Si la semana pasada, al hablar de La raza maldita (Evil Breed), dábamos una clase magistral sobre cartelismo, hoy toca referirnos a otro de los ámbitos de la publicidad cinematográfica: nada más y nada menos que los títulos, esos que siempre están ahí, como surgidos de forma totalmente natural, como caídos del cielo, pero que en realidad son fruto de la voluntad humana.
Y esto viene al hilo del film de hoy, Sexy Killers, que curiosamente y aunque lo parezca no se ha estrenado aquí con su título original -que no es otro que Candy Strippers-, sino con un título traducido... pero en inglés.
De esta forma, este ejemplo tiene que obligarnos a pensar que alguien de la distribuidora española del film considera que esto...
... sumado a esto otro...
... es mucho más comercial que esto...
... unido a esto otro.
De todas formas Candy Strippers o Sexy Killers, se le llame como se le llame, es el mismo engendro, un bodriete simpático que hará las delicias de los amantes del cine de serie Z, sobre todo los pertenecientes al sector masculino.
Atención a la sinopsis del film que pulula por ahí, y que ya promete bastante: "Unas voraces babosas alienígenas asaltan el hospital de una pequeña localidad, demostrando una lúbrica inclinación por las enfermeras más tórridas. Controladas por los aliens, estas enfermeras, con la líbido desatada, aplicarán de forma muy imaginativa los tratamientos hospitalarios a sus pacientes, algo que acabará con la vida de la mayoría de ellos. Matt y sus colegas, que se recuperan en el lugar tras un accidentado partido de baloncesto, deberán encontrar el camino de salida del hospital si quieren sobrevivir..."
¿Verdad que parece el argumento de la versión porno de La invasión de los ultracuerpos? Pues no se hagan ilusiones, que no es para tanto... aunque, bien pensado, para ultracuerpos los de algunas enfermeras del film. Pero que vamos, que no, que el asunto no pasa de ser un cóctel que mezcla terror cutre y erotismo light (como un gran número de subproductos que a poco que pueden enseñan una teta o un culo, aunque no vayan de filmes centrados en el sexo por la vida), dando como resultado una peliculilla sanamente autoparódica al estilo de Mal gusto, el estreno de Peter Jackson, la más reciente Slither (La plaga) o algunos títulos de Fred Dekker, como la reivindicable El terror llama a su puerta.
Poco más se puede decir del argumento del film, porque no lo hay: la película empieza con dos chicas, una chica ciega y otra que no lo es, viajando de noche a bordo de un coche. Ambas ya parecen demostrar cierta inteligencia en la medida en que han decidido que la que puede ver sea la que conduzca, pero esta premisa se viene abajo cuando al divisar lo que parece un accidente de coche una de ellas -la que ve- baja del coche y se acerca para ayudar. Después la otra -la que no ve-, también baja del coche a ver si puede aportar algo, y lo que aporta es dejarse apoderar por una babosa repulsiva que entra en su cuerpo a través de la boca y la deja en aparente estado de coma.
Acto seguido, una ambulancia lleva a la chica poseída a un hospital, y allí, mientras está en tratamiento, le echa los tejos a una enfermera buenorra pidiéndole que le bese. Esta, en lugar de alertar al resto del personal de que tienen una ninfómana moribunda en el centro, accede de buena gana al morreo, y la susodicha babosa alienígena, cual bicho de Hidden (aquella estupenda película de Jack Sholder donde el agente Cooper de Twin Peaks era un policía venido de muy lejos, y no me refiero a Kansas), pasa de un cuerpo a otro reproduciéndose y convirtiendo a la enfermera en una salida salida del espacio.
A partir de ahí el proceso vírico es imparable, y el hospital se convierte en un reducto de enfermeras mortalmente cachondas que solo comen azúcar (empiezan con chupachups degustados lascivamente, siguen con la bollería del restaurante, y cuando esto se acaba pasan a tragarse directamente los sobres de azúcar), así como de pacientes (que no pacientas) afectados por una curiosa enfermedad que les provoca temblores, soriasis, pústulas y satisfacción en la entrepierna. Y solo un grupo de jóvenes, encabezados por el héroe atlético del instituto, su estúpida novia -casi una parodia de Paris Hilton-, y la chica friki enamorada secretamente del primero, parecen ser capaces de oponerse al invasor...
Curiosamente, una película dedicada claramente a un público masculino está realizada por un equipo compuesto en su mayoría por mujeres, con la excepción del hombre que trabaja de montador (sean sinceros y confiesen que es complicado resistirse al chiste fácil): la directora y guionista Kate Robbins, la co guionista Jill Garson y un gran número de productoras son las responsables de un film en cuyo reparto destacan, claro está haciendo las veces de enfermeras malosas, dos playmates de la talla -y las tallas- de Deanna Brooks y Serria Tawan:
En fin, poco más se puede añadir, salvo que con Sexy Killers podrán pasar un buen rato si no le piden peras al olmo -demonios, otra frase hecha que da pie a chistes fáciles de escaso gusto-, pero que no pasa de ser una tontería de no te menees... Huy, otra vez...
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