Abandonad toda esperanza

lunes, 21 de mayo de 2007

Daniel Johnston: Retrato de un artista demente

Hasta la fecha, Capturing the Friedmans era nuestro documental favorito. Pero ahora tiene que compartir la mención con The Devil and Daniel Johnston, film sobre el cantante folk e ilustrador, premiado en Sundance y aplaudido por la crítica.



Y es que si el documental sobre los Friedman muestra el lado oscuro del norteamericano medio, la fascinante película de Jeff Feuerzeig revela el lado oscuro del norteamericano genial: Daniel Johnston, influyente letrista, cuyas canciones han sido interpretadas por músicos como Tom Waits, Pearl Jam o Yo La Tengo, es también un individuo maníaco-depresivo, que alterna momentos de euforia e hiperactividad creativa con bajones depresivos, y que llevó su formación católica a niveles de paranoia altamente preocupantes.



Johnston empezó a expresarse como artista desde pequeño, haciendo extrañas ilustraciones (dibujaba ojos por todas partes) y copiando de sus comic books favoritos (tenía una especial predilección por el Capitán América de Marvel); pero fue con la música que descubrió la mejor forma de expresar lo que había en su interior... Algo que una psicóloga definió años más tarde como un auténtico infierno personal.



Obsesionado por la figura de Satán, al que consideraba culpable de todos los males y de manipular al hombre para convertirlo en indigno del Paraíso, esto le llevó a autonombrarse enviado del Señor en misión divina. Por ese motivo, y tras empeorar por el consumo de LSD, estuvo internado en diversos psiquiátricos, para pena y alivio de sus familiares y amigos. Mientras, no dejaba de componer, dibujar e idear proyectos de gran creatividad.

Hoy en día Johnston se encuentra en mejor estado de salud gracias a la medicación y al cuidado de sus padres (que muestran en el documental, en un momento de gran emotividad, su preocupación por el poco tiempo que les queda y por qué será de su hijo cuando ellos falten), y ha sido elevado a los altares de los artistas de culto gracias primero a la idolatría que por su figura sentía Kurt Cobain, el líder suicida de Nirvana, y después por este tan espléndido como terrorífico documental de Jeff Feuerzeig.



Créanme: una vez hayan visto The Devil and Daniel Johnston, no podrán evitar sentir fascinación por su personaje principal. Querrán hacerse con sus discos e investigarán sobre su trabajo gráfico. Porque es muy difícil resistirse a la inquietante atracción de ver tanto talento encerrado en el cuerpo y la mente de un ser abocado a la locura.

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