Hoy arranca Ficomic, el Saló del Cómic de Barcelona, y aquí me tienen rabiando de envidia por quienes sí puedan ir unos días a la Ciudad Condal y conocer de primera mano a algunos de sus autores favoritos.
Sin lugar a dudas, lo que más siento es no poder ver en persona a Bill Sienkiewicz y pedirle que me dedique alguno de sus trabajos. Sienkiewicz iba a ser el invitado estrella de las Jornadas de Cómic de Avilés de 2004, y fue su nombre quien me impulsó a viajar a la ciudad asturiana por vez primera. Finalmente, el autor de Stray Toasters se cayó del cartel y dejó a la afición con dos palmos de narices. Aunque no hay mal que por bien no venga: gracias al reclamo de su nombre me decidí a asistir a una cita que ya se ha convertido en imprescindible, y a la que seguramente no habría ido de haber sabido de su ausencia con tiempo suficiente.
Sienkiewicz es un autor que en sus primeros trabajos (como el Moon Knight de Marvel con guiones de Doug Moench) todavía tenía un estilo más domesticado, menos personal, aunque ya se intuían ramalazos de su genio. Así pues, conforme fue desarrollando su trazo, se convirtió en uno de los ilustradores más arriesgados dentro del cómic mainstream norteamericano.
Después de conmocionarnos a toda una generación de lectores con su trabajo en The New Mutants (una de las primeras colecciones surgidas a partir de X-Men, en lo que se convirtió en toda una franquicia mutante), llevó a cabo la que posiblemente es su obra maestra hasta la fecha: Elektra: Assassin, con guiones de Frank Miller.
Si el autor de Sin City construyó uno de los cómics más políticos (junto con su versión del cruzado de Gotham: Batman Darknight) dentro del mundo del cómic de superhéroes, el arte de Sienkiewicz sentó cátedra, e influyó en numerosos artistas posteriores, como el hoy reputadísimo Dave McKean (al que muchos recordarán como el portadista de The Sandman).
En fin, que muchos son los autores destacados que visitarán Ficomic estos días: no podemos olvidarnos del británico David Lloyd, dibujante de, ni más ni menos, el V de Vendetta de Alan Moore; o Dave Gibbons, que junto con el mismo Moore, parió ese Watchmen del que todavía se sigue hablando y hablando veinte años después de su publicación; o Mike McKone, ilustrador de los Jóvenes Titanes actuales; u Olivier Coipel, dibujante de la inminente Dinastía de M marveliana; o el matrimonio formado por el guionista Brian Azzarello (responsable de 100 balas) y la dibujante Jill Thompson (Sandman: A las puertas de la muerte).
Pero como se habrán imaginado, la pena que embarga mi corazón se debe a no poder ver a Bill Sienkiewicz, ni a la exposición de originales que trae consigo. En fin: espero que acabe visitando Avilés o el Expocómic madrileño, citas a las que, por diversas razones, soy más proclive a asistir.
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