Abandonad toda esperanza

viernes, 24 de noviembre de 2006

Héroes cotidianos

Ya hablamos en su día de United 93, la otra película del año sobre el ataque terrorista del 11-S. Ahora hemos tenido la ocasión de ver World Trade Center, la producción que Oliver Stone ha dirigido sobre el tema. Y aunque ambas películas se compararon en su momento dado el origen histórico que comparten, es obvio que no tienen nada que ver ni en fondo ni en forma.



Y aunque preferimos de lejos la cinta de Paul Greengrass, World Trade Center no merece los virulentos ataques que recibió en el momento de su estreno, debidos sin duda a su carácter de producción mainstream, así como al talante patriótico de la cinta, que muchos consideraron sorprendente viniendo de un director tan contestatario como el autor de Salvador o JFK.

Aunque basada también en hechos reales, la cinta de Stone, frente a la tragedia concreta relatada en United 93, pretende representar a todo un grupo social: los policías, bomberos y demás voluntarios que ayudaron a rescatar a las víctimas del atentado, así como a los miles que allí fallecieron en aquella fatídica jornada. Por supuesto, esto le ha supuesto críticas por ensalzar a organismos públicos y por hacer un (presunto) cine fácil por parte de aquellos que, como señalaría Nanni Moretti, no creen en las personas.



Ni qué decir tiene que Stone lo tiene fácil, dado el tema, y haciendo uso de la música de forma adecuada, a la hora de emocionar al espectador. Pero eso no quita para reconocer el talento narrativo de un cineasta que ha demostrado en sobradas ocasiones que sabe hacer cine.

Así lo demuestra en lo que es, curiosamente, lo mejor de la película: los quince minutos iniciales, la calma que precede a la tormenta, donde se muestra una ciudad, Nueva York, que se despierta poco a poco, como sus personajes, sumida en un estado de placidez que va desapareciendo conforme avanza la jornada, y que desaparece cuando el primer avión se estrella contra una de las torres.



Si a esto sumamos el mérito de conseguir mantener el interés del público durante dos horas en una película cuya mayor parte del metraje consiste en dos hombres atrapados entre los escombros, y la preocupación de sus respectivas familias por si volverán a verlos con vida, resulta obvio que World Trade Center es, ya sólo por eso, una película a tener en cuenta.

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