría el peligro de no llegar a buen puerto. Y es que, con la finalidad de atraer a nuevos seguidores así como de renovar el interés de los más veteranos, decidieron que tras la citada Crisis los acontecimientos internos del Universo DC iban a dar un salto adelante en el tiempo: de esta forma, los lectores se encontrarían con cambios de importancia radical en el continuo temporal de sus series favoritas, ahora englobadas bajo el epígrafe de One Year Later ("Un año después"). Al mismo tiempo, entre mayo de 2006 y mayo de 2007, se iba a publicar una serie de periodicidad semanal en tiempo real: los hechos relatados en cada número abarcarían siete días, en consonancia con el mes y la época del año en que dicho ejemplar apareciera publicado, hasta alcanzar ese año perdido en su totalidad... Dicha serie iba a llamarse, simplemente, 52.
Nunca se había hecho algo de tanta envergadura: lo más parecido fue la saga Millennium, publicada semanalmente en 1988... pero que se trataba de tan solo ocho números interrelacionados con el resto de cabeceras de la compañía. Por lo tanto, algunos de los popes de la editorial temían que 52 no fuese a estar a la altura de las expectativas, no se cumpliese con los plazos previstos o incluso que quedase inacabada. Para evitarlo, y bajo la coordinación del editor Stephen Wacker, se reunió a cuatro guionistas estrella de la casa, la mayoría curtidos en relatos de largo alcance, crossovers y macrosagas varias: nada menos que Geoff Johns -el guionista de la citada Crisis infinita-, Grant Morrison, Greg Rucka y Mark Waid. Junto a ellos, en el apartado gráfico, se optó también por una idea aparentemente absurda en principio pero que acabó funcionando a la perfección: un único dibujante, en este caso el veterano Keith Giffen, se encargaría de abocetar primitivamente toda la serie (una labor titánica tratándose de 52 números semanales, por más que se limitara a realizar bocetos) para conferirle una unidad visual uniforme pese a que el acabado de los lápices y las tintas corrieran a cargo de otros dibujantes. El resultado, visto ahora, es impecable.
Pero centrémonos ya en el argumento de la obra: la consecuencia más importante de los hechos narrados en Crisis infinita es que, por una razón u otra, los tres más grandes héroes del universo (esto es: Superman, Batman y Wonder Woman) han abandonado temporalmente su cruzada contra el crimen. Pero esto no significa que no queden superhéroes para enfrentarse a los males que amenazan al mundo, y mientras el universo se pregunta qué le ha ocurrido a sus paladines desaparecidos otros toman el relevo... Aunque principalmente podríamos hablar de dos: por un lado Black Adam, que actúa taxativamente y sin ningún tipo de escrúpulos con el objetivo de cambiar las cosas y que el mundo funcione como él cree que debe de funcionar; por otro Booster Gold, obcecado en sustituir al desaparecido Superman aunque en realidad esté más preocupado por la cobertura mediática de sus actos heroicos y por la rentabilidad de las empresas que se publicitan en su traje y sus discursos...
Mientras tanto, otros superhéroes permanecen en la sombra, como es el caso del doctor John Irons, alias Acero, o de Ralph Dibny, más conocido como el Hombre Elástico, que intenta superar la muerte de su esposa Sue (¿recuerdan Crisis de identidad?). De esta forma, los guionistas aúnan historias cargadas de acción y espectacularidad con otras más intimistas... De momento y por lo leído hasta ahora, podrían establecerse cinco líneas argumentales básicas: de las citadas, la historia de Black Adam por un lado y las de Booster Gold y Ralph Dibny por otro, dado que confluyen inmediatamente, serían dos. La tercera sería la de Acero y su sobrina, relacionados ambos con la figura de Lex Luthor, enemigo encarnizado de Superman, aquí empeñado en ofrecer un suero milagroso capaz de otorgar superpoderes a todo aquel que lo desee...
Pero como decía, todavía hay dos más: por un lado tenemos a Adam Strange, Animal Man y Starfire perdidos en un planeta alienígena, intentando volver a la Tierra; y por otro nos encontramos con una particular alianza, la de la pareja formada por Question y la ex policía del Departamento de Gotham Renee Montoya, que pronto se convertirá en un triángulo cuando haga acto de presencia Batwoman (uno de los nuevos personajes surgidos durante el desarrollo de la colección). En ocasiones el lector creerá fácil adivinar qué guionista se encargó de qué: es imposible no asociar el nombre de Greg Rucka, devoto del género negro y uno de los impulsores de Gotham Central, con Montoya y Question; o establecer un vínculo entre el enfant terrible Morrison y el relato extraterrestre donde el Buddy Baker que él redefinió juega un papel vital. Pero en líneas generales, el trabajo del grupo en común está tan perfectamente engarzado que parece el fruto de una sola mente pensante.
Todas estas líneas argumentales, como si las de una serie televisiva de nuevo cuño se tratase (no dudo de la influencia de 24 a la hora de intentar conferirle a 52 una narración en tiempo real), confluyen en una historia que, como decíamos antes, es ambiciosa pero que, al menos hasta el momento (el presente volumen incluye las primeras trece entregas de la serie), cumple con creces con lo que se espera de ella. Cada lector tendrá sus personajes favoritos (de momento me decantaría por la suerte de buddy movie que protagonizan Montoya y Question, aunque el dramatismo de Dibny reconvertido en investigador privado y figura atormentada promete lo suyo) y también sus pasajes predilectos (si tuviera que elegir solo uno, me quedaría con la llegada de Booster Gold a la base de operaciones de Rip Hunter, con pizarras repletas de mensajes enigmáticos acerca del futuro). Pero sea como sea, dudo que nadie pueda resistirse a la intriga desarrollada por los escritores y al magnífico acabado de los artistas de 52. Incluso aunque se sea un negado acerca del Universo DC, como es el caso de un servidor.
Para finalizar esta nota, un pequeño apunte acerca de la edición española: como suele ser costumbre últimamente, el resultado es impecable. Tapa dura, galería de cubiertas y biografías de los autores al final... y lo más interesante de todo: una serie de materiales extra al final de cada una de las 52 entregas, con bocetos y textos que ilustran el proceso creativo de una serie que, como decía al principio, hizo historia. Muy pronto, aquí en este vuestro blog, el segundo volumen... que ya está disponible en tiendas.
Título: 52 (Volumen 1)
Autores: G. Johns & G. Morrison & G. Rucka & M. Waid (guion) / Keith Giffen et alii (dibujo)
Editorial: ECC
Fecha de edición: octubre de 2012
304 pp. (color) - 25 €
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