No es tan sólo el título español de Five easy pieces, la emblemática película que en 1970 dirigió Bob Rafelson y protagonizó Jack Nicholson, sino también aquello que parece querer gritar Harold Crick, el protagonista de Más extraño que la ficción, cuando descubre que hay una voz en off femenina que va narrando literariamente aquello que le va sucediendo en su devenir diario.
Con esta cinta, el cineasta Marc Forster demuestra que lo suyo tras la cámara es el ser camaleónico: empezó a llamar la atención con Monster’s ball, todavía hoy su mejor película, una cinta potentísima al estilo del mejor cine negro que podría haber dirigido el Carl Franklin de Un paso en falso; después se suavizó, aunque manteniendo el tipo, con Descubriendo Nunca Jamás, sobre el autor de Peter Pan James M. Barrie, en un biopic semifantasioso a medio camino entre Tim Burton y Terry Gilliam; y el año pasado nos defraudó profundamente con Tránsito, cinta que pretendía emular el estado paranoico del cine de David Lynch, sin alcanzar ni mucho menos la entidad de la obra de este.
Ahora, con Más extraño que la ficción, Forster parece pretender emular, gracias al sugerente guión de Zach Helm, el cine de Spike Jonze: cualquiera que haya disfrutado de Cómo ser John Malkovich o, sobre todo, de Adaptation (El ladrón de orquídeas), se hará una idea muy aproximada de qué va a encontrar en este nuevo trabajo de Forster: una historia metalingüística y autorreferencial sobre la tenue frontera que separa la ficción de la realidad.
Will Ferrell, cómico de trazo grueso que se ha tomado Más extraño que la ficción con la misma intención que Jim Carrey hiciera El show de Truman y ¡Olvídate de mí! (dos cintas que también presentan muchos puntos en común con esta): sosegar sus tics para que el público empiece a considerarlo un actor serio. Y dado su estupendo trabajo, es muy posible que empiece a conseguirlo: su retrato de Harold Crick, empleado de la agencia tributaria que descubre que es un personaje de ficción de una reputada escritora, está cargado de matices, y consigue que el espectador siga con interés su peripecia vital (nunca mejor dicho).
El reparto lo completan Maggie Gyllenhaal (que a este paso, tras Donnie Darko o Secretary, va a convertirse en una actriz de culto de probada calidad) y dos secundarios de lujo: Emma Thompson como la escritora que se inventa a Harold, y sobre todo un espléndido Dustin Hoffman como crítico literario, que después de El perfume vuelve a demostrar este año que con apenas unas secuencias se lleva gran parte de la atención del espectador.
Más extraño que la ficción, cuyo retrato del protagonista remite también al cine melancólico y cínico de Alexander Payne (A propósito de Schmidt) o Wes Anderson (Los Tenenbaums, Life aquatic), o una de las sorpresas del año pasado (El hombre del tiempo, con Nicolas Cage), se mueve pues con soltura entre la comedia y el drama, corrientes a las que el personaje de Hoffman afirma se reduce toda ficción; si bien en un giro final la escritora que interpreta Thompson decide sacrificar el valor de su arte en beneficio de la vida de Crick: algunos han querido ver en este punto una concesión a la galería por parte de los responsables del film, pero bien es cierto que a esas alturas del film, este ha jugado sus bazas plenamente, y el espectador está del lado del protagonista: cualquiera de las dos opciones funcionaría a la perfección, y hay que reconocer que el final feliz satisface a la platea... y que el talento de esta escritora, cuya obra en busca de la Gran Novela Americana parece remitir a Saul Bellow, Philip Roth o Paul Auster y no a los bestsellers baratos, consigue cerrar su novela con gran literatura... y amor por la vida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Aunque Will Ferrell no es santo de mi devocion (Lo que me pude reir con Padre de Familia cuando Stewie lo visita tras ver "Embrujada") ya hizo un buen papel serio en Melinda Y Melinda.
Publicar un comentario