miércoles, 7 de mayo de 2008
El muertero Zabaletta: Blade Runner porteño
La fusión de géneros, temáticas y ambientes, aunque en algunas desafortunadas ocasiones da lugar a pastiches sin gracia, auténticos cajones desastre (que no de sastre) que no hay por dónde cogerlos ni cómo ordenarlos, otras veces ha dado como resultado obras más que estimables, que van más allá de las coordenadas de los géneros e ideas de los que parten para ofrecer otra cosa distinta, pero de gran calado.
Ese fue el caso, por ejemplo, de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, la novela de Philip K. Dick, y sobre todo de Blade Runner, la adaptación al cine de la anterior firmada por Ridley Scott: ambos, libro y film, fusionaban con acierto el género negro y la ciencia ficción, aportando una reflexión humanística, social y metafísica innegable. Y este es el mismo caso de El muertero Zabaletta, que acaba de publicar Norma Editorial, y que tiene alguna que otra semejanza con las obras de Dick y Scott.
Esta novela gráfica, que se edita en formato de álbum europeo (48 páginas a todo color y en tapa dura), es obra del guionista Diego Agrimbau y el dibujante Dante Ginevra, dos autores argentinos que ya colaboraron en El asco (nada que ver con el cómic homónimo de Grant Morrison), y que aquí ofrecen lo mejor de sí mismos construyendo un universo verosímil poblado de individuos que parecen de carne y hueso.
El muertero Zabaletta está ambientado en un futuro impreciso, en la Ciudad de Plata (nueva encarnación de Buenos Aires), una urbe con problemas de superpoblación, y en donde el Estado decide quién debe vivir y quién no. Para ello se ha creado el Ministerio de Higiene Social, y los muerteros son los agentes encargados de, como suele decirse vulgarmente, darle el pasaporte a aquellos que por una razón u otra son considerados como inmerecedores de seguir viviendo.
La historia arranca siguiendo los pasos de Reno Simonti, un aspirante a fiscal cuya carrera profesional no llegó a fructificar, y al que el Ministerio encarga convertirse en socio y compañero (y por añadidura vigilante) de Zabaletta. Este último es un muertero que, como el resto de sus compañeros, cuenta con un oscuro pasado (estuvo varios años en la cárcel) y una pasmosa facilidad para apretar el gatillo.
A través de cinco capítulos, el lector seguirá las andanzas de Zabaletta y Simonti en busca, captura y ejecución de varios sujetos indeseables para el Estado, entre ellos una joven, apenas una niña, que parece ser capaz de adivinar los números que saldrán ganadores en juegos de azar.
Agrimbau conduce a sus personajes por las calles de un mundo donde se ha conseguido demostrar científicamente la inexistencia de Dios, lo que ha llevado por tanto a la abolición de todas las religiones del mundo. Esto ha evolucionado en la desaparición del último reducto de esperanza para muchos fieles que ahora buscan otro desahogo a sus inquietudes: el crimen prolifera a sus anchas, el culto religioso se ha convertido en un nuevo delito que cometer en clandestinidad, y el gobierno de Argentina controla con mano férrea el porvenir inmediato de sus ciudadanos. Dicho así, no parece una exageración fruto de las licencias futuristas de la ficción...
De esta forma, El muertero Zabaletta está repleto de hallazgos, y pese a sus semejanzas con la obra de Dick (o de Scott) presenta rasgos de una indudable personalidad propia: parece como si un relato así solo pudiera haber nacido en el país del que surgieron los cuentos de Ficciones (Jorge Luis Borges) o Bestiario (Julio Cortázar), la película Moebius o los tebeos de El eternauta; y pasear la vista por sus páginas es como contemplar en una sala oscura los fotogramas de Blade Runner si la hubiera dirigido Lucrecia Martel (que precisamente prepara ahora la adaptación del cómic de Oesterheld y Solano López, cumbre de la ciencia ficción argentina).
Para rematar la faena, las palabras y los conceptos de Agrimbau cobran forma de la mano de un talentoso Dante Ginevra, que ha estudiado la arquitectura contemporánea de su país y que la ha desarrollado en una visión opresiva y angustiante de una Buenos Aires cercana a la urbe monstruosa de Metrópolis de Fritz Lang o la propia Los Ángeles del film protagonizado por Harrison Ford, resultando en unas planchas de gran belleza plástica que combinan el barroquismo de la escuela de Moebius o Bilal con la línea clara de Hergé, Morris o Chaland, y que la edición de Norma permite disfrutar en todo su esplendor.
El resultado es una obra tan negra como fantástica (en todos los sentidos), con ecos del mejor cine basado en la obra de Dick (los vórtices de El muertero Zabaletta recuerdan a los precogs de Minority Report de Steven Spielberg), pero con una personalidad intrínseca que nos lleva a esperar con avidez nuevas obras del tándem Agrimbau-Ginevra, entre las cuales esperamos haya alguna entrega más del bueno de Zabaletta.
Título: El muertero Zabaletta
Autores: Diego Agrimbau (guión) / Dante Ginevra (dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: mayo de 2008
48 páginas (color) - 13 €
(+) Los blogs de los autores:
- Diego Agrimbau
- Dante Ginevra
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
La verdad es que esta muy bueno esta Historieta.
Dante la rompe y Agrimbau sabe como crear suspenso.
http://tintadehistorieta.blogspot.com
Publicar un comentario