jueves, 11 de diciembre de 2008
Mal de escuela: La letra con amor entra
No se entienda el término amor que aparece en el título de esta reseña tan solo en su acepción romántica -de romance-, aunque según Daniel Pennac, el autor de Mal de escuela, sea este el elemento que puede reinsertar en la sociedad de los triunfadores al más zoquete de los zoquetes. No; aquí hablamos de amor en su sentido más amplio, como sinónimo de cariño, de respeto, de afinidad: un sentimiento que han de compartir profesor y alumno para que ambos, cada uno de acuerdo a sus propósitos, triunfen.
Pennac, hoy un escritor afamado, autor de la saga del señor Malaussène, ídolo de masas en su Francia natal y escritor de culto en muchos otros países, entre ellos el nuestro, fue según confiesa en este testimonio publicado por Mondadori un caso paradigmático de zoquete escolar: pese a un entorno familiar casi construido premeditadamente para el triunfo intelectual (un padre profesor de élite, una madre ama de casa siempre vigilante, hermanos mayores de éxito académico, acceso natural e inmediato a la cultura escrita, pictórica y musical), las notas del pequeño Daniel eran muy bajas en todas las asignaturas, y la lectura y la escritura, quién lo diría viendo a qué se dedica en la actualidad, se le resistían particularmente. Tanto es así que todavía hoy su madre le pregunta de vez en cuando si ha conseguido lo que realmente quería, pues no acaba de creérselo, y su padre le escribía al colegio donde trabajó durante un cuarto de siglo especificando el oficio de "profesor" en la dirección del sobre, como reafirmando algo que todavía le sorprendía.
Y es que a Daniel Pennacchioni, el alumno pésimo, le salvó la literatura, y antes que ella le salvaron tres o cuatro profesores que supieron ver en él los valores, las capacidades, que otros colegas no. Particularmente uno de ellos, el de lengua francesa, que le libró de la obligación de hacer redacciones puntuales y le instó a que escribiese una novela por entregas, capítulo a capítulo, a la manera de la literatura de folletín de la prensa de los siglos XVIII y XIX, aquellos relatos rocambolescos escritos por Victor Hugo, Charles Dickens o Wilkie Collins. Fue así que Daniel Pennacchioni se transformó y descubrió al Daniel Pennac que había en su interior.
Mal de escuela no es, por tanto, un ensayo técnico sobre el estado actual de la docencia en Francia o en Europa -"estadísticamente todo se explica, personalmente todo se complica", cita el propio autor-, sino un testimonio personal, un libro de memorias sesgadas al orientarse a un aspecto muy concreto de la personalidad del autor: primero, sus años como penoso alumno de enseñanza primaria; después, su trabajo como profesor que, dada su experiencia, pasa por un poderoso y productivo sentido de la autocrítica y una atención especial para los alumnos menos capacitados.
Muy especialmente para los que nos dedicamos a la enseñanza, aunque está tan bien escrito y su degustación resulta tan apasionante que puede satisfacer a cualquier lector exigente, Mal de escuela es una lectura imprescindible: y no porque nos cuente cosas que no sepamos -aunque haberlas las haya, se circunscriben a la propia experiencia de Pennac y esta no tiene por qué ser siempre extrapolable-, sino porque nos cuenta otras que sí sabemos pero que no está mal que nos recuerden de vez en cuando. Y lo mejor de todo es que no solo deberían leerlo todos los profesores, sino que no estaría de más que lo leyeran el mayor número posible de alumnos, y de padres de alumnos, esos grupos -más el primero que el segundo pero los dos, no nos engañemos- en los que un 40%, según el último informe de..., no lee ni un solo libro al año. Esperemos que Mal de escuela no se convierta así en una reveladora botella lanzada al mar con un mensaje dentro que no llegue a ningún destinatario y se sumerja en el fondo para que el tiempo se olvide de ella.
Mal de escuela
Daniel Pennac
Barcelona, Mondadori, 2008
256 pp. - 20,90 €
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1 comentario:
Gracias por el comentario.
Vivimos de esto y nuestra constante es aproximarle la materia al alumno de manera premeditada, casi que a la carta, pero... en algunas ocasiones la falta de "empatía" o ... (pongase lo que corresponda) no nos da para más.
Todo comentario al respecto es un referente y en este caso visto el modelo una lectura que realizaremos en breve y con ilusión por saber más al respecto.
Salud.
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