Muy pocas veces un lector vive la orgásmica experiencia de encontrarse con una obra maestra detrás de otra. A un servidor le ha pasado estos días, y lo peor es la sensación que queda de que se trata de algo que tardará mucho en repetirse. Y es que si ayer hablábamos de Macanudo, las espléndidas tiras cómicas del argentino Liniers, verdaderamente indispensables, hoy es el turno de otro maestro del relato breve: el español Keko.
El título de la novela de Gabriel García Márquez le viene como anillo al dedo a La casa del muerto, editado por Edicions de Ponent, y que incluye las historias de Keko publicadas en la revista NSLM (Nosotros somos los muertos). No me cabe duda alguna de que es éste uno de los pocos álbumes imprescindibles, pero imprescindibles de verdad, de entre lo editado en este 2006.
El volumen incluye seis historias, si entendemos las cuatro breves protagonizadas por Lover Boy como un todo. Seis historias en apariencia independientes que, gracias a "Cerrado por vacaciones", la última del tomo, se revelan finalmente relacionadas en una gran obra completa sobre el poder, personificado en ese hombre misterioso que habita las sombras de la casa del título.
Si hay que destacar una de las historias, nos quedamos sin duda con "El perfil requerido", que revela, al más puro estilo de Grant Morrison, la existencia de alguien que mueve los hilos tras todos los mandatarios de la Humanidad, de Jesucristo a Bin Laden, pasando por Napoleón o Hitler. El protagonista es de nuevo Lover Boy, personificación del amor, exultante de vida en los cuatro capítulos -873, 880, 923 y un capítulo final de un todo inexistente- que protagoniza anteriormente, y que en esta "El perfil requerido" se nos muestra como un individuo envejecido y descreído, pálida sombra de lo que fue.
Otro de los hallazgos de La casa del muerto es que en sus páginas se establece un paralelismo entre el poder político y el poder de la creación, y el villano en la sombra podría ser igualmente un dictador (tal y como aplicamos el término) o un artista dictador, quizá un trasunto del propio Keko, en un juego metaliterario que recuerda a otra obra del guionista escocés: su etapa en Animal Man.
Como decíamos, La casa del muerto es una gran obra, y lo es no por su extensión (apenas 56 páginas), sino por su valor literario, por su alcance simbólico, por la multiplicidad de lecturas que ofrece. Si Luis Buñuel tenía razón y el misterio es la parte más importante de toda creación artística, este álbum de Keko es una obra maestra del noveno arte.
Por si esto fuera poco, el volumen se completa con "Un lugar para el desconcierto fascinante", ensayo a modo de prólogo de Pere Joan, director de la desaparecida NSLM. Joan lleva a cabo, en apenas unas páginas, un repaso a la carrera de Keko, para continuar con una lúcida interpretación, sin desvelar demasiado de su contenido, de las páginas que siguen. Esto es, se trata de un texto introductorio con empaque, lejos de los habitualmente inanes complementos de relleno.
Así pues, no tarden en hacerse con La casa del muerto. Sus 56 páginas bien valen su precio, porque cuando concluyan su lectura, estarán tan seguros como yo de que no tardarán en volver a leerlo. Una y otra vez. Una y otra vez. Una y otra vez.
Título: La casa del muerto
Autor: Keko (guión y dibujo)
Editorial: Edicions de Ponent
Fecha de edición: noviembre de 2006
56 páginas (b/n) - 11 €
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