Abandonad toda esperanza

lunes, 29 de septiembre de 2008

The Boys: La verdad sobre Batman y Robin, revelada



Aunque ya lo he señalado en alguna que otra ocasión, hay que recordar de nuevo que -Predicador aparte, claro está- no soy un seguidor incondicional de Garth Ennis. Me parece que una gran parte de los trabajos de este guionista irlandés no tienen más justificación ni finalidad que la de epatar a la burguesía haciendo gala de un humor negro bastante cafre, así como valiéndose de los medios habituales para ello (violencia desenfrenada, sexo más o menos explícito y vocabulario soez). Elementos estos que, desde luego, no nos desagradan, pero que deberían ser un medio y no un fin, algo que no nos parece suela darse en los relatos confeccionados por el autor de Battler Britton, pero que sí encontramos en las páginas de la obra que nos ocupa.



Y por eso nos gusta tanto The Boys, posiblemente la mejor creación de Ennis después del citado Predicador: porque detrás de toda esa carga provocativa (y no siempre provocadora, si nos remitimos a otros trabajos del autor), hay una diáfana revisión del género superheroico post Watchmen... que probablemente no habría existido sin el precedente de Alan Moore y Dave Gibbons, y quizá tampoco sin otro precedente, por añadidura protagonizado por el Hombre Murciélago, escrito e ilustrado por ese autor hoy algo vilipendiado por la crítica que antaño le ensalzó pero podrido de dinero vía Hollywood llamado Frank Miller.



Precisamente la relación entre Batman y Robin, como paradigma de los vínculos que unieron a otros héroes del papel o de la pequeña pantalla con sus jóvenes sidequicks o pupilos -caso de el Llanero Solitario y su compañero indio, o del Capitán América de la competencia y el hoy resucitado Bucky Barnes-, se encuentra en "Moja", el primer arco argumental de este segundo volumen español que acaba de publicar Norma Editorial, justo un año después de haber publicado el primero. En este relato seguiremos al Carnicero, el líder del grupo, acompañado de Hughie, su nuevo fichaje e indiscutible alter ego del lector, en la investigación del asesinato de un joven homosexual. Un asesinato que podría implicar a Tek-Knight, un héroe detrás de cuyo traje hightech se oculta un millonario filántropo, o a su antiguo pupilo Laddio, hoy independizado del tutelaje del anterior y que ha adquirido un nuevo traje y un nuevo nombre... Swingwing.



¿Verdad que les suena? Efectivamente, Ennis se inspira en el personaje de Bruce Wayne creado por Bob Kane y uno de los elementos clave del Universo DC para urdir un relato que conserva la estructura del género negro -el Carnicero y Hughie llevan a cabo una investigación policial, siguiendo de una pista a otra... aunque a su particular estilo- y que de paso parodia el género superheroico. Al respecto cabe destacar la visita de nuestros protagonistas a una tienda especializada en cómics, en cuyo sótano se esconde un ex editor de tebeos apodado "La Leyenda", que parece saberlo todo sobre el género, y a partir del cual Ennis y su dibujante, un inspirado Darick Robertson, parecen homenajear y/o parodiar a personalidades como Stan Lee o Robert Crumb -la prostituta que aparece en escena parece estar dibujada al estilo del creador del gato Fritz- y hacer una velada referencia a Will Eisner, "ese maricón cuyo nombre se lo pusieron a los premios" en versión Ennis.



Menos interesante, aunque no desdeñable, nos parece la segunda y última historia recogida en este tomo, "Glorioso plan quincenal", que lleva a nuestro grupo a un Moscú donde algunos siguen añorando el antiguo régimen comunista para investigar una conspiración que parece relacionada con el Compuesto V que ha dotado a algunos seres humanos de poderes increíbles.



Este relato se ve perjudicado por un protagonismo más coral -Ennis no engaña a nadie, y antes de que lo confiese en la breve pero reveladora entrevista que aparece aquí a modo de suculento extra el lector ya percibe claramente su predilección por Carnicero y Hughie-, así como por la intervención en los dibujos de un Peter Snejbjerg que no acaba de conciliar su arte con el de Robertson, el dibujante titular.



Pero como dije antes, The Boys nos gusta porque es mucho más que todo lo dicho hasta aquí: más allá de la mirada cínica y salvaje de Ennis, se nota que el guionista siente aprecio por sus personajes, y hace que evolucionen, crezcan y se desarrollen ante la mirada del lector. En la citada entrevista, Ennis deja bien claro lo difícil que le hubiera resultado abandonar al grupo del Carnicero -que incluye también a Leche Materna, el Francés y la Hembra- cuando DC Comics decidió cancelar la serie, hasta entonces incluida bajo el sello de WildStorm. Pero gracias a Dynamite Entertainment primero, y a Norma después en nuestro país, los seguidores de The Boys -y no necesariamente de Ennis, insisto- podemos seguir disfrutando de esta estupenda serie para la que su principal autor augura una larga vida, de no menos de unos 60 comic books. Así pues, esperemos ver pronto un tercer tomo en nuestras librerías.


Título: The Boys (Vol. 2)
Autores: Garth Ennis (guión) / Darick Robertson & Peter Snejbjerg (dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: septiembre de 2008
192 páginas (color) - 16 €


(+) Previously on Abandonad toda esperanza:
- The Boys (Vol. 1)

1 comentario:

Ollo de Vidro dijo...

"Me parece que una gran parte de los trabajos de este guionista irlandés no tienen más justificación ni finalidad que la de epatar a la burguesía haciendo gala de un humor negro bastante cafre, así como valiéndose de los medios habituales para ello (violencia desenfrenada, sexo más o menos explícito y vocabulario soez). Elementos estos que, desde luego, no nos desagradan, pero que deberían ser un medio y no un fin".

No puedo estar más de acuerdo. Con demasiada frecuencia me encuentro con simple incorrección política y humor troglodita que, al final, resulta puramente vacío aunque goce de cierta aceptación. De hecho, a esta obra le veía toda la pinta de ser un caso de éstos y no pensaba leerla. Dices que no es así, así que probablemente le daré una oportunidad.


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