Los lectores de otras muestras de slice of life, como Strangers in Paradise de Terry Moore, ya se imaginarán qué tipo de historias se encontrarán en Locas: relatos costumbristas protagonizados por un grupo de personajes bastante verosímiles. Pero si Terry Moore (y la mayoría de autores a los que se les puede incluir en dicho género) optan por narrar sus historias buscando la mayor fidelidad posible a la vida real, Jaime Hernández sitúa las desventuras de Maggie Chascarrillo y sus amigas Hopey, Izzy Ortiz y Penny Century (por citar a las más destacadas) en un mundo poblado por fantasías de la literatura popular.
Así, en el mundo de Locas pueden verse dinosaurios, robots, cohetes espaciales, superhéroes y luchadores enmascarados, que son vistos con la misma naturalidad que un concierto punk o un graffiti callejero.
Todo ello -por no hablar de los apuntes metarreferenciales del volumen, cuando Maggie y Hopey declaran ser conscientes de ser personajes de una historieta- le da a Locas una atmósfera muy especial, una sensación al filo del abismo, aunque agradable, de que puede pasar cualquier cosa a la vuelta de la página. Una libertad que nos ha recordado a la que puede verse en películas como Desayuno en Plutón de Neil Jordan o los films animados de Hayao Miyazaki y Satoshi Kon.
Así pues, Locas es, junto a Palomar de Beto Hernández, uno de los indiscutibles clásicos contemporáneos del cómic norteamericano, que aglutinando la historieta popular y el comix underground da, como resultado, un cóctel explosivo imposible de olvidar.
Post Scriptum.- Para introducirse en el mundo de Love & Rockets de los Hernández Bros en general y de Locas de Jaime Hernández en particular, no dejen de visitar la cronología y el índice de personajes compilados por Mark Rosenfelder.
[Fotografía 4.ª: Desayuno en Plutón.]
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