Abandonad toda esperanza

martes, 16 de diciembre de 2008

Bodrios que hay que ver: Rottweiler

Antes de entrar a matar (que es lo que se merecen, como poco, sus principales responsables) y comentar algo de enjundia acerca de Rottweiler, la película que hoy nos ocupa, toca hacer un breve repaso histórico... Y es que hubo un tiempo en el que confiábamos en que la Fantastic Factory, la división de cine fantástico de la productora catalana Filmax, iba a ofrecer una serie de películas preparadas -al estar, en su mayoría, rodadas en inglés- y dignas -confiando en la profesionalidad de sus directores, productores y guionistas, principalmente- para competir en igualdad de condiciones con sus semejantes norteamericanas en el mercado nacional.



Y la verdad es que lo han conseguido... al menos con las más penosas de las yanquis, con las que tranquilamente se pueden comparar con semejantes resultados: las primeras muestras de esta factoría ya nos dejaron con la mosca detrás de la oreja, pues con la salvedad de la digna y lovecraftiana Dagón (La secta del mar), el resto de títulos se movía entre lo descaradamente pulp (Faust), lo rutinariamente cansino (Arachnid) y lo monótonamente imitativo (Beyond Re-Animator). Tuvieron que venir después Jaume Balagueró, Paco Plaza y, en menor medida, Nacho Cerdá y Brad Anderson, para ofrecer películas tan competentes como Darkness, El segundo nombre, Los abandonados o El maquinista... en su mayoría producidas por Filmax pero fuera del sello Fantastic Factory, por si acaso se les pegaba algo.



Pero si la cosa pintaba mal, luego y contra todo pronóstico se puso todavía peor, y películas como Bajo aguas tranquilas o La monja conseguían que las anteriores, por comparación, se pusieran a la altura de clásicos incontestables del cine fantástico. Lo mismo sucede con esta Rottweiler, que como Faust o Bajo aguas tranquilas está dirigida por Brian Yuzna (el señor de la foto de arriba), un director de cine que sin duda ha vivido tiempos mejores. Aunque muchos pensarán que esto tuvo que ser antes de ser director de cine.



Veamos de qué va la película en cuestión: la acción arranca en el año 2018, si no recuerdo mal (y si recuerdo mal, tampoco importa demasiado), en el sur de la Península Ibérica. Estamos en un territorio llamado ahora Zona Restringida, creado por la Unión Europea para controlar la entrada ilegal de inmigrantes provenientes de la costa africana en el viejo continente. ¿Verdad que suena un apunte (social) interesante? Pues sé que esto es así porque lo he encontrado en Internet, porque viendo la película uno tampoco se entera de demasiado.



En fin: en dicha Zona Restringida se encuentra situado un campo de prisioneros del que un joven llamado Dante -interpretado sin ninguna convicción por Marcus Miller- consigue escapar, para convertirse ipso facto en el objetivo de un cazador -encarnado por Lluís Homar, un actor estupendo y que aquí se encargan de cargarse enseguida no vaya a ser que en un descuido mejore algo la película- y de su fiero perro, un rottweiler mejorado cibernéticamente al más puro estilo T-800 (o de R.O.T.O.R., ya que hablamos de bodrios que hay que ver). Por cierto: el susodicho perro es lo único realmente futurista que se aprecia en la película, imaginamos que porque la mayor parte del presupuesto se fue en su presencia física y no quedó parné para futurizar nada más.



Mientras Dante va en busca de su amada -interpretada por Irene Montalà-, y el perro persigue a Dante, Yuzna se encarga de mediante numerosos flashbacks alternar presente y pasado como si esto fuese El Padrino II, aunque ahí acaban, por supuesto, todas las semejanzas. Tanto es así que pronto deja de entenderse nada, resultando difícil de discernir lo que está ocurriendo ahora y lo que ocurrió antes, como no se fije uno mucho en la vestimenta de los personajes.



¿Hay que añadir algo más para dejar claro que esto es un desaguisado que no hay por dónde cogerlo? Pues por si acaso hay mitómanos en la sala, cabe señalar que el villano de la función corre a cargo de un autoparódico Paul Naschy, mito viviente del género fantástico en nuestro país, y que la película supuso la primera intervención de la niña Ivana Baquero, luego famosa por su papel protagonista en El laberinto del fauno.



Sí, no hay nada más interesante en Rottweiler, como no sea echarse unas risas con los efectos especiales, principalmente aquellos que muestran al animatronic del perro protagonista surgiendo de entre las llamas y mostrando su exoesqueleto artificial, en un nada velado homenaje al final del primer Terminator de James Cameron.



Eso sí, por mala que sea, no creemos que haya estropeado mucho el original literario en el que se basa: El perro, de Alberto Vázquez-Figueroa. Primero, porque el propio autor es el adaptador del libro; y segundo, porque el propio autor, también, ha declarado en más de una ocasión ser consciente de haber escrito muchos libros pero no haber escrito jamás literatura. A ver si va a ser que Brian Yuzna ha rodado muchas películas pero nunca ha filmado nada de cine...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mito viviente, mucho más que aquí y desde hace mucho más tiempo, en USA... no se olvide Sr. Ortiz :-)
En todo caso, yo en mi adolescencia vi una versión de "El perro" muy interesante, con claro transfondo sociopolítico, esta sí. Pero no recuerdo al director, sin embargo el cartel sí... Blanco con la cara de un pastor alemán creo recordar. Acababa en un garaje en el que encontraba al fugitivo. El perro y el fugitivo eran una metáfora del dictador y los reprimidos de un país sudamericano, si mi memoria no me falla, que ya patina a veces.
Un afectuoso saludo. :-)


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