Abandonad toda esperanza

jueves, 21 de agosto de 2008

El asombroso swing del Golem: La maldición de un pueblo



En uno de sus ensayos, el escritor Paul Auster señalaba al béisbol como su deporte favorito, y la principal razón aducida para ello es que lo consideraba, de entre todas las disciplinas deportivas, aquella que más se parecía a la vida real: su punto de partida, y muy especialmente su desarrollo (en el que no puede preveerse una duración determinada), le recordaban en todo momento lo inabarcable e impredecible de la experiencia vital.



Algo muy parecido pensará al respecto, como veremos al hilo de su último cómic publicado en España, James Sturm, un nombre clave del cómic independiente norteamericano y cabeza visible de The Center for Cartoon Studies, pero que en nuestro país era un perfecto desconocido hasta que a finales del año pasado La Cúpula publicara la estupenda Encima y debajo (que puede presumir de haber sido considerada por la revista Time como la mejor novela gráfica del año 2000). En esta obra, compuesta tal y como reza su subtítulo por "Dos historias de la frontera americana", Sturm exploraba algunos de los aspectos más duros y cruentos de la historia de su país en el siglo XIX. Fue hace apenas unos meses que la editorial barcelonesa reincidía en su propuesta y publicaba su obra más conocida, El asombroso swing del Golem, con la que el autor cierra -mucho antes que el foráneo Lars von Trier de Dogville y Manderlay, por cierto- su trilogía sobre los Estados Unidos.



La acción de esta novela gráfica se sitúa en la Norteamérica de los años 20, una época inmediatamente anterior al crack bursátil de 1929 que desembocará en la tristemente célebre Gran Depresión. En sus páginas el lector conocerá los entresijos vitales y profesionales de un particular equipo de béisbol, los Stars of David, de la mano de su capitán, Noah Strauss. Decimos particular porque se trata de un equipo de béisbol judío que, contra viento y marea y a pesar de sus dificultades económicas, recorre los estadios del país enfrentándose de continuo a la creciente ola de antisemitismo.



La obra se articula de acuerdo a tres partes o capítulos, tres ciudades donde se celebran otros tantos partidos. Pero solo en los dos primeros, más extensos, podremos ver en acción a las Estrellas de David (el último funciona a modo de amargo epílogo). Como decíamos, el lector conoce al equipo de la mano de su capitán, que ejerce a su vez de voz narradora: apodado por la prensa deportiva y los seguidores del deporte rey norteamericano como "El León de Sión", Noah es un ex jugador de los Red Sox de Boston que ahora apoya incondicionalmente a los suyos, entre los que también milita su hermano menor Moe. Su concepto del béisbol antepone la deportividad por encima de todo, relegando del espectáculo. Pero dificultades económicas inesperadas llevarán al León y a sus hombres a aceptar la propuesta de un representante: incluir un show en sus partidos.




En 1920 se había estrenado El Golem, película tan capital como El gabinete del doctor Caligari para entender el cine fantástico alemán de la época silente, y su llegada a los cines de Nueva York había causado conmoción entre los aficionados al séptimo arte, saldándose con un gran éxito que la mantuvo en cartel casi un año entero. La relación del film, que adapta una leyenda clásica de la cultura judía en la que una criatura de barro cobra vida para acabar sembrando el caos, con los Stars of David no se hace esperar, y uno de los jugadores accede a vestirse con el mismo traje que vistió Paul Wegener -a la sazón uno de sus directores- en la película.



Sturm, presumiblemente de origen judío, refleja en El asombroso swing del Golem la dificultad que experimenta todo un pueblo de adaptarse y de ser aceptado, ya sea por la ignorancia de los otros o por la propia incapacidad de comprenderse a sí mismo. Así, a los Stars of David las cosas no parecen irles demasiado mal mientras permanecen fieles a sus ideas; pero cuando las inclemencias inesperadas los obligan a someterse, el asunto se les va de las manos y todo termina en tragedia. Así, la maldición del Golem, y con él la de todo el pueblo de Israel, se confirma.




Muchas veces hemos señalado el privilegio del noveno arte como una disciplina que aúna dos códigos, el literario y el visual, y que permite disfrutar particularmente de uno de ellos cuando no de ambos a un tiempo, por separado o en perfecta conjunción. En este caso, Sturm reincide en lo demostrado en los dos relatos previos: como en el cine norteamericano clásico, en el que la cámara no se apreciaba y precisamente en su ausencia solo aparente radicaba su virtuosismo, el trabajo gráfico de Sturm, acertado pero discreto, funciona a la perfección a la hora de narrar con claridad el argumento tratado. Así, su discreción, su total ausencia de alardes visuales, permiten que la atención del lector se centre en un texto prodigioso, literatura de alta calidad que no desmerece el trabajo de novelistas como, vaya por dónde, el propio Paul Auster... que seguro gustaría de este relato que no trata, ni mucho menos, tan solo de béisbol.


Título: El asombroso swing del Golem
Autor:
James Sturm (guión y dibujo)
Editorial: La Cúpula
Fecha de edición: mayo de 2008
116 páginas (b/n) - 12 €


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2 comentarios:

Kalashnikov dijo...

Muy buena reseña, como nos tienes acostumbrados, Fran ;-) Me encanta la tercera imagen que has puesto --la del joven Moe mirando a la madre dando de mamar--. Es la demostración de lo buen narrador que es Sturm: a simple vista no parece no decir mucho, pero transmite a la perfección el rechazo padecido por los judíos.

Francisco J. Ortiz dijo...

Comparto enteramente su opinión. Es más, este EL ASOMBROSO SWING DEL GOLEM me ha gustado todavía más si cabe que las dos historias de ENCIMA Y DEBAJO.

Se agradecen los elogios, sobre todo viniendo de alguien con un blog tan competente como el suyo en lo que se refiere a reseñas de tebeos. Ya lo tenía entre mis favoritos en el navegador, pero todavía no estaba incluido -craso error- en los enlaces a blogs de la columna de la derecha. La ausencia ya está solventada. :-)

Un abrazo y, de nuevo, gracias.


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