Abandonad toda esperanza

viernes, 29 de junio de 2007

Manda flores a mi entierro: Arsénico con compasión y género negro sin tópicos

Que un crítico de cualquier disciplina artística se pase al otro lado y ejerza de creador puede resultar tan interesante como peligroso: indudablemente, conocerá los resortes del medio, pero de la misma manera puede perder cierta frescura y que se aprecien más de lo conveniente los andamiajes que están detrás de su obra.



No sucede así con Manda flores a mi entierro, novela con la que Ricardo Bosque, crítico literario y editor de La Balacera (Agenda de noticias negras), vuelve al redil de la creación literaria de largo recorrido siete años después de publicar su primera novela: El último avión a Lisboa.



Manda flores a mi entierro, publicada por Mira Editores, parte de una premisa harto interesante: una aparentemente inocente floristería en una zona privilegiada de Zaragoza oculta un negocio que podría llamarse Suicidios S.L.: Cayetana Marqués, alias Tana, por propia mano o a través de empleados contratados, facilita el suicidio a aquellos que quieren poner fin a su vida y no se ven capaces de hacerlo ellos mismos.



Bosque, buen conocedor de las armas de lo que debe ser un narrador competente, atrapa así la atención del lector desde el mismo arranque de la novela... para luego llevar la historia por otros derroteros: la investigación no irá por el camino esperado, sino por el de relaciones familiares conflictivas que por un suicidio que podría ser un asesinato, muy lejos de solucionarse, se complican cada vez más.



Decir que Manda flores a mi entierro es una novela coral no sería del todo acertado, pues sí encontramos a algunos personajes más protagonistas que otros, pero sí es cierto que su autor elude el tópico del género negro consistente en contar con un policía o investigador privado como eje central de la narración: de esta forma, Arturo Sanromán comparte el protagonismo con la citada Tana Marqués, la difícil madre de esta, el tío Ramón, o sus propios familiares... de entre los que destaca su padre, tan impertinente como lúcido, y posiblemente el personaje más conseguido de todo el libro.



La novela no es perfecta: en ocasiones, pocas eso sí, peca de ser demasiado explicativa, y por ello algunos pasajes habrían quedado mejor con una poda más estricta. Pero el hecho de que la trama criminal, por más que interese al lector, no sea su principal atractivo, así como por los diálogos (bien construidos y creíbles) y, sobre todo, el dibujo de algunos personajes (Tana Marqués, por ejemplo, está lejos del esperable arquetipo de la femme fatale, y se agradece), convierten a Manda flores a mi entierro en una novela magnífica, con elementos de género negro pero nada mimética y repetitiva, que se lee con avidez... y que solo nos hace desear que Ricardo Bosque no vuelva a tardar otros siete años en escribir otra.


Manda flores a mi entierro
Ricardo Bosque
Zaragoza, Mira Editores, 2007
216 pp. - 16 €


[Fotografía 2.ª: Ricardo Bosque; fotografía 4.ª: Puesta de sol en Zaragoza (C) Jorge Orte Tudela.]

6 comentarios:

Unknown dijo...

Ayer por la noche ya me soplé 50 páginas de Manda Flores, de nuestro amigo Ricardo Bosque. Te agradezco de todo corazón que no hayas desvelado nada. Eso sí, se reconoce su escritura desde el principio, supongo que será que cada día me escribo con él.
Veo que estas leyendo una obra maestra del cómic "Contrato con Dios" que aproveche Sr. Serpico.
Un saludo,
José Andrés

Anónimo dijo...

Bueno, Mr. Serpico, eternamente agradecido quedo por la crítica de la novela y recojo el guante: por mi parte, no pasarán otros 7 años sin tener noticias de esta familia que acaba de nacer.
Lo que no anticipo es la línea de investigación que exploraré en la próxima entrega.
Salud,
Ricardo

PD: recuerdos de Sanromán padre, encantado el hombre de haberse convertido en el personaje estrella

Anónimo dijo...

Yo tb tengo ya a San Román padre en mi altar particular de secundarios de lujo.

Fdo. Patón.

Unknown dijo...

Efectivamente. SanRoman Papa se ha comido al personaje principal. Que nos deparará ese huerto medicinal que le ha prometido Arturo.
Un saludo,
José Andrés

Anónimo dijo...

EL BOSQUE DEL LOBO

Confieso que leí Manda Flores... con ansiedad y estupor. El título era bueno; el escritor, crítico; y su condición, de novato. Lo leí entre lingotazos de vino y cigarrillos en primavera. Me dejó estupefacto. Entre tanta novela con pretensiones, tanto libro con afán de trascender, tanto pedante ambulante, me encontraba con un libro sencillo y bien escrito que sólo pretendía entretener.

Porque lo cierto es que me enganchó enseguida: los personajes eran creíbles; el marco, bien dibujado; la trama, consistente; el lenguaje, eficaz y limpio. Soy escritor y crítico literario, de modo que tengo cierta desviación a recomendar o desaconsejar, así que automáticamente lo recomendé a un puñado de amigos. Ninguno se quejó.

No voy a desvelar la historia, pero sí a sacarle un pero bastante grave. Vemos. Dos meses después me llevé Manda Flores... a la playa con mi mujer y chavales. La playa, ya se sabe, es un coñazo. Hay que cuidar de los niños, estar atento no se pierdan y evitar que se ahoguen. No voy a esconder que soy camastrón además de miope, de modo que cada año me llevo al mar la hamaca y un par de periódicos, y leo como un condenado.

Sin embargo, este año mi mujer tenía Manda Flores... entre las manos y leía y leía mientras los niños jugaban y hacían esas burradas tan encantadoras que hacen. Afortunadamente veraneamos en Almería, no en Tarragona. En caso contrario, seguro que se los zampa el tiburón. Porque lo cierto es que enseguida comprobé que o me ocupaba yo o no se ocupaba de los chicos nadie.

Empecé a mirar con ira aquel maldito libro que me estaba aguando las vacaciones más que el mismo Mediterráneo. "Joder con el Ricardo Bosque de los cojones", me decía. A ese tío lo talo. Pedí el teléfono del pájaro en información y le llamé desde la playa conminándolo a una compensación (nurse, canguro o nanny), pero se rió desvergonzadamente y hasta se mostró simpático, el muy traidor.

Que se prepare: desde este momento desaconsejo su lectura en la playa, sillón o sofá, de forma que sólo puede ser leído en una narcosala. Es una novela estupefaciente y con tendencia a dejar estupefacto no sólo al que lee, como el tabaco. De la misma manera, encarezco a que lo lean en la cama todas las señoras y señoritas que duermen acompañadas, al fin y al cabo la protagonista es una mujer. (Y qué mujer.)
Y para que conste, firmo y rubrico esto.

J.L. Gracia Mosteo

Francisco J. Ortiz dijo...

Suscribo sus palabras, señor Gracia Mosteo, al 100%.

Bueno, casi: yo no voy a la playa. :-)


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