La película tiene una factura técnica bastante solvente, y las escenas de acción no desmerecen frente a las habituales en las producciones hollywoodienses. Pero en ocasiones, como a algunos espectadores les sucedió con Matrix, esta cinta dirigida por Måns Mårlind y Björn Stein puede resultar confusa en algún momento determinado.
Lo que permanece tras su visionado es la pervivencia del pasado y de la culpa, y la posibilidad de expiación de su protagonista: se da la posibilidad de renunciar a admitir los errores cometidos en el pasado y seguir viviendo una existencia más o menos confortable. Pero el protagonista opta por enfrentarse a sus fantasmas para luego, ya libre de ese lastre, mirar hacia delante.
[Imagen: Måns Mårlind y Björn Stein en Sitges.]
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