Abandonad toda esperanza

lunes, 9 de marzo de 2009

Semana Watchmen: La película



Para el conocedor del cómic en que se basa, resulta harto complicado construir una visión crítica acerca de Watchmen, la película, que esté exenta de injerencias extracinematográficas: por un lado, se conoce a priori el relato en el que se inspira; y, por otro, se tiene noticia como aficionado al cómic de la larga trayectoria que ha sufrido el proyecto de llevar la obra de Alan Moore y Dave Gibbons a la gran pantalla hasta que se ha alcanzado la meta.



Este largo camino ha sido una batalla que ha dejado muchas bajas atrás: para empezar, Terry Gilliam, el ex Monty Python y autor (mucho más visionario que el propio Zack Snyder, todo sea dicho) de filmes como Brazil, El rey pescador, Miedo y asco en Las Vegas o Tideland, un realizador que allá por los primeros años 90 estuvo empeñado en llevar Watchmen a la gran pantalla, hasta que se dio cuenta de que iba a necesitar como mínimo una miniserie televisiva de varias horas para no traicionar el material de base.



Después sería David Hayter, guionista de X-Men, quien iba a escribir y dirigir la película, pero el proyecto fue abandonado por diferencias creativas con los productores. A este le sucedería Darren Aronofsky, el elegido por la compañía, pero el realizador de Réquiem por un sueño y El luchador decidió decantarse por un proyecto absolutamente personal al que había dedicado varios años: La fuente de la vida.



Después llegó Paul Greengrass, autor de United 93 y de las partes segunda y tercera de la trilogía de Jason Bourne. Durante bastante tiempo este fue el proyecto que parecía iba a terminar por cuajar, pero el presupuesto se disparó tanto que el asunto se quedó en agua de borrajas. Y de nuevo Watchmen, la película, parecía destinada a dormir el sueño de los justos.



La última baja fue, claro está, el propio guionista del cómic, Alan Moore, que como sucediera con las cintas La liga de los hombres extraordinarios y V de Vendetta, renegó de la adaptación cinematográfica, lo que ha llevado a que en los créditos vuelva a aparecer que el film resultante se basa en un cómic co creado e ilustrado por Dave Gibbons.



Y entonces llegó Zack Snyder, el realizador que debutara con Amanecer de los muertos, soberbio remake de Zombi de George A. Romero en algunos aspectos superior al original, y que demostró su interés por el campo de la novela gráfica llevando a la gran pantalla un cómic de Frank Miller realizado en colaboración con su esposa, la colorista Lynn Varley: el resultado, 300, fue una cinta no exenta de logros pero que carecía de la fuerza de su debut a base de ralentís injustificados que violentaban la realidad del discurso.



La eterna espera, durante más de dos décadas, parecía haber llegado a su fin: hoy hace justo un año que en este vuestro blog descubrimos a las encarnaciones en carne y hueso de los Vigilantes creados por Moore y Gibbons. El 6 de marzo de 2009 todavía parecía por aquel entonces una fecha lejana, pero como suele decirse al final todo llega. Y Watchmen, la película, ya está en nuestros cines.



Lo primero que hay que señalar es que la versión que ha llegado a los cines cuenta con el beneplácito absoluto de Zack Snyder, último responsable del montaje, pero no se trata de la versión definitiva: las dos horas y cuarenta minutos de este Watchmen se convertirán, por un lado, en una versión de tres horas y diez minutos, que incluirá el material rodado casi en su totalidad; por otro, en una versión más larga todavía, de tres horas y veinticinco minutos, que incluirá igualmente el cortometraje de animación que adapta Relatos del navío negro (con voz de Gerard Butler, el Leonidas de 300) y una versión de Bajo la máscara, el libro de Hollis Mason, el primer Búho Nocturno, cuyas páginas cerraban cada entrega de la maxiserie original.



Pese a que este material se nos haya escamoteado de primeras -y que podremos comprar y ver antes por separado-, hay que señalar que Watchmen es fiel, muy fiel, al cómic que adapta: la que en un principio fuera una serie de doce entregas mensuales -que solo después sería recogida en un volumen unitario que la consagró con la etiqueta comercial de "novela gráfica- podría servir tanto de guión como de storyboard del film resultante. Tanto es así que la película sigue casi al pie de la letra la evolución de la trama -basada en la pregunta inicial de "¿Quién mató al Comediante?" que sirve a modo de detonante-, incluyendo los episodios dedicados a profundizar en cada uno de los protagonistas, mientras que numerosos planos parecen calcados de viñetas del tebeo.



De igual manera que parecen calcados los personajes, encarnados por unos actores de los que cabe destacar particularmente a Jackie Earle Haley como un perfecto Walter Kovacs, alias Rorschach, que en el film y como ocurriera en el cómic se convierte sin aparente esfuerzo en el personaje al que más apetece seguir, consolidándose así como el emblema visual de la narración. También nos han gustado mucho Billy Cudrup como Jon Osterman, el Dr. Manhattan, y Patrick Wilson (que ya coincidió con Haley en Juegos secretos) como Daniel Dreiberg, aka Búho Nocturno. Patrick Dean Morgan cumple con el difícil cometido de recrear a Morgan Blake, alias el Comediante, y Malin Akerman es una digna Sally Jupiter / Espectro de Seda de carne y hueso. El que queda peor parado es Matthew Goode, aquí Adrian Veidt, que transforma la mirada inocente y límpida del Ozymandias original en un villano de tebeo... en el peor sentido del término, por más que en la película él mismo niegue tal condición de forma explícita.



