Abandonad toda esperanza

martes, 1 de septiembre de 2009

Bodrios que hay que ver: Hoy programa doble "Go West"

... "O vente pa'l oeste, Pepe". Después del paréntesis de la semana pasada volvemos con un programa doble de esos que tanto os gustan, esta vez dedicado al western, ese género que según Jorge Luis Borges era la única y auténtica literatura épica de un país de tan escasa tradición cultural como los Estados Unidos. Pero claro, lo hacemos con películas que más vale no se hubieran rodado jamás y que consiguen que el sacrosanto polvo que queda de John Ford, Howard Hawks, Anthony Mann, Henry Hathaway o Sam Peckinpah se agiten en el interior de sus ataúdes.... Ay, si mi abuelo levantara la cabeza, con lo que le gustaban las películas de John Wayne (pronunciado "Jonbaine", por supuesto)...



Porque, en fin, tan escaso como la tradición cultural de los Estados Unidos es el talento de Albert Pyun. Sí, amigos, este viejo conocido de los "Bodrios que hay que ver", y del que ya comentamos Cyborg y Némesis, regresa a nuestras pantallas con Left for Dead, estrenada en el mercado digital español como el estúpido (pero mucho más acorde con el resultado final) El maldito oeste. Y maldito sea el momento en que decidí verla...



La película, coproducida entre Estados Unidos y Argentina (mira, como la última comentada: Soldier's Revenge), se anuncia como un relato de fantasmas mexicano que empieza en 1880 en un pueblo llamado Amnesty, donde un predicador llamado Lockhart y una prostituta mantuvieron una relación en secreto. Pero el primero decidió poner fin a dicha relación y la fulana, de nombre Mary Black, enloqueció y en compañía de todas sus compañeras del ramo mató a toda la población del pueblo (qué carácter, la chica esta). Antes de morir, previsor que es uno, el servidor de Dios se desveló como un chaquetero absoluto e hizo un pacto con las fuerzas demoníacas del Más Allá (el sitio, no la revista) para sobrevivir como una presencia fantasmal cuyo único objetivo sería vengarse de las prostitutas homicidas...



Quince años después, según afirman los letreritos del principio del film, es el momento en el que se ha de cumplir dicha venganza, gracias a la intervención de un fugitivo llamado Blake Sentenza y una pistolera de mueca de asco perpetuo que responde al nombre de Clementine Templeton. Al parecer, esta última va buscando al anterior para vengarse por haber dejado embarazada a una chica de su pueblo...



Esto se cuenta, como decía, en los cartelitos del arranque de la película, en apenas un par de minutos... y los ochenta lánguidos y lastimosos minutos que quedan vienen a ser una exposición de lo más reiterativa y cansina de la aparición del susodicho fantasma en buca de la venganza y de cómo un culto de mujeres seguidoras de la citada Mary Black ponen en práctica un supuesto feminismo de la más cruenta de las maneras...



Todo ello, claro está, expuesto a modo de homenaje-plagio al western crepuscular, con especial predilección por el spaghetti western, con multitud de planos sableados de la filmografía de Sergio Leone, numerosos ralentís y fotogramas congelados a troche y moche y una banda sonora (nada) original que imita como puede a las partituras de Ennio Morricone.



Los actores, como no podía ser de otra forma, se mueven entre la mediocridad y lo directamente penoso, y el guión es tan tonto como parece. Pero claro, es la realización de Pyun la que acaba por dar una unidad coherente a los distintos elementos que componen la película y, lógicamente, opta por estropearlo todo. Y es que Pyun, ante todo, es un profesional. De verdad... no pierdan ni un microsegundo con ella.



Si se están preguntando ahora mismo si Left for Dead es la peor película de western-terror (permítanme el palabro) jamás rodada, ya les digo yo que no, porque ese mérito puede ostentarlo perfecta y mucho más merecidamente Undead or Alive, en nuestro país Wanted (Vivos o no muertos)... un film que a la mencionada ecuación que une sustos y vaqueros suma un temido tercer factor: la comedia.



Sí, amigos, este film pretende inscribirse en la tradición de la comedia de terror gore que inauguró la productora Troma en los años 80 con títulos gloriosos como El vengador tóxico (y secuelas), Mutantes en la universidad o Los surfistas nazis deben morir, y que tuvo como discípulos aventajados al primerizo Peter Jackson de Mal gusto y a Trey Parker, co creador con Matt Stone de South Park, y su curiosa Cannibal: The Musical. Pero al contrario que estos ejemplos citados, maldita sea si Undead or Alive tiene alguna maldita gracia.



Hablando de maldiciones: la película nos cuenta que una maldición del gran jefe Gerónimo destinada a la raza blanca que durante tantos años sometió al pueblo indio convierte a los fallecidos en zombis, muertos vivientes que se alimentan de carne humana y que no se mueren del todo ni a la de tres; se supone que hay que dispararles en la cabeza, pero hasta a eso se resisten de vez en cuando y cuando al guionista le conviene.



A esta maldición tendrán que enfrentarse la pareja protagonista, compuesta por James Denton (el vecino fontanero de Mujeres desesperadas) y Chris Kattan (compañero de Will Ferrell en aquella comedia tan absurda y tontorrona como genial titulada Movida en el Roxbury). Este último, claro está, es el que aporta los apuntes cómicos, y más vale que se hubiera quedado en casa y no hubiese aportado nada.



A ambos, por si a alguien le interesa, les acompaña la guapa Navi Rawat, una californiana a la que nos quieren vender como una piel roja nieta del mismísimo Gerónimo, y a la que se la ha podido ver en series como O.C. y Numb3rs. Por tanto, un servidor que no ha visto estas series no tenía el gusto de conocerla. Pues nada, un placer. Pero como sigas haciendo cosas como esta va a ser un "hola muy buenas y hasta nunca".



En fin, que esta película dirigida y escrita por Glasgow Phillips, debutante en lo primero y a la sazón precisamente uno de los guionistas de South Park -solo escribió once episodios, imagino que alguien con vista acabó despidiéndolo antes de que lo estropeara todo-, intenta apuntarse a la reciente resurrección (nunca mejor dicho) del cine de zombis añadiendo una clara intención de repetir el fenómeno de Shaun of the Dead y convertirse en película de culto para frikis... algo que espero no consiga porque no se lo merece.



Hale, les dejo con unas miradas en primerísimo plano de los tres protagonistas, en plan homenaje al duelo a tres bandas del final de La muerte tenía un precio. Pero ya les aviso: si les apetece ver una película de zombis actual y digna, pues mejor vuelvan a ver Amanecer de los muertos. Yo, de momento, voy a ponerme el deuvedé de Centauros del desierto, Río Bravo, Grupo salvaje o Sin perdón a ver si se me quita el mal gusto de la boca.





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