Sin pretenderlo, hemos visto diversas películas de terror alrededor de la fecha de ayer: la noche de Halloween, víspera de Todos los Santos, momento propicio para celebrar nuestra afición por el género del terror.
La más interesante ha sido Dead end (Atajo al infierno) (2003), que a pesar de partir de una idea repetida bastante en los últimos años (sin ir más lejos, en Reeker, que comentamos hace unos días en este vuestro blog), consigue convertir el viaje al infierno real de sus protagonistas en un viaje al infierno privado de cada uno, destapando las miserias que se esconden en el seno de una familia aparentemente normal.
La película cuenta, además, con espléndidos actores, con mención especial para Ray Wise (que ya demostró, como Leland Palmer en Twin Peaks, que es un gran actor) y para Lin Shaye, renegada hasta ahora a papeles secundarios (el más recordado, el de Algo pasa con Mary) o meras apariciones episódicas.
Menos meritoria pero paradójicamente más memorable es Killer Klowns from outer space (1988), uno de esos clásicos de los 80 que vistos en la niñez o en la adolescencia es difícil de olvidar. La idea es original y la puesta en escena es agradablemente osada; lástima que unos actores de escaso fuste (con la excepción de un John Vernon en la piel de un desagradable hombre de la ley, que cuenta con algunos de los mejores momentos de la cinta), a los que no ayuda nada el lamentable doblaje español, tiren por tierra los, para qué vamos a engañarnos, ajustados méritos del film de los hermanos Chiodo.
La que no se salva de la quema es Terror en Dunwich (1970), clara muestra de la decadencia de la American International Pictures, que vivió su momento de mayor esplendor gracias al ciclo de adaptaciones de Edgar Allan Poe filmadas por Roger Corman y escritas en varias ocasiones por el gran Richard Matheson.
Esta cinta que aquí comentamos, basada en un relato del otro gran autor de relatos de horror, H. P. Lovecraft, y protagonizada por Sandra Dee, Dean Stockwell y los veteranos Ed Begley y Sam Jaffe, cuenta con un guión previsible hasta la médula (más aún si se conoce el original literario, pero tampoco es imprescindible) y una realización planísima y televisiva de Daniel Haller. Por su parte, el talento del guionista, un Curtis Hanson cuyo trabajo como director en joyas como L. A. Confidential o Jóvenes prodigiosos todavía quedaba muy lejos en el futuro, tampoco consigue evitar que estemos ante uno de los filmes más soporíferos que hemos tenido la desgracia de catar últimamente. Quedan, pues, avisados: a evitar como un brote de ébola.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Offtopic: Viendo el nivel que ofrece últimamente la televisión norteamericana (Los Soprano, Prison Break, House, A 2 metros bajo tierra,etc...) no deberísmod empezar a desterrar el adjetivo "televisiva" como sinónimo de pobreza audiovisual tal y como aparece en el comentario sobre El horror de Dunwich?
Pues tiene ud razón, en buena parte... Pero quizá haya que dejar pasar más el tiempo. Qué quiere que le diga, a mí "realización televisiva" me recuerda todavía a LOS COLBY, y no a PERDIDOS...
Cierto. También offtopic:
Para realización televisiva la de Los Borgia (invitaba mi madre al cine esta semana, y eligió ella :( ). Vaya basura, redios... Pensada para televisión, como ahora no cuesta mucho más cara hacerla para salas de multicine, los de A3 decidieron lanzarla para cine. No vayáis.
Publicar un comentario