Abandonad toda esperanza

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Blutch y Winshluss: caminos paralelos

Blutch


Winshluss


Blutch y Winshluss tienen varias cosas en común (además de posar así de bien para Corbis): ambos son autores de cómic, de nacionalidad francesa y de edades parecidas -el primero nació en 1967, el segundo tan solo tres años después-; además, ambos firman con sobrenombre artístico -sus verdaderos apelativos son, respectivamente, Christian Hincker y Vincent Paronnaud-, y ambos debutaron en la dirección de largometrajes en el año 2007 con sendos filmes de animación: Blutch firmó uno de los episodios de la muy recomendable -y aquí inédita, para variar- Peur(s) du noir, mientras que Winshluss codirigió con la autora de Persépolis, Marjane Satrapi, la adaptación de su más célebre novela gráfica.

Peur(s) du noir


Persépolis


Por si esto fuera poco, los dos tienen obras más o menos recientes traducidas al castellano, ambas de la mano de La Cúpula y vertidas al castellano una y otra por el también crítico de cine Rubén Lardín. Excusas no nos faltan pues para comentar al unísono estos dos títulos, pues ambos tienen otra cosa en común: son lecturas muy recomendables las dos.



Empecemos por la más reciente en el tiempo: Smart Monkey. En realidad, se trata de una realización de Winshluss previa a su más magna obra, ese Pinocchio que nos pareció uno de los mejores cómics editados en los últimos tiempos. Menos ambiciosa visualmente pero de gran alcance histórico, esta Smart Monkey narra, ni más ni menos y recurriendo a un humor a veces cercano al gag físico del cine silente -el popular slapstick-, la evolución del ser humano como especie, desde el simio primitivo al individuo de la clase alta del siglo XIX.



Para ello, al autor le basta apenas con un centenar de páginas en las que, en su gran mayoría, prescinde por completo de textos: por más que las criaturas que pueblan el planeta Tierra durante su etapa prehistórica -dinosaurios, mamuts, dientes de sable, etc.- nos recuerden a los filmes de animación Ice Age y secuelas, Winshluss opta consecuentemente por la misma decisión que tomó su compatriota el cineasta Jean-Jacques Annaud cuando realizó En busca del fuego: prescindir de diálogos -más allá del lenguaje de poco más que gruñidos que elaborara el autor de La naranja mecánica Anthony Burgess-, un elemento que en Smart Monkey queda restringido al epílogo de 16 páginas, ambientado en el siglo de Charles Darwin, que cierra la obra.



De esta forma, el mono inteligente que da título en inglés al volumen irá descubriendo progresivamente el sexo -en realidad la prostitución, pues es sexo vía pago con plátano-, la violencia -lo mismo que le ocurría a sus primos lejanos, los primates de 2001: Una odisea del espacio de Stanley Kubrick-, el miedo, el pillaje y, claro está, el fuego, como culmen de los descubrimientos de la edad más antigua de nuestro planeta. Un descubrimiento este que acabará pagando de mala manera, y es que según Winshluss la condición humana está condenada al peor de los destinos.



Mientras el lector es testigo de las peripecias de este simpático y expresivo animalejo, Winshluss nos mostrará las consecuencias del paso del tiempo, así como la glaciación que convirtió al planeta en una gran superficie de hielo y el Gran Diluvio Universal que, al menos en las páginas del Antiguo Testamento, protagonizaran Noe y su arca repleta de parejas de animales de todas las especies conocidas, un episodio del que también encontraremos eco en estas páginas.



Finalmente, el relato nos lleva al que podría ser el París decimonónico, y el protagonismo recae ahora en el joven y algo atolondrado vizconde Lacloche de Vallombreuse, más que posiblemente descendiente directo del anterior protagonista y defensor de las teorías darwinistas expuestas en El origen de las especies. Este científico emprenderá una expedición a África en busca de los orígenes del hombre, pero lo que encontrará allí enlazará con el relato anterior y dará una última vuelta de tuerca con la que cerrar una narración, como decíamos, menos redonda que la de Pinocchio -lógicamente: recordemos que estamos ante una obra previa- pero que ni de lejos merece pasar desapercibida.