En cuanto al trabajo de Zack Snyder, hay que decir que empezamos a pensar que nunca volverá a demostrar la fuerza de la que hizo gala en Amanecer de los muertos, cinematográficamente hablando todavía hoy su mejor película, puesto que en Watchmen vuelve a recurrir a los ralentís que malograron por completo su 300, dinamitando la sensación de autenticidad en beneficio de una estética de videoclip que solo gustó a los más modernos. No obstante, para hacer honor a la verdad, en Watchmen estos ralentís están más dosificados que en el film protagonizado por los espartanos, más aún si tenemos en cuenta la considerable duración de este su tercer largometraje.



Pese a este aspecto negativo, Watchmen se deja ver con agrado, y eso es gracias precisamente a la fidelidad del material del que parte, un argumento espléndido escrito solo como Alan Moore y muy pocos elegidos más saben escribir. Y es que Snyder, en multitud de ruedas de prensa y encuentros con los aficionados, tranquilizó a estos una y otra vez declarando su condición de fan fatal del cómic original. Y, efectivamente, su película es en su mayor parte y con la salvedad de algunas licencias, una fotocopia de aquel... con todo lo bueno y malo que aquello conlleva. Porque no se ha traicionado el espíritu del original, dando como resultado un film nada complaciente que no evita los momentos más crudos -violentos y sexuales- del cómic original y que como aquel reflexiona sobre la condición del superhéroe nietzscheniano, sobre esa gran responsabilidad que conlleva todo gran poder, que diría Stan Lee por boca del tío de Peter Parker (Spiderman), y sobre las consecuencias del uso y abuso de ese gran poder.



Pero, al mismo tiempo, el conocedor del cómic se queda sin la siempre agradecible sensación de sorpresa: se conoce el film a pies juntillas sin haberlo visto, e incluso los momentos más poderosos desde un punto de vista visual -la chapa del Comediante manchada de sangre y la camiseta machada de ketchup, la sangre sobre la nieve que dibuja algo parecido a una mancha del test de Rorschach, y muchos más- son mérito de Alan Moore, autor siempre de guiones detallados hasta la extenuación, y de un estiloso Dave Gibbons fiel al material del que parte.



Llegado este punto, cabe preguntarse cuál es la principal aportación de Snyder, más allá de los mencionados (y casi siempre molestos) ralentís; a nuestro parecer, esta es la de haber entendido la sorna con la que Alan Moore contempló el universo de los superhéroes, materializado aquí en buena parte gracias a una selección de canciones tan conocidas como utilizadas a modo de estereotipo, de Simon & Garfunkel a Jimi Hendrix, pasando por Leonard Cohen o Bob Dylan, unos temas musicales que muchos han criticado olvidando que hasta un tema como The Times They Are A-Changin' era citado explícitamente por Moore en su obra, y que acercan a Watchmen, la película, al peligroso territorio del kitsch más hortera. Pero un kitsch que, por mucho que duela a los fanáticos más fundamentalistas del cómic, aquellos que quieren ser más papistas que el Papa, más alanmooristas que Alan Moore, estaba ya en la visión de este último.



Por lo demás, solo queda preguntarse: ¿Qué se ha perdido de lo que conocíamos como Watchmen? Pues solo aquello que no podía trasladarse al cine: por un lado, la evolución de la trama a modo de serial de suspense, un whodunit del que -como muestra de la fidelidad al cómic- todavía se aprecian los paréntesis entre tebeo y tebeo a modo de fundido en negro; por otro lado, la capacidad metaliteraria del guión de Moore, que reflexionaba sobre el propio medio a través de unos cómics cuya distribución de páginas y viñetas estaba calculada con precisión milimétrica.



El único problema de todo esto, aunque menos sangrante que el de The Spirit de Will Eisner y la película homónima de Frank Miller dada la indiscutible calidad de la propuesta de Snyder, es que buena parte del público que se acerque al cine más cercano a ver Watchmen pensará que el cómic original es tan solo eso y nada más. Y Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons, como sabemos los privilegiados que lo hemos leído, es más que eso. Mucho más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Fui al estreno de Watchmen el viernes y quede complacido y enfadado al mismo tiempo.Sin desmerecer la pelicula que en mi opinion es soberbia,si he hechado de emnos partes importantes del comic como la muerte de hollys o el final original,aunque el mostrado en la pelicula tenga como resultado la misma situación expuesta en la novela gráfica.Con todo es una más que digna adapatación de una obra la mar de compleja y que todo fan de la novela gráfica agadecera.

Lo mejor sin duda los créditos iniciales bajo el compás de The Times They Are A-Changin' de Bob Dylan donde se condensa gran parte de los primeros tomos del comic.

Lo peor no obstante el abuso de la camara lenta.


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