En el mediodía de ayer, y a través de las redes sociales, nos enterábamos del reciente y muy triste fallecimiento de uno de los nombres más singulares -pese a la pluralidad de alias artísticos- de nuestro cine: el director, productor, guionista y actor Jesús Franco, también conocido como Jess Franco y (en sus últimos años de vida) con un apelativo tan cariñoso como el de "Tío Jess", con el que se referían a él toda una legión de fans irredentos de su manera de entender el cine y el género fantástico.
Jesús Franco (1930-2013)
Con Jess Franco desaparece una manera única de entender el cine: si hacemos caso a la por lo general bastante fiable IMDb, y contando igualmente sus cortometrajes, apenas le ha faltado un título más para que su filmografía como director alcanzase los 200 títulos, desde el breve documental El árbol de España (1957) a su muy reciente largometraje Al Pereira vs. The Alligator Ladies (2012). Entre uno y otro, un gran número de películas de distintos géneros, con especial predilección por el fantástico y el terror por un lado, y por el erótico (tanto softcore como hardcore) por el otro.
Con Rafaela Aparicio formó un peculiar dúo de hermanos en El extraño viaje
Todo ello sin olvidar, eso sí, sus inicios profesionales, que no fueron como realizador sino como compositor, dada su formación musical y su afición por el jazz. Franco desempeñó esta labor en cintas como Cómicos (dirigida por Juan Antonio Bardem) o El hombre que viajaba despacito (protagonizada por el humorista Miguel Gila). Tampoco debe dejarse de recordar su colaboración con Orson Welles como ayudante de dirección en su versión sui generis del Don Quijote de Miguel de Cervantes (que el propio Franco se encargó de montar finalmente hace unos años), así como sus intervenciones puntuales como actor, aparte de en muchos de sus propios filmes, en un clásico de culto de nuestro cine -la magistral El extraño viaje, dirigida en 1964 por Fernando Fernán-Gómez- o en cintas tan psicotrónicas como Kárate a muerte en Torremolinos o Ellos robaron la picha de Hitler, ambas firmadas por Pedro Temboury.
El propio Jess Frank protagonizando El sádico de Notre Dame
Jess Franco debutó en la dirección de largometrajes en 1959 con la comedia Tenemos 18 años, pero pronto se orientó a géneros más afines como el policíaco y el fantástico. 1962 fue un año decisivo, pues además del musical Vampiresas 1930 y el film de terror La mano de un hombre muerto estrena una de sus cintas más aplaudidas: Gritos en la noche, debut de su emblemático personaje el Doctor Orloff y muestra palpable de un talento tras las cámaras que posteriormente no demostraría muy a menudo... y no por ausencia de talento sino más bien por falta de interés. Como él mismo declaró en más de una ocasión, entendía el cine como una profesión tanto como una pasión, y prefería rodar varias cintas mediocres en una misma temporada que no dedicarse con mimo y esmero a un único proyecto durante años. En sus propias palabras: "El cine es una expresión pseudoartística comercial cuyo principal, si no único, objetivo es entretener al personal. El cine no es un panfleto ni un discurso, es, fundamentalmente, un espectáculo. Olvidarse de eso es olvidarse de la necesidad de hacer cine".
Gritos en la noche es para muchos el mejor film de su autor
Dentro de su filmografía fantástica, por la que sin duda se le recordará principalmente, cabe destacar dos trabajos tempranos como los filmes de culto Miss Muerte y Necronomicón (cinta esta última que hizo las delicias del mismísimo Fritz Lang), sin olvidar sus aportaciones más o menos afortunadas a diversos subgéneros y temáticas, como el vampirismo (caso de El conde Drácula -donde participaron dos grandes del género: Christopher Lee y Klaus Kinski- y la mítica Vampyros Lesbos / Las vampiras, a mayor gloria de la malograda Soledad Miranda); la inmortal creación de Mary Shelley (La maldición de Frankenstein); el megalomaníaco villano oriental creado por Sax Rohmer (Fu Manchú y el beso de la muerte y El castillo de Fu Manchú, ambas con Lee); o el citado personaje encarnado en un par de ocasiones por su actor fetiche Howard Vernon (El secreto del Dr. Orloff, Los ojos siniestros del Dr. Orloff y El siniestro Dr. Orloff).
El Drácula de Franco y Lee, el más parecido a la descripción de Bram Stoker
Tampoco hay que olvidar que adaptó a escritores como el Marqués de Sade (en filmes como Eugénie o la reivindicable Justine, según el autor su película más cara y lujosa) o Jules Verne (Un capitán de quince años), ni tampoco su aportación al subgénero de las cárceles femeninas con 99 mujeres. Pero qué duda cabe que desde mediados de los años 70 y durante toda la década de los 80 Jess Franco orientó su carrera hacia el cine erótico y pornográfico, descuidando la factura visual de sus filmes en beneficio de una mayor velocidad en los rodajes y por tanto una mayor rentabilidad de su trabajo. Eso no quita para que siguiera rodando filmes de terror como su Jack the Ripper (de nuevo con Kinski, encarnando aquí al famoso Jack el Destripador), la célebre Colegialas violadas (cuyo título español no hace justicia al contenido del film) o Los depredadores de la noche, su particular versión de la mítica Ojos sin rostro de Georges Franju mucho antes de que Almodóvar hiciera lo propio con La piel que habito.
Colegialas violadas (aka Bloody Moon): el slasher según Franco
En el año 1996 Franco experimenta una suerte de resurrección comercial: estrena en cines de toda España Killer Barbys, colaboración con el grupo musical del mismo nombre y el sello independiente Subterfuge Records, y que supone -también con la presencia de Santiago Segura mediante- un acercamiento a toda una nueva generación de espectadores fanáticos de la serie B y Z. Años después repetiría con el grupo en Killer Barbys contra Drácula.
Killer Barbys volvió a poner de moda el nombre de su realizador
A partir de entonces, el realizador empieza a rodar en formato de vídeo sin pausa títulos a medio camino entre el terror, el relato onírico y la más pura performance erótica softcore. Este es el caso de títulos como Tender Flesh, Mary Cookie and the Killer Tarantula, Vampire Blues o, más recientemente, Paula-Paula y los dípticos La cripta de las mujeres malditas y La cripta de las condenadas... hasta llegar a la citada Al Pereira vs. The Alligator Ladies, que queda para la posteridad como su último trabajo.
Antonio Mayans como Al Pereira en el último film del cineasta
Para Franco, la muerte de su esposa, colaboradora y musa Lina Romay, que le acompañó a recoger su Goya de Honor en 2009 y que lamentablemente nos dejó para siempre en el mes de febrero del pasado año, fue un duro golpe que no hizo sino acrecentar sus propios problemas de salud. Unos problemas que en forma de incidente cardiovascular han acabado poniendo el punto y final a una vida rica en experiencias y a una carrera profesional de la que han dado fe documentales como Jesús Franco Manera (de vivir) y Llámale Jess, o libros como el autobiográfico Memorias del Tío Jess y el fundamental estudio Jesús Franco de Carlos Aguilar; una vida y una carrera que, guste más o menos esta última, ha sido indudablemente coherente consigo misma hasta el final.
Con Lina Romay en una imagen reciente
Jesús Franco Manera, llamado Jesús Franco o Jess Franco (entre otros muchos nombres artísticos), nació en 12 de mayo de 1930 en Madrid, y falleció en 2 de abril de 2013 en Málaga. Tenía por tanto 82 años. Descanse en paz.
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