Terry Zwigoff, colega de Robert Crumb y director de un documental sobre la obra de este (y, por tanto, familiarizado con lo que pasa en el mundillo del cómic indie norteamericano), ya se acercó a la obra de Daniel Clowes con la estupenda Ghost world, basada en la novela gráfica homónima.
Ahora vuelve a colaborar con Clowes con esta Art School Confidential, estrenada directamente en formato doméstico aquí, con el estúpido e inapropiado título de El arte de estrangular.
El film, escrito por el propio autor y que se anuncia como un guión original, tiene sin embargo como punto de partida una breve historia de igual título publicada en su serie Eightball (aquí en España puede leerse en Bola Ocho n.º 10, editado por La Cúpula).
En apenas cuatro páginas, Clowes da rienda suelta a toda su rabia (por más que esté tamizada por una sana ironía) contra el arte moderno, los prejuicios artísticos y las academias de arte, concluyendo con el cruel destino de la mayoría de estudiantes de estos centros académicos.
Resulta por tanto una lástima que el material de partida se haya visto suavizado en su traslado a la pantalla por Zwigoff y, sorprendentemente, por el propio Clowes. El autor, protagonista y narrador de su cómic, da paso en el film a un sosías interpretado por Max Minghella (hijo, por cierto, del director de El paciente inglés y El talento de Mr. Ripley), que se acerca a la escuela de arte desde una posición inocente que se verá luego masacrada por la dura realidad.
Esta inocencia pervertida podría haber funcionado para hacer de Art School Confidential (la película) una brutal crónica sobre los entresijos del mundo del arte actual. En cambio, la versión cinematográfica de Zwigoff y Clowes resulta mucho más blanda que la breve historieta del segundo, por más que cuente con hallazgos como el profesor que interpreta John Malkovich (y que, claro está, representa a buena parte de todo un colectivo) o el policía infiltrado en el instituto que en el fondo aspira a triunfar como artista.
Por si esto fuera poco, el elemento policiaco de la trama (un asesino en serie que estrangula a sus víctimas y el citado agente infiltrado) se revela como un añadido sin más razón de ser que estirar el argumento hasta poder hacer un largometraje con él. Quizá habría sido más interesante filmar un mediometraje más fiel al original literario, si bien no se habría proyectado en los circuitos de exhibición habituales y habría quedado relegado a proyecciones de carácter marginal... Como a las que seguro quedaría reducido el documental del personaje que interpreta Ethan Suplee si el ámbito de las artes no fuese tan hipócrita y falsario como de hecho muestran Clowes y Zwigoff.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Disculpe que trate de abusar de Vd., pero... ¿hay posibilidad de que me cediera temporalmente "Art School Confidential"?. Me interesa mucho el tema, aunque su crítica no sea buena. Me trasladaría a donde sea menester.
Le he mandado email. Ya me dice. Le quedo agradecido.
No he recibido ese mail. Insista:
fran_constantine@hotmail.com
En principio, ya le digo que sin problema, siempre y cuando espere a mi regreso (este fin de semana no aparezco por su tierra)... y tenga un reproductor adecuado para el soporte.
Publicar un comentario