"He visto el futuro del terror, y su nombre es Clive Barker."
- Stephen King
La última ilusión es el último relato largo de los Libros de Sangre de Clive Barker (después ya solo resta un post scriptum), y para Albert Solé, crítico literario y cinematográfico experto en el género de terror, es el único decepcionante de toda la serie.
Leído hoy, sí creemos que se trata de uno de los relatos menos satisfactorios de su autor, quizá porque su extensión -más de sesenta páginas en la edición que manejamos- sea excesiva en comparación con su argumento; pero, no obstante, el estilo de su autor permanece incólume, y solo por los ocasionales destellos de su genio creativo ya vale la pena leerlo.
De entre todas las historias de los Libros de Sangre, "La última ilusión" es la que más se acerca al concepto de pastiche literario: sin abadonar la fantasía y el terror, en este relato Barker se aproxima a los clichés del género negro hard boiled que las novelas de Dashiell Hammett y Raymond Chandler imprimieron en el imaginario colectivo de generaciones sucesivas de lectores y, posteriormente, espectadores del cine clásico norteamericano.
Así pues, el protagonista del relato, Harry D'Amour, cumple con buena parte de los rasgos que conforman el estereotipo del detective protagonista de este tipo de ficciones: está separado, trabaja solo, le gusta beber bourbon a altas horas de la madrugada y a cada caso que resuelve suma nuevos elementos a su nómina de enemigos. Pero, como otros ilustres personajes de la ficción popular, del John Constantine de DC Comics al Harry Dresden de las novelas de Jim Butcher, incluye entre sus rasgos definitorios los escarceos, en mayor o menor grado, con lo sobrenatural.
Harry recibe de Dorothea Swann, su nueva clienta y reciente viuda, la labor de custodiar el cadáver de su esposo, el ilusionista de mayor éxito de los últimos tiempos, que dejó escrito en una carta su temor a que sus enemigos mancillaran su cuerpo. Lo que Harry desconoce cuando acepta el caso, aparentemente pan comido, es que se verá inmerso en una lucha entre criaturas por la posesión del cuerpo del difunto, que en su día vendió el alma al Diablo con el fin de poder hacer magia... y que luego decidió vengarse del engaño de Satanás humillándolo al hacer pasar por meros trucos de prestidigitación de cara a la galería lo que eran verdaderos milagros.
A lo largo del relato Harry, con la colaboración de Valentín, el fiel ayudante de Swann -y que oculta un oscuro secreto que se revelará hacia el final de la historia-, tendrá que enfrentarse a diversas criaturas del averno lideradas por Butterfield, el cual se presenta como abogado, y entre las que figuran criaturas como "el Castrado" o "el Saqueador"... que sin duda adelantan personajes que Barker desarrollará en el futuro, como los cenobitas de Hellraiser o los diseños de la serie Tortured Souls para la factoría de figuras y muñecos de Todd McFarlane.
Pese a las limitaciones expuestas anteriormente -a las que se suma que la acción del relato no está ambientada en la habitual Londres, sino en un New York de cartón piedra más propio de las novelas de quiosco-, hay que destacar que Barker sigue siendo un maestro a la hora de hacer uso de la ambigüedad propia de la literatura, consiguiendo imágenes poderosísimas (las víctimas de los demonios convertidas en instrumentos de una desquiciante banda musical) o cargadas de sugerencia (el magnífico arranque del relato, con el personaje de la periodista que cree ser devorada por un tigre).
Finalmente, hay que señalar que fue el propio Barker el que se encargó de llevar "La última ilusión" a la gran pantalla, convirtiéndola en su tercera película después de Hellraiser (según la novela corta The Hellbound Heart) y Razas de noche (a partir de Cabal). El resultado fue El Señor de las Ilusiones, en la que Scott Bakula, Kevin J. O'Connor, Joel Swetow y la hoy popular Famke Janssen interpretaron respectivamente a Harry, Swann, Valentín y Dorothea. El film, que a partir de la premisa del relato enriquecía el argumento con nuevos giros y personajes -entre ellos un nuevo villano, Nix, a cargo de un estupendo Daniel von Bargen-, arrancaba con acierto, pero luego veía cómo su interés se iba diluyendo conforme avanzaba la trama.
A esta película pertenecen los fotogramas que acompañan a estas líneas.
"La última ilusión", en Libros de Sangre (vol. 4)
Clive Barker
Madrid, La Factoría de Ideas, 2006, pp. 239-305.
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