lunes, 21 de septiembre de 2009
La Semana de Warren Ellis: Hellblazer
Como todo seguidor del Universo DC que se precie, hablar de John Constantine implica retrotraernos a 1985, cuando en su gloriosa etapa al frente de Swamp Thing el guionista británico Alan Moore creaba a este moderno hechicero de cabello rubio y rasgos inspirados en el joven Sting de The Police y cuyo carisma le llevaría a gozar de cabecera propia apenas tres años después... dando pie a una serie que todavía hoy sigue publicándose después de más de doscientas entregas.
Antes de que Vertigo fuese Vertigo, antes de que DC sintiese la necesidad de crear un sello para publicar material más adulto del que editaba en sus series superheroicas, The Sandman de Neil Gaiman se convirtió en la colección alabada por la crítica de la que todo el mundo hablaba y esta Hellblazer escrita en primera instancia por Jamie Delano venía a ser el buque insignia, el best seller sin paliativos, de una nueva corriente destinada a un público más granado en busca de nuevas sensaciones pero que no sentía la necesidad de abandonar necesariamente el mismo universo de ficción donde habitaban Superman, Batman y el resto de la Liga de la Justicia de América.
Por supuesto, una cabecera de tan larga existencia se ha visto puesta en manos de distintos escritores que con mayor o menor fortuna tomaron el relevo del seminal Delano para seguir enfrascando al bastardo de Constantine en mil y una peripecias de las que no siempre saldría triunfante. Muy al contrario, y es algo verdaderamente sorprendente, los diferentes guionistas que se hicieron con la colección siempre han mantenido un nivel creativo más que aceptable, y no se dan desigualdades abismales entre los capítulos escritos por Mike Carey, por citar un caso, y los que cuentan con guiones de Brian Azzarello o la escritora escocesa Denise Mina.
A finales de los años 90, y después de dos estapas escritas por Garth Ennis -este en dos tandas no consecutivas- y por Paul Jenkins, Hellblazer recayó en manos del guionista Warren Ellis, para el que esto firma -digámoslo ya- uno de los mejores guionistas del cómic norteamericano actual gracias a títulos como Transmetropolitan (no su mejor obra, pero quizá sí la más representativa de su modo de ver el mundo), The Authority, Global Frequency, Desolation Jones, la sugerente Fell o su obra maestra indiscutible: Planetary. Y también para el que esto firma, Ellis es el causante de que la serie de John Constantine remontara incluso por encima de una media más que aceptable (el trabajo de Ennis y Jenkins me parece en el peor de los momentos más que digno) para recuperar la esencia del terror moderno entendido tal y como lo entendía Jamie Delano... todavía hoy, si no el mejor guionista que ha trabajado en la serie, sí el que le aportó sus momentos más álgidos.
Con Ellis, y como ya ocurriera con Delano, Hellblazer volvió a repartir su protagonismo entre Constantine y la misma Inglaterra, con particular y lógico hincapié en la ciudad de Londres; siempre preocupado por reflejar, directa o metafóricamente, el estado de la situación actual en sus relatos, en los diez números de la serie que escribió, el autor de Camino tortuoso dibujó una nación marcada por la pobreza y la podredumbre, por una corrupción tanto física y palpable como moral e interiorizada, en la que la sombra del gobierno conservadurista y retrógrado de Margaret Thatcher, la Dama de Hierro, seguía siendo alargada.
La etapa de Ellis al frente de Hellblazer, recuperada en este volumen de forma íntegra por Planeta de Agostini, ocupa los números 134 a 143 de la serie, y arranca con el primer y único arco argumental de cierta extensión de la misma: en "Atormentado", que ocupa los seis primeros comic books, Constantine investigará la muerte de una de sus ex novias, cuyo cadáver ha sido hallado con muestras indiscutibles de haber sufrido las más horribles vejaciones, muy posiblemente -según un docto en la materia como el bueno de John- de la mano de un émulo del célebre satanista Aleister Crowley. En los diálogos, secos y cortantes, y en el monólogo interior del protagonista, áspero y desencantado, detectaremos la huella del legado de Delano, que aquí se manifiesta en párrafos de una dureza impactante y donde el que se atreva a mirar más allá de la barbarie superficial encontrará una sinigual belleza.
Esta narración da pie a un relato que se lee como una novela, de esos que dan sentido a un término tan vilipendiado como el de novela gráfica, con esa unidad y esa construcción férrea anheladas que el mismo Ellis expuso en su "Manifiesto del Viejo Bastardo" que puede leerse a modo de prólogo en la reciente edición en tapa dura de Global Frequency. Todo ello se nos presenta de la mano de un John Higgins que demuestra con gran oficio ser mucho más que el colorista de Dave Gibbons y Brian Bolland en Watchmen y La broma asesina... curiosamente dos títulos escritos ambos por Moore, el padre de John Constantine.
A este relato le siguen una serie de historias cortas de menor enjundia pero que siempre mantienen el nivel alto propio de Ellis, y de las cuales podemos destacar la última, donde el guionista pone de manifiesto la condición de embaucador y manipulador que siempre ha caracterizado al personaje. Son una serie de relatos breves que permiten disfrutar del arte de Frank Teran, James Romberger, Marcelo Frusin (uno de los dibujantes capitales de la serie), el español Javier Pulido y Tim Bradstreet, carismático y muy reconocible portadista de la serie (y del último The Punisher de Marvel, línea Max), y que aquí se encarga con su habitual solvencia del relato "The Crib" ("La cuna").
En resumidas cuentas: una de las mejores etapas de uno de los mejores cómics del mainstream actual, y una de las mejores obras de uno de los mejores guionistas en activo. ¿Les parece suficiente recomendación?
Título: Hellblazer, de Warren Ellis
Autores: Warren Ellis (guión) / AA.VV. (dibujo)
Editorial: Planeta de Agostini Cómics
Fecha de edición: marzo de 2009
240 pp. (color) - 15,95 €
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1 comentario:
Soy incondicional de Constantine. Menudo cabronazo más salao. Y Warren Ellis aquí está genial (que este hombre es capaz de lo sublime y de cosas normalitas).
Saludos
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