jueves, 14 de febrero de 2008
Wormwood: Zombies, metralletas, tentáculos y cojones de cíclope
Si hace unos días, al hilo de la publicación de las aventuras de Courtney Crumrin de Ted Naifeh, hablábamos de ciertas manifestaciones populares del género del terror, influenciadas por el cine de Tim Burton y que van de Emily the Strange a la Lenore de Roman Dirge, hoy toca hablar de otra corriente dentro del mismo, aquella que actualiza (aunque muchas veces lo haga tan solo de forma superficial) a monstruos, brujos, vampiros y demás seres sobrenaturales del género convirtiéndolos en personajes positivos y un punto chulescos, y que también se manifiesta al tomar a antihéroes de conducta decididamente inmoral y convertirlos en protagonistas con los que el lector ha de identificarse como buenamente pueda o quiera.
Esta corriente tiene en un par de personajes del Universo DC, el cazarrecompensas psicópata Lobo y el hechicero nihilista John Constantine, a dos de sus más claros exponentes, y vive también de la influencia de las novelas de chupasangres convertidos en aristócratas decadentes o cantantes de rock de Anne Rice o Poppy Z. Brite. Y es esta y no otra manera de entender el género la que articula una obra como Wormwood, putrefacto caballero, publicada por IDW Publishing y escrita y dibujada por el ilustrador australiano Ben Templesmith, conocido sobre todo por su asociación con el guionista Steve Niles, que ha dado luz a obras como Criminal Macabre o la célebre 30 días de noche y sus secuelas.
Norma Editorial, en su colección temática Made in Hell, acaba de publicar el primer volumen de Wormwood, titulado Pájaros, abejas, sangre y cerveza, una sucesión de elementos menos reveladora que, por ejemplo, la que hemos usado para titular esta nota. Y es que como destaca en su prólogo el cineasta David Slade, autor de Hard Candy y de la adaptación de 30 días de noche, la serie que nos ocupa tiene todo (o casi todo) lo que puede interesar al lector aficionado al terror en su vertiente de puro entretenimiento desenfadado: muertos vivientes, armas grandes, litros de alcohol y chicas ligeras de ropa.
Este primer volumen recoge el n.º 0 de la serie original, a modo de prólogo, y los números 1 a 4, que conforman en primer arco argumental de la misma. Así, en el primer capítulo, "La ciudad", Templesmith presenta a su personaje principal, Wormwood (en inglés, ajenjo), un gusano parlante, una larva que como un huésped habita cadáveres que le sirven para moverse e interaccionar con los demás. A Wormwy, que así le llaman sus amigos, le acompaña Pendulum, un ser artificial de carácter taciturno que siempre se está quejando de las limitaciones de su condición, que implican su inaccesibilidad a los placeres de la carne y de la cerveza. Ambos, Wormwood y Pendulum, se enfrentarán codo (de carne muerta) con codo (de metal y látex) a un brote de tentáculos homicidas en un night club situado en la zona que separa las dimensiones.
En el n.º 1 de la serie conoceremos a Phoebe, la nueva ayudante de Wormwood, una stripper que abandona su trabajo en dicho local para integrar las filas del negocio del protagonista. Al mismo tiempo de su contratación, arranca una trama que ocupará las páginas del resto del volumen, y donde una criatura abominable, a medio camino entre los terrores indescriptibles de H. P. Lovecraft y el alien de H. G. Giger, Carlo Rambaldi y Ridley Scott, brota del estómago de sus víctimas en una odisea de sangre y vísceras que implica a un culto demoníaco y hasta a un clan yakuza (!).
Al hilo de este argumento, Templesmith se permite un homenaje que merece reseñarse... ¿Recuerdan la célebre portada de un Vanity Fair de los años 90 que mostraba a Demi Moore embarazada, en fotografía de Annie Leibovitz? Pues como parodiaran por aquel entonces muchos artistas gráficos, entre ellos el John Byrne de su inclasificable Hulka, Templesmith no ha podido evitar la tentación de hacer lo propio con su putrefacto personaje en la cubierta del tercer comic book de la colección.
La conclusión de este arco argumental, mediante un jocoso e inesperado deus ex machina, revela la irreverencia con la que el autor se acerca al género con el fin de sorprender y de provocar la sonrisa, hasta la carcajada, en el lector. De paso, demuestra que hasta los demonios de primer orden tienen a una esposa esperando en casa, y que lo que suele decirse de que hay que tener amigos hasta en el infierno es una verdad como un templo.
Puede parecer a simple vista que el mayor mérito de una obra como Wormwood está en el atractivo visual de la misma: aunque en ocasiones Templesmith pueda ser un narrador deficiente y su arte algo confuso, aquí parece más entonado que en otras ocasiones, y el resultado final se lee con interés y claridad. En cuanto a la historia propiamente dicha, alguien podría argumentar que su autor busca la provocación por la provocación, incluyendo como secundarios a leprechauns ávidos de sexo o carniceros que venden criadillas de cíclope; y no faltaría a la verdad. Pero qué quieren que les diga: Wormwood tiene su gracia.
Así pues, estamos ante un cómic que ha hecho las delicias de lectores especializados, caso del mismísimo escritor de ciencia ficción y fantasía Harlan Ellison (no se pierdan el homenaje que Templesmith le realiza, incluido en la galería con la que se cierra el tomo), y que aunque no aporte nada nuevo al género proporciona un rato de digno entretenimiento, ni más ni menos. No sé ustedes, pero yo ya estoy esperando la publicación de la siguiente entrega.
Post scriptum.- No soy el único que ha disfrutado con la obra de Templesmith: Jeff Vandermeer la incluye en su Top 12 de los mejores cómics del año en Booklust.com.
Título: Woormwood, putrefacto caballero (Vol. 1: Pájaros, abejas, sangre y cerveza)
Autor: Ben Templesmith (guión y dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: enero de 2008
136 páginas (color) - 13 €
(+) Sobre el autor:
- La web de Ben Templesmith
- El blog de Ben Templesmith
(++) Otros cómics de terror de IDW / Made in Hell:
- El ladrón de días
- Karney
- La casa infernal
- Night Mary
- Soy leyenda
- Zombies Party
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