Abandonad toda esperanza

domingo, 11 de febrero de 2007

Shortbus: A propósito del sexo

Shortbus es una suerte de vidas cruzadas alrededor de un club underground de Nueva York, cuyo nombre da título al film: por sus dependencias pululan Sofía, una sexóloga que nunca ha tenido un orgasmo; dos de sus clientes, los gays James y Jaime, que planean introducir un tercero en su relación; Severin, prostituta especializada en sadomasoquismo; o Ceth, modelo desencantado de su profesión...



Si Woody Allen tuviese cuarenta años menos y fuese homosexual, Shortbus podría llevar su firma: los diálogos son igual de inteligentes que los del genio de Manhattan (aunque quizá sean menos deslumbrantes), y el guión y la dirección del film hacen que este oscile entre la comedia desenfadada y el drama más íntimo con una soltura similar a la vista en títulos ya míticos de Allen, como Annie Hall, Manhattan, Hannah y sus hermanas o Delitos y faltas (quizá sus cuatro mejores películas).



Por si esto fuera poco, Shortbus muestra también el universo particular de la intelectualidad neoyorkina, si bien cambiando a los lectores de Philip Roth o Saul Bellow por los más especializados de Jean Genet o los más contemporáneos, los seguidores de The Next Generation que ojean las páginas de Todo está iluminado de Jonathan Safran Foer (que se llega a entrever en una escena), y que prefieren las canciones de Yo La Tengo al jazz de los años 30.



El responsable de este derroche de talento es John Cameron Mitchell, que ya nos convenció con su debut tras las cámaras, Hedwig and the Angry Inch, un musical travestido que a pesar de su condición está más cerca del cine de Jacques Demy que del desenfado freak de The Rocky Horror Picture Show.

Ahora, con Shortbus, se confirma como un autor a seguir, que escribe, produce y dirige su película, como hicieron o hacen otros adalides del más reciente cine independiente norteamericano, como Robert Rodriguez, Kevin Smith o los hermanos Coen.



Pero si hay un tema alrededor del que gira la acción de Shortbus, ese es el sexo: por ello, y aunque aparentemente este segundo trabajo de Mitchell sea más convencional que el anterior (y así lo es, al menos en cuanto a género y estructura), hay que reconocer el gran atrevimiento de su máximo responsable, al incluir escenas de sexo real (en su mayor parte homosexual) en el film, y que abren de nuevo el debate acerca de los límites del cine pornográfico, como ocurrió tras el estreno de Intimidad de Patrice Chéreau o 9 songs de Michael Winterbottom.



¿Es Shortbus un film porno? Creemos que no, pues ni está inmerso en su industria, ni su destinatario es el mismo público, ni su principal finalidad es la de proporcionar placer a su público. Ahora bien, ¿incluye Shortbus escenas pornográficas? Si la única condición es que el sexo que se muestre no sea fingido, sino real, y se reconozca fácilmente como tal, la respuesta solo puede ser positiva.

Pero más allá de este atrevimiento, lo que hace de Shortbus una película espléndida es la citada (aparente) facilidad con la que se mueve entre la comedia y el drama, así como la verosimilitud de los retratos humanos a partir de los que se construye, ofreciendo a sus actores la posibilidad de lucirse en ocasiones en una única escena o diálogo. Solo por eso ya vale la pena verla. Pero si además son de los que no se andan con remilgos y no les amarga un dulce...



[Fotografía: John Cameron Mitchell como Hedwig.]

4 comentarios:

Claudio Cerdán dijo...

Tuve pesadillas después de ver KEN PARK, así que mejor me abstengo de esta..

Anónimo dijo...

Shortbus y Taxidermia son, sin duda, las dos mejores películas rodadas en el 2006.

Francisco J. Ortiz dijo...

Mr. Getchell... es ud un antiguo; y Mr. En... estooo, Censuradito (ay): ¡es ud demasiado moderno!

Anónimo dijo...

me gustaria que volvieran a pasar shortbus
de nuevo en octubre que pude ver nada mas que dos capitulos.
porfa vuelvanla a pasar
porfa
porfa
porfa
porfa


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