Todavía más destacable me parece Velocidad moderna, lo último -al menos aquí- de Blutch, un autor al que seguimos desde hace tiempo y cuyas obras anteriores podemos encontrar editadas en castellano por Ponent Mon y por la misma La Cúpula: es el caso de títulos como Blotch, La voluptuosidad o Peplum. Y como ya dijimos en aquella columna de prensa, los libros de este autor nos llegan de forma desordenada: ahora le toca el turno a Vitesse moderne, publicada en 2002 por Dupuis y felizmente recuperada ahora para nuestro mercado. Decimos felizmente porque se trata a nuestro parecer de una de sus obras más redondas, donde explora una serie de posibilidades que acabarían desembocando en La voluptuosidad: esto es, un cierto caos narrativo fruto de encadenamientos ilógicos, que responden más a las conexiones instintivas y/o irracionales del mundo onírico de los sueños que a la (aparentemente) ordenada realidad.



El resultado de esta operación, que no solo recuerda a la citada obra de Blutch sino también a Paquidermo, uno de los últimos álbumes del suizo Frederik Peeters, es un relato alucinógeno en tres actos -prólogo, cuerpo central y epílogo- que sucede en el París de hoy en día -en la primera página no es difícil reconocer la avenida de los Campos Elíseos y el museo de arte contemporáneo Georges Pompidou- a lo largo de un par de jornadas, y que une a dos mujeres: por un lado Lola Rastaquoère, una estudiante de danza, de carácter independiente y decidido; por otro Renée Monzie, una escritora de manuales sobre el cuidado de las mascotas, recetarios de cocina y libros de autoayuda con pretensiones artísticas que quiere pasarse al terreno de la ficción. La segunda, que espía las clases de baile de la primera gracias a unos prismáticos, querrá convertir a esta en la protagonista de su nuevo libro, esta vez una novela, y empujará así a ambas a vivir una serie de peripecias difíciles de olvidar.



Esta serie de desventuras, sin solución lógica de continuidad, dan forma al grueso del relato, por el que pasa todo un bestiario humano donde no faltan el padre de Lola -que, aficionado tanto al travestismo como a las prácticas sadomasoquistas, engaña a su esposa con una jovencita llamada Benita-, un violonchelista callejero fatalmente enamorado de Lola, una misteriosa joven que las invitará a una fiesta nocturna inolvidable, los integrantes de una inquietante secta de individuos encapuchados... y hasta viejas glorias de la interpretación como Serge Reggiani o el mismísimo Omar Shariff, aquí convertido en protagonista de una curiosa anécdota indudablemente inventada que divertirá a los admiradores del protagonista de Doctor Zhivago.



Con estos mimbres, en Velocidad moderna Blutch urde un relato donde todos los tiempos y todos los espacios parecen ser el mismo, y pese a lo arriesgado de la propuesta el lector se sumerge en las procelosas aguas de la historia hasta casi ahogarse sin oponer resistencia alguna. Aquel que consigue llegar al final se ve recompensado doblemente: primero, por una relectura del clásico western de Jijé Jerry Spring en el que Blutch ha sustituido a los protagonistas originales por varias féminas, entre ellas la propia Lola, que se ve así convertida en musa de una visión surrealista del relato popular que no difiere mucho de personajes como la Valentina de Guido Crepax o la Hypocrite de Jean-Claude Forest; después, por una serie de declaraciones del propio autor que desvelan algunas claves para la comprensión de esta historia, como su origen compartido con La voluptuosidad: un proyecto titulado Historias superficiales de París que no acaba de ver la luz pero que a la postre está resultando de lo más productivo.



Así pues, esta Velocidad moderna viene a ser una novela gráfica de lo más sugerente, donde como en Mulholland Drive, la película de David Lynch, una mujer coge de la mano a otra y la sumerge, y con ella(s) al lector, en el mundo de los sueños y las pesadillas, donde todo es posible. A nuestro parecer, una historieta tan deliciosa como admirable.


Título: Smart Monkey
Autor: Winshluss (guión y dibujo)
Editorial: La Cúpula
Fecha de edición: octubre de 2010
108 páginas (b/n) - 18 €

Título: Velocidad moderna
Autor: Blutch (guión y dibujo)
Editorial: La Cúpula
Fecha de edición: agosto de 2010
118 páginas (color y b/n) - 18 €


[Fotografías de autores: © Corbis.]

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