De acontecimiento cultural cabe considerarse la publicación, en la jornada de ayer sábado 3 de noviembre, y en las páginas de Babelia, el suplemento cultural del diario El País, de un relato inédito hasta la fecha del escritor argentino Julio Cortázar.
La publicación de este cuento, Ciao, Verona, se ve acompañada por tres artículos críticos: uno, sobre el propio texto; otro, una semblanza del autor por parte del editor Mario Muchnik, amigo personal de Cortázar; y finalmente un texto sobre la faceta como lector del autor de Historias de cronopios y de famas, a partir de su biblioteca personal conservada en la Fundación Juan March. Todo ello conforma un material que pone de nuevo de actualidad al que es, sin duda, uno de los más grandes escritores en lengua castellana del siglo XX.
No obstante, cabría preguntarse si el idioma usado por Cortázar era el castellano tal y como lo conocemos. "Ciao, Verona", como buena parte de su producción (ya sean los cuentos que lo han consolidado como nombre clave de la literatura latinoamericana, ya sea novelas tan personales como Los premios, Rayuela o 68. Modelo para armar), parece escrito en ese idioma que no es castellano, ni tampoco argentino, sino cortazariano: una lengua propia e intransferible, mil veces imitada pero jamás mimetizada, e inspirada muy vagamente en el idioma español, cargada de sugerencias y con una capacidad para evocar como muy pocos escritores han demostrado.
El origen de "Ciao, Verona", que relata una historia de (des)amor que termina (o que empieza, según se mire) en sicidio, es al parecer autobiográfico, si bien el propio Cortázar nunca fue muy explícito al respecto. Lo mismo ocurre con "Las dos caras de la medalla", relato incluido en Alguien que anda por ahí (publicado por vez primera por Alfaguara en 1977, siete años antes de la muerte del autor) y que ya presenta a los personajes del texto inédito. Así lo manifestaba el propio Cortázar: En Alguien que anda por ahí hay amargos pedazos de mi vida, por ejemplo "Las caras de la medalla", cuya historia siguió y terminó en otro cuento muy largo que escribí hace meses y que entrará en otro libro, si libro hay; se llama "Ciao, Verona", y fue tan duro de escribir como el otro".
Háganse con un ejemplar del Babelia de ayer en cualquier biblioteca pública, porque la lectura de "Ciao, Verona" merece muy mucho la pena. Y si quieren más información al respecto, así como leer el cuento "Las dos caras de la medalla", todo ello pueden encontrarlo en la versión digital del suplemento: "Secretos de un inédito".
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