Ponent Mon ha editado estos días el tercer volumen de Homunculus, interesantísima obra abierta de Hideo Yamamoto. Se trata de una serie que aunque tiene rasgos que podrían emparentarla con el reciente manga de terror (y más aún, la oleada de terror asiático que conmociona la gran pantalla, desde el inesperado sleeper que supuso el primer Ringu de Hideo Nakata), va mucho más allá, siendo uno de los cómics japoneses más ambiciosos (Urasawa y sus 20th Century Boys aparte, claro) de los que se editan actualmente en nuestro país.
En las páginas de esta tercera entrega, el protagonista, Susumu Nakoshi, sigue teniendo visiones alteradas del universo que le rodea. El científico que trepanó su cerebro parece tener una explicación para todo ello...
De lo más interesante de este volumen es el reflejo de la prostitución adolescente en el Japón contemporáneo, curiosamente un elemento social también presente en el reciente (y este sí, una auténtica obra maestra del noveno arte) El rastreador de Jiro Taniguchi.
En la visita de los protagonistas a las prostitutas teen, el lector es testigo de una imaginería visual que nos recuerda por momentos al cine de Takashi Shimizu o, sobre todo, a los inquietantes manga de Junji Ito, como Tomie o el genial Uzumaki.
En definitiva, un cómic de indudable interés, sobre todo para los fans del cine más metafísico de David Cronenberg (pienso en las osadas Inseparables y Crash) y para todo aquel que, como Grant Morrison, se pregunte sobre la naturaleza de la realidad.
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