Abandonad toda esperanza

martes, 20 de mayo de 2008

Bodrios que hay que ver: R.O.T.O.R.

Cuando uno ya lleva a sus espaldas el peso de haber visto varias docenas de bodrios, algunos de los cuales hemos comentado en esta sección, llega a pensar por un momento que ya nada puede sorprenderle, que las ha visto de todos los colores, y que en lo que a engendros fílmicos se refiere está de vuelta de todo. Pero es entonces que llega R.O.T.O.R. para poner las cosas en su sitio.



Cuando me disponía a ver este largometraje, intuía que debía ser un bodrio con todas las de la ley (nunca mejor dicho, como luego verán)... pero lo que no sabía entonces, y que descubrí después investigando acerca de su producción, es que muchos cinéfagos consideran este film de 1989 como digna aspirante a la peor película de todos los tiempos.

Ahora es cuando ustedes dicen aquello de "sí, claro, como todas"; pero créanme: esta vez va en serio. R.O.T.O.R. no se parece a nada que hayan visto antes, y a nada que vayan a ver a partir de ahora. Porque, aunque el final abierto del film amenace con una secuela, no hay nada que se le parezca (a Dios gracias).



Les cuento de qué va el asunto: la delincuencia campa a sus anchas en las calles de Norteamérica; ante esta situación Coldyron, un policía que ahora se dedica a la investigación y desarrollo de ciencias tecnológicas (como si fuese una actividad a la que uno puede dedicarse así como así, sin estudios, como el bricolaje o el coleccionismo de teteras de época), se propone crear al policía perfecto, al arma definitiva contra el crimen. ¿Verdad que parece la sinopsis de Robocop? Pues no, es R.O.T.O.R.... que son siglas, claro, de Robotic Officer nosequé nosequé nosecuántos.



Pero sigo: la presión de sus superiores -representados por un desagradable político que más parece un directivo de un equipo de fútbol o un mafioso italoamericano- para que el proyecto se acelere acaba con el cese de Coldyron. Pero los que van a sustituirle meterán la pata y un accidente en el laboratorio, provocado por un técnico que afirma ser indio para ligar con una compañera ("¿Ves estos pómulos? Solo pueden ser de un indio o un mariquita... Por lo tanto, tengo que ser indio", afirmará, en un alarde de sus conocimientos de genética), provoca que R.O.T.O.R., mitad policía mitad máquina, todo energúmeno chaparrete con muy mala uva, sea activado con una orden directa: juzgar y ejecutar.



¿Que ahora parece Terminator? Que no, demonios, que es R.O.T.O.R. Pero les perdono porque está claro que esta película firmada (decir dirigida sería faltar a la verdad) por un tal Cullen Blaine fusila sin miramientos los filmes precedentes de Paul Verhoeven y James Cameron, dando como resultado una cinta risible hasta decir basta, sin pies ni cabeza, que no llega a ser soporífera de tan ridícula y marciana que resulta.



A partir de la puesta en marcha del agente, el film se convierte en una doble persecución: por un lado Coldyron y su colega -una científica con físico de luchadora de wrestling y peinado a medio camino entre la Pícara de La Patrulla X y una asquerosa mofeta- la Dra. Steel (qué ingenioso el guionista, ambos científicos se apellidan "Hierro frío" y "Acero") tratan de frenar a R.O.T.O.R., mientras este hace lo imposible por detener -para juzgarla y ejecutarla, claro- a una chica que vio cómo su prometido excedía el límite de velocidad poco antes de ser asesinado por el agente artificial. Para que luego digan que en España se han pasado con el carné de conducir por puntos.



La existencia de esta bazofia solo se explica cuando sabemos que el director, el guionista y el actor principal son a su vez co productores del film, porque nadie en su sano juicio habría puesto un euro de su bolsillo en semejante basura. Por ello, el guionista y co productor del film, Budd Lewis, se ve obligado a ejercer también de director artístico, diseñador de producción, coordinador de efectos especiales y hasta de actor de reparto (no me extrañaría que hubiera gestionado también el catering y la limpieza de los aseos). Por su parte, el protagonista Richard Gesswein -que más parece un ranchero de Texas o un vendedor de bistecs de Oklahoma que un científico- no ha participado en ninguna otra película. ¿Y qué otros largometrajes ha dirigido Cullen Blaine? Pues, razonablemente, ninguno... si no contamos como un film propiamente dicho la secuela directamente para vídeo de La Bella y la Bestia de la factoría Disney, titulada Belle's Magical World ("El mágico mundo de Bella") y realizada en 1998. Y es que el Blaine pre-R.O.T.O.R. era un experto en cine de animación, con un par de cortos y un largometraje de Daniel el Travieso para televisión. Qué currículo tan extraño el suyo.



Sí, la imagen anterior corresponde al otro trabajo de autor de Cullen Blaine... Una filmografía que ríete tú de Dreyer o Tarkovski.

Por lo demás, en R.O.T.O.R. tenemos de todo: por un lado, la caradura de los productores al intentar hacernos creer que el agente psicópata es un ser artificial, del que solo vemos su esqueleto mecánico en un vídeo de demostración; ni que decir tiene que a lo largo del film el bueno de R.O.T.O.R. es interpretado por varios actores con el rostro oculto por el casco de policía motorizado y las gafas de sol, que ponen voz de ser un androide como buenamente pueden; por otro, el único robot "auténtico" que vemos es Willard, un policía artificial a medio camino entre C3PO y un sillón de permanente de peluquería de barrio con secador de pelo incorporado, y que pone el contrapunto cómico a un film cómico de por sí. ¿Son ustedes del grupo de juiciosos aficionados que odiaron a Jar Jar Binks en la nueva trilogía de Star Wars? ¿Les puso de los nervios la cargante presencia de Joe Pesci en las secuelas de Arma letal? Pues entonces, también odiarán a este repulsivo ser que por poco que sale ya es demasiado.



En definitiva: una película lamentable como se han visto pocas, que hay que ver para creérsela, y que culmina con la explosión del agente villano al verse atado por diversas cuerdas en brazos y piernas (que nadie puede explicar de dónde salen, ya que contra él se enfrentan tan solo dos personas con una única soga). Un hecho este explicado con el argumento científico de que "la fuerza molecular de R.O.T.O.R. va a hacer explotar la cuerda". Ya saben, amigos, no lo intenten en casa: si tienen cuerda y fuerza molecular, manténgalas separadas.



Y agárrense, porque al parecer preparan una secuela, titulada en un momento de brillantez creativa como R.O.T.O.R. 2. Y tiene web: http://rotor2.com/. Pero, en consonancia con el film original, no funciona.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta mier... película es la polla con cebolla. Me la bajé y la estoy haciendo una crítica. Es ideal para verla con amigos y cervezas.


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