"He visto el futuro del terror, y su nombre es Clive Barker."
- Stephen King
Han pasado muchos años desde que el Rey del Terror contemporáneo, y autor de novelas tan míticas como Carrie o El resplandor, pronunciara dicha aseveración, una sentencia que impulsó la carrera comercial del escritor inglés Clive Barker, convirtiéndose en lema publicitario que acompañaba a todo aquello (libros, películas) que tuviera que ver algo con él.
Y aunque al parecer de muchos buena parte de su carrera posterior ha desmentido lo prometedor de sus inicios (Barker pasó de practicar el terror puro y duro a redactar una suerte de fantasía oscura), al leer hoy sus célebres Books of Blood (en español, Libros de Sangre) se comprueba por qué King afirmó lo que afirmó tras disfrutar de aquellos seis magníficos volúmenes de relatos, publicados en España de manera errática por diversas editoriales (Planeta, Martínez Roca, Círculo de Lectores), y que recientemente ha contado con una edición completa -y con nueva traducción, a cargo de Pilar Ramírez Tello-, en cuatro tomos, por parte de La Factoría de Ideas.
A partir de hoy, desgranaremos semanalmente los cuentos que convirtieron a este escritor y cineasta de Liverpool en la gran esperanza blanca del terror literario.
Tras un prólogo del propio Barker y una introducción cargada de admiración por parte del también escritor británico Ramsey Campbell, el primer volumen de los Libros de Sangre se abre con un relato a modo de prefacio de ficción: El Libro de Sangre. En dicho relato, Barker ya deja bien patente la calidad de su prosa, de gran capacidad de sugerencia.
"Los muertos tienen autopistas". Con tan misteriosa como sugerente afirmación arranca el relato protagonizado por el médium Simon McNeal y la doctora especializada en investigaciones psíquicas Mary Florescu. En este relato, Barker sugiere que las almas de los difuntos conforman autopistas que los vivos no podemos ver, pero sí, en ocasiones, percibir, y que allí donde dos de estas vías de ánimas en pena se cruzan, en caso de ubicarse una casa o cualquier otra construcción arquitectónica, esta queda encantada ipso facto. Así de original y rompedor era la literatura de Barker a mediados de los años 80.
De esta forma, en el número 65 de Tollington Place se lleva a cabo una investigación, si bien pronto se revela como un gran fraude por parte de McNeal, que escribe él mismo en las paredes, a modo de broma cruel, lo que da a entender que son mensajes de los muertos.
Pero los auténticos espíritus, hartos de que se mofen de ellos, hacen acto de presencia, y convierten el cuerpo de McNeal -por otro lado, inalcanzable objeto de deseo para la doctora; como siempre ocurre con Barker, el sexo está muy presente en el relato- en un auténtico libro de sangre, escribiendo en su cuerpo, con cortes que hacen brotar la sangre, sus mensajes para los vivos.
¿No serán estos mensajes, acaso, los relatos de Barker que en 1984 conmocionaron el panorama editorial del terror?
"El Libro de Sangre", en Libros de Sangre (vol. 1)
Clive Barker
Madrid, La Factoría de Ideas, 2005, pp. 21-35
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