Abandonad toda esperanza

domingo, 28 de septiembre de 2008

RIP: Paul Newman (1925-2008)

Resulta complicado escribir unas líneas tras la defunción de alguien que, pese a no haberlo conocido en persona, te ha estado acompañando durante toda tu vida. Este es el caso de las más grandes estrellas del cine del Hollywood clásico, y Paul Newman podría ser el paradigma de esta raza de dioses en la Tierra.



Newman, que llevaba retirado del mundo del espectáculo algo menos de un año, había dirigido seis largometrajes: Rachel, Rachel (1968), Casta invencible (1971), El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas (1972), The Shadow Box (1980), Harry e hijo (1984) y El zoo de cristal (1987). Pero todos lo recordaremos delante de las cámaras, una labor que le valió el convertirse en los ojos azules más famosos de todo el cine norteamericano, así como en uno de sus más grandes mitos, a la altura de nombres que le precedieron como Spencer Tracy, Clark Gable, Cary Grant o James Stewart, e intérpretes coetáneos a él como Kirk Douglas, Charlton Heston, Marlon Brando (que fue el gran promulgador, junto con Newman, de las técnicas interpretativas del Actor's Studio) o Robert Redford, actor al que le unió una gran amistad y con el que trabajó en dos películas tan míticas como Dos hombres y un destino y la oscarizada El golpe.



Su debut con un papel importante tuvo lugar en El cáliz de plata, si bien fue Marcado por el odio, el biopic sobre el boxeador Rocky Graziano dirigido por Robert Wise, quien le convirtió en una prometedora estrella. Luego llegaron papeles y películas tan relevantes como El largo y cálido verano, El zurdo, La gata sobre el tejado de zinc, la épica Éxodo, Dulce pájaro de juventud, El premio, Harper, investigador privado, La leyenda del indomable, El juez de la horca, el taquillazo El coloso en llamas, Con el agua al cuello, Distrito apache, Ausencia de malicia o Veredicto final, esta última un film de juicios y a la postre todo un clásico contemporáneo de Sidney Lumet.


No obstante, quizás sea el papel de Eddie Felson 'el Rápido', el jugador de billar de El buscavidas, película dirigida por Robert Rossen en 1961, por el que le recordaremos siempre. Un papel que retomó un cuarto de siglo después en El color del dinero de Martin Scorsese, donde tomaba como pupilo a un juvenil Tom Cruise, y que le valió a Newman el Oscar al Mejor Actor Protagonista un año después de conseguir uno honorífico por toda su carrera... un hecho único en la historia de estos premios.



En la década de los 90 espació sus trabajos para el cine, aunque siguió colaborando con realizadores como James Ivory, los hermanos Coen o Robert Benton, con el que filmó Ni un pelo de tonto y el policíaco Crepúsculo. Ya en la presente década llegarían dos cintas como Donde esté el dinero y la soberbia Camino a la perdición, film de Sam Mendes protagonizado también por Tom Hanks, Jude Law y Daniel Craig, y que se ha convertido en el último trabajo de esta leyenda del siglo XX en la gran pantalla. Y es que tras este soberbio film noir su labor como actor se redujo a un par de producciones para televisión -Our Town y Empire Falls, según los textos homónimos de Thornton Wilder y Richard Russo- y el prestar su voz a uno de los protagonistas de Cars, de la factoría Pixar, protagonizada por coches con personalidad y voz propia. No olvidemos que las carreras de coches fue uno de sus grandes amores... aunque no rivalizara con la relación que mantuvo con la actriz Joanne Woodward, su segunda esposa, con la que se casó en 1958 y con la que permaneció hasta el final de sus días.



Paul Newman nació el 26 de enero de 1925 en Shaker Heights, Okio, y falleció anteayer 26 de septiembre de 2008 en Wesport, Connecticut, debido a un cáncer de pulmón. Tenía 83 años. Descanse en paz.

2 comentarios:

Jaime Sirvent dijo...

Es curioso como la muerte de alguien a quien no has visto en persona puede afectar. En ese sentido yo pienso que la gente que admiramos nos ha acompañado en cualquier momento de nuestras vidas y es mucho más importante para nosotros que determinada gente que hayamos podido conocer en persona, familia incluída. Yo me siento mucho más cercano a Newman que a la gran mayoría de mis familiares, y desde luego sus películas, tanto delante como detrás de la cámara me han dado más felicidad que mucha gente que sí conozco en persona. Afortunadamente siempre nos quedarán sus películas, y pasados estos días volveremos a tener la misma relación que hemos tenido con él hasta ahora, y que se restablecerá cada vez que volvamos a ver El buscavidas, El color del dinero, Marcado por el odio, La leyenda del indomable o El golpe. Descanse en paz.

Lúa dijo...

Una pérdida para el mundo del cine y otro gran nombre para los libros de historia. Descanse.


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