
Si además la cinta cuenta con firmas reconocidas, como uno de los máximos representantes del cine independiente norteamericano, Monte Hellman, además de con Joe Dante, Sean S. Cunningham y Ken Russell, la cosa debería ser cuanto menos interesante.
Pero no lo es: Dante es quien mejor sale parado, pues su labor es también la más fácil: dirige las escenas que acontecen en el presente y que sirven de engarce a todas las historias. Pero luego, ay, Ken Russell cae en el ridículo con "La chica de los pechos de oro"; Cunningham (el padre de Jason Vorhees de Viernes 13, nada menos) aburre con "Jibaku"; Hellman no pasa del homenaje burdo a Kubrick con "La novia de Stan"; y el debutante John Gaeta culmina la faena con la pobrísima "Mi gemelo, el gusano".

En fin, un producto para olvidar, que parece televisivo aunque no lo sea, y al que no salvan, por mucho cariño que el espectador quiera ponerle al asunto, las presencias cult de actores como Henry Gibson o John Saxon, ni mucho menos la (presunta) sorpresa final.
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