Abandonad toda esperanza

viernes, 22 de agosto de 2008

Promethea: ¿Quién debe ser Promethea?



Llegado este punto, y con la reciente publicación del cuarto volumen de Promethea por parte de Norma Editorial, podemos asegurar a ciencia cierta que la serie de Alan Moore dibujada por J. H. Williams III es la obra más ambiciosa de todo el abanico de publicaciones de la línea ABC Comics. Si con tebeos como Top 10 o muy especialmente Tom Strong, el guionista de Lost Girls quiso recuperar en cierta medida el espíritu de entretenimiento puro de la historieta popular -ese que él mismo se encargó de pulverizar con Watchmen, V de Vendetta o From Hell-, resulta obvio que esta Promethea es mucho más que eso.



Y esto es así porque resumir el argumento de la serie es tarea vana sin faltar en mucho a la verdad, o señalar que en los comic books originales incluidos en esta cuarta entrega -del 19 al 25- la protagonista se reencuentra con su padre, se produce un enfrentamiento entre Sophie y su amiga Stacia por la identidad civil de Promethea o que la culminación es un juicio salomónico para decidir entre ambas, es hacerle flaco favor tanto a los autores como al propio lector.



Así, lo más aconsejable resulta dejarse llevar por el cúmulo de ideas y sensaciones que a lo largo de sus páginas transmiten no solo Moore, sino también Williams: muy pocas veces hemos asistido a una comunión tan perfecta entre guionista y dibujante como la que nos regala Promethea, y hoy en día es impensable cuál habría sido el resultado de haber recaído la labor gráfica en otras manos menos apropiadas que las del dibujante de Desolation Jones.



Así, en estas siete entregas mensuales, guionista y dibujante siguen experimentando mano a mano con el lenguaje del cómic: la estructura de composición de página varía constantemente, y en ocasiones resulta hasta complicado dilucidar cuál es el orden de lectura correcto, por lo que el lector debe aventurarse a probar y volver sobre sus pasos si ha errado. Además, la mayoría de números presentan un estilo visual independiente del resto, que ya puede adivinarse desde la portada.



A este respecto, y como viéramos en los volúmenes anteriores, hay que señalar que las portadas de J. H. Williams III siguen siendo cada una de ellas una obra de arte en sí misma (de ahí que, consecuentemente, se publicaran todas de forma independiente recogidas en un volumen específico). En esta ocasión, Williams homenajea de la obra de Vincent van Gogh de la portada 19 al universo visual de Windsor McCay en la cubierta 25: en total, siete filigranas visuales que, de paso, nos reconcilian con el arte de las cubiertas y reivindican la esencia artística de la narración secuencial situando al autor de Little Nemo a la altura del de La habitación de Arles, así como por su propia calidad intrínseca.



Para terminar, cabe señalar que si Alan Moore es, sin duda alguna, el guionista de cómic que más influyó en las primeras obras de su compatriota Neil Gaiman, ahora es el aprendiz quien influye en su maestro: como ya hiciera este en The Sandman, Moore construye un universo propio, plagado de sus propias mitologías, así como de referencias a la cábala, el esoterismo, las sociedades secretas... sin olvidar sus escarceos con, ahora sí, los géneros populares: la ciencia ficción, el suspense o el tebeo de superhéroes.



El lector profano puede pensar que exageramos, pero si se atreve con Promethea descubrirá que todo eso, y mucho más, se halla casi a cada página de esta obra ambiciosa y casi inabarcable que ya se acerca a su final.


Título: Promethea (vol. 4)
Autores: Alan Moore (guión) / J. H. Williams III (dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: julio de 2008
192 páginas (color) - 16 €


(+) Previously on Abandonad toda esperanza, los volúmenes anteriores:
- Volumen 1
- Volumen 2
- Volumen 3

[Fotografía: Neil Gaiman y Alan Moore.]

2 comentarios:

Cisne Negro dijo...

Esta obra ha sido bastante infravalorada en el conjunto de lo publicado en ABC precisamente por el contenido. En este cómic, Moore habla de lo que le interesa en los últimos años: la magia. No de ilusionismo, se entiende. La magia que Crowley escribía magick para diferenciarla de la magia del prestidigitador. Es en esta clave que ha de leerse Promethea, y por eso creo que tira para atrás a gente que sólo busca un poco de entretenimiento al estilo Tom Strong. Para mí es una obra maestra.

Ollo de Vidro dijo...

Coincido mucho con el contenido del post, pero concuerdo especialmente con lo que dice respecto a Neil Gaiman. El capítulo final de este tomo, con el juicio salomónico es típicamente gaimaniano y eso fue lo que pensé en cuanto lo leí.

un saludo.


